Dilema
Ana Suárez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 34. Está ahí, en su despacho de Palacio Nacional, sentado en la silla que tanto trabajo le costó alcanzar, se dice que a lo mejor es cierto lo que afirman sus enemigos, y también sus amigos; ya es bastante, lleva 18 años de ser presidente y demasiados de beber de esa pócima que es el poder. Llegó el momento de retirarse. Se pone la mano sobre el corazón, susurra que ha de aceptar la realidad, está viejo y sobre todo enfermo y si no se cuida en cualquier momento la angina de pecho le dará un susto. Benito piensa que si accede a tal petición requerirá de fuerza, mucha fuerza, pero él supo estar a la altura desde la infancia, ¡si por eso dejó Guelatao decidido a no pastorear a una oveja más! También lo estuvo…
Estreno de residencia
Arturo Sigüenza FFyL, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 33. En la inauguración del hospital para enfermos mentales La Castañeda, una baronesa, el secretario particular del presidente y un general desaliñado y falto de memoria que ya formaba parte de la población del psiquiátrico sostienen una conversación desopilante. La esplendente construcción albergaba ya a sus nuevos huéspedes, y se otorgaba un festín para recibir al distinguido séquito que encabezaba el presidente de la república, formado por embajadores y cónsules, destacados empresarios y alta burguesía. La banda de música de viento, perfectamente uniformada, complacía a los invitados allí reunidos para conmemorar la inauguración de aquella arquitectura de corte francés, como una muestra de la abundancia económica que seguía pregonando el gobierno a pesar de la inconformidad política interna y el creciente descontento entre la plebe. El ingeniero encargado de la obra, hijo del primer mandatario y con…
Las tres sopas
Irma Ramírez En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 32. La sopa de sapo es asquerosa, pero si se aprende a comerla de un solo jalón, y sin que se note el asco en los ojos o en la cara, puede sacar de muchos aprietos. Se puede hacer más desde adentro que desde afuera y se lo puedo apostar. Bueno, está bien, compañerita, me voy a sincerar con usted, al cabo después de la asamblea delegacional, ya ni modo, ni cómo sacar el sapo que sigue ahí, brincoteando en mis dentros. No sé si fue porque ya estaba cansado de andar siempre en la vil chilla, de quedar mal con mis viejos, que por cierto no estuvieron muy de acuerdo con que estudiara la Normal, que porque luego tendría los ojos puestos en la ciudad, sin querer meter las manos en el trabajo rudo del campo. Y eso…
La desobediencia de mi abuela
Elios Mitre En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 31. M’hijo, he decidido desobedecer, a ver qué se siente. ¿A qué se le puede decir no a los 96 años?, ¿a la memoria inacabada?, ¿a las letras de un libro que la vista ya no distingue?, ¿a los pies cansados?, A?a los placeres del paladar? Visito a mi abuela cada quince días, es un tributo a las enseñanzas que recibí en mi niñez y a la cálida protección que nos brindó al enviudar mi madre. Pero también es un deleite escuchar su lucidez al recontar sus andanzas. “Sírveme una copita de oporto, te platicaré cómo a mis seis años, mi madre casi me pierde en la inundación de Pachuca, al reventarse la presa allí por 1923. Al ver el afluente desbordado, en vez de escapar prefirió rescatar sus mercancías que estaban en el suelo. Confundida, me solté de…
La revolución y el tiburón martillo
Javier Rico M. Facultad de Filosofía y Letras En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30. El viaje estudiantil del verano de 1975 a un lejano Puerto Escondido estaba impregnado de ideales revolucionarios. En el camino, el descubrir el México profundo dejó otras enseñanzas para aquellos jóvenes que luego se perderían en sus propias búsquedas de vida. “Pero ustedes no traen nada, ¿verdad?” Por un instante (sólo por un instante) sus palabras fluyeron como un mero trámite para mantener la conversación. “No”, respondimos casi a coro. Pero pasado ese momento, quizá por una especie de súbita revelación, nos llenamos de espanto. Había pronunciado la frase con el rostro hacia nosotros, pero en realidad su mirada se perdía en el camino que dejábamos atrás a bordo de un vehículo de carga. A?Era una pregunta como cualquier otra, una sospecha o, peor aún, una advertencia?, ¿qué había querido decir con…
