Porfiriato a la carta
Donají Morales Pérez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 24. Disfrutar de una buena mesa fue una de las maneras en que se establecían vínculos y se decidía en política. El despliegue culinario que se dio a lo largo del gobierno de Porfirio Díaz nos ofrece un claro ejemplo de la intencionalidad política de estos encuentros. Los banquetes, más que una ocasión, son el pretexto, un momento breve para festejar, conmemorar, halagar y sin duda para discutir y conspirar. Un espacio muchas veces vinculado a la política en el que se busca complacer para velar pretensiones y donde la buena comida termina por ser parte de lo que se ofrece. Conocidos o muy escuchados son aquellos que tuvieron lugar en la época de don Porfirio Díaz, al igual que la manera en que este último fue olvidando sus principios de sobriedad y de no…
Los últimos años de una primera dama
Maddelyne Uribe Delabra Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 22. El regreso a México de Carmen Romero Rubio no pasó desapercibido ni en silencio. La viuda de Porfirio Díaz fue recibida con entusiasmo por viejos porfiristas, muchos curiosos y una prensa halagadora a pesar de más de dos décadas de exilio. Sin otro interés más que pasar en paz la vejez, vivió con cierta modestia durante más de nueve años en una casa de la colonia Roma, sosteniendo una vida social austera. Sonaban las campanas del mediodía del 1 de noviembre de 1934, cuando el trasatlántico francés Mexique atracó en el puerto de Veracruz. Congregada en el muelle, la más distinguida sociedad porteña acudía con ramos de flores y presto entusiasmo para dar la bienvenida a doña Carmen Romero Rubio, viuda de Díaz, tras casi 20 años de exilio en…
Sólo ustedes lo saben
Silvia L. Cuessy En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 21. Malhaya la tarde en que lo conociste, Nacho. Me di cuenta de inmediato. Ese instante cambió tu suerte. ¿Te acuerdas? Pues claro que te acuerdas. Incluso el todopoderoso de la nación te lo dijo: ese hombre sólo te traerá dolores de cabeza, conozco su estirpe. Pero ya era tarde para enterarte de lo que no querías saber. Cuando te topaste con él, tu línea del destino quedó trazada. No pensaste en otra cosa sino averiguar quién era, y pronto tu gente te lo dijo. Te aturdiste con su galanura y su porte bragado. Un apremio se te metió en la piel, y las ganas de conocerlo te desbordaban los poros. La idea de que fuera rebelde e indomable te avivó una extraña mirada sólo entendida por los que sabían tus secretos. TA? que entonces manipulabas…
Los retratos del general y la imagen del presidente
Roberto Fernández Castro Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 20. Porfirio Díaz supo aprovechar la fotografía para cuidar una imagen sin emociones ni sentimientos, de un militar frío, inquebrantable y de mano dura. Ya en la ancianidad, se retrataba como un patriarca austero y benigno. De héroe militar republicano a estadista y constructor de una nación moderna. El culto porfirista sería sustituido luego de su caída por un antiporfirismo igualmente poderoso. ¿Qué clase de persona fue Porfirio Díaz? La pregunta que el periodista y caricaturista Carlo de Fornaro se hizo, y que con tremenda saña respondió en las páginas de su libro Díaz, zar de México (1909) no puede ser extraña para un biógrafo, pero a veces lo es para el historiador, sobre todo cuando nos olvidamos de la importancia de nuestro trato con las personas del pasado, o cuando…
La caída del Coloso
El fragmento que reproducimos a continuaciA?n expresa de excelente forma la efervescencia que se viviA? en el Distrito Federal los dAi??as previos a la renuncia de Porfirio DAi??az. Procede del ai???Magazine Para Todosai??? del diario El Universal, del 10 de noviembre de 1929. Su autor, Octavio Paz SolA?rzano, era hijo de don Ireneo Paz.
Hombres ilustres de México en París
Los monumentos a personajes pA?blicos se multiplicaron en las grandes capitales europeas desde mediados del siglo XIX. Ya no se trataba mA?s de venerar a los santos o de hacer honores a la figura del monarca, sino de exaltar los valores ciudadanos del varA?n virtuoso.
Una boda por conveniencia
Una noche del ya lejano aAi??o de 1878, en el nA?mero 5 de la calle de San AndrAi??s (hoy Tacuba) en la Ciudad de MAi??xico, Carmen Romero CastellA? despertaba de una horrible pesadilla en la que, como escribiA? a su padrino unos dAi??as despuAi??s, vestida de novia y ya en camino para el templo, aparecAi??a una nube que deshaciAi??ndose en tempestad dejaba escapar un rayo que fulminaba a Pepe, quien iba sonriAi??ndose con inefable ternura.
¿Festejar o conmemorar la Revolución?
Las fechas en que el pasado se hace presente en rituales pA?blicos activan sentimientos e interrogan razones. Se construyen y reconstruyen las memorias del pasado, se significan finalmente los momentos y las circunstancias que los diferentes actores eligen para expresar y confrontar en el escenario nacional los sentidos que otorgan a los quiebres institucionales que unos impulsaron y otros padecieron. Celebrar o conmemorar parecen un binomio indisoluble en la acciA?n de hurgar en los diversos escenarios en los que se despliegan los conflictos entre las diferentes interpretaciones y significados del pasado: cA?mo se transforma a lo largo del tiempo, por quAi?? algunas fechas pueden cobrar mayor importancia hasta convertirse en emblemA?ticas o ser sA?lo hitos locales o regionales.
La Sucesión Presidencial
Apenas se han cumplido cien aAi??os de la ediciA?n (diciembre de 1908) y divulgaciA?n de La SucesiA?n Presidencial de 1910. El Partido Nacional DemocrA?tico, el libro al que se ha considerado como uno de los principales eslabones del proceso revolucionario en 1910.