Los desvelos de Raúl
Silvia L. Cuesy Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 28. La situación se ha vuelto insostenible, es como si las recomendaciones dadas se tomaran al revés. Raúl siente que sus ya de por sí escasas horas de sueño se ven ahora reducidas y turbadas por los desaciertos de su hermano mayor; hay que estar a las vivas a cada rato y cuidar del adelantamiento moral inculcado con perseverancia y disciplina. Si por lo menos el ingrato se acordara de acudir a él, la vigilia valdría la pena; a últimas fechas ya no le presta la atención acostumbrada tiempo atrás. Y la verdad es que una tarea de tal envergadura no es como para echársela a cuestas sin atender una indicación diaria, por lo menos. ¿Qué hacer si Pancho ya no lo evoca, si ya hizo a un lado el reglamento? ¿Habrá perdido sus facultades al apartarse de…
Días entre cafés
Maximino Martínez Ocampo Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 27. A Fernando Orozco y Berra le entretiene más la escritura que la medicina. Le han pedido un artículo y cavila sobre qué escribir. En los cafés encontrará un mundo por descubrir y retratar. También hallará el último golpe de frío que se pueda contar. Una buena mañana en la ciudad de México de mitad de 1850, un médico convertido en escritor camina preocupado a lo largo de su estudio. Su nombre es Fernando Orozco y Berra y hace poco más de un año llegó a la ciudad de México procedente de Puebla buscando otra atmósfera y otros goces. A pesar de tener dos pequeñas arrugas en su entrecejo, es evidente su juventud, pues con 29 años la vida le sonríe avariciosa, haciéndole entrever horizontes sin límites. Y no podía ser de…
De orden suprema
Ana Suárez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. Su maldad ha convertido a la patria en un vasto cuartel Guillermo Prieto (Fidel) Santa Anna presumirá de generoso por haberte arraigado en este pueblo, Francisco, sin más celadores que el cura y el juez de paz, pero el exilio en el extranjero habría sido mejor. El rebozo verde y la falda roja de doña Lupe ondean junto a la cerca; a la nívea blusa sólo le faltan el águila y la serpiente. ¿Por qué vestirá así? Malhaya, cierra ahora el libro, se inquietará si descubre que lees versos y no las vidas de santos que el cura ordenó. ¡Vaya que debe de creerse lo que este dice sobre los malos instintos que excita la poesía! ¿Sabrá esta mujer de amor? Pregúntale… ¡Vamos, si tiene marido! Para enfadarla es mejor que le cuentes de cómo…
Amaneceres de junio
Silvia L. Cuesy El Colegio de México. En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25. Once días después de la coronación de Franz Joseph como rey de Hungría, asesinaron a Max. Así terminó su imperio en un país de fanáticos conservadores monárquicos y de taimados indígenas republicanos. Ludwig Angerer, Familia imperial de Austria, fotografía, ca. 1860. De mi calendario desprendo la última hoja de mayo. Los sentimientos se arremolinan… ¿Ha pasado un año?, ¿dos?, ¿una década?, ¿un siglo acaso? El corazón de una madre no distingue tiempo. Los hijos son nuestro eterno presente así, el sufrimiento de antaño me persigue ahora. En especial junio me estremece trayendo imágenes de irónicas jugarretas de los hados, lejanas a todo entendimiento… El deseo de vivir no existe más en mí. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿En qué momento el designio de la Providencia bifurcó por tan diferentes sendas los destinos de mis…
Mariposas al vuelo
Gloria María Fulladosa Morales En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 24. En medio del escenario, la voz no se apaga. La solista queda en el centro de una esfera opresora, sujeta a los arbitrios de sus íntimas extrañezas. Siente que pierde su chaqueta y se le estruja el corazón. Cree escuchar los sollozos de la muchedumbre. La función está por terminar.. Gran evento musical tuvo lugar en Lecumberri. Extraordinaria función única a cargo de Guillermo Ferrer Clavé, director del Orfeo Catalá. El Imparcial, septiembre de 1910. Sylvia lamenta ser tan pelirroja y llamativa. Preferiría desaparecer como aquella muchacha que la asombró hace algunos años en el escenario del Teatre Principal de Barcelona, al evaporarse de la escena milagrosamente entre antorchas y fogonazos, mientras el ilusionista sonreía diabólico y profesional. Ahora esto no es posible, está obligada a permanecer al frente del improvisado escenario porque no solamente…