Cuando conocimos el agave
Esteban Cisneros Universidad Hebraica En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 66 Quién nos sabe, Annika, quién nos ve. Aquí estamos y aquí estaremos. Seguiremos, tenemos que vivir. Lo decía mi madre, lo decía mi padre, lo decía el rabino Natán. Nos quitaron la tierra, el patrimonio, la familia. Nos quitaron el nombre, la nacionalidad, la potestad, la libertad. Pero a nosotros no pudieron arrancarnos la vida, Annika, no a nosotros. ¿Es triunfo suficiente, Annika? ¿Qué significa que hayamos vivido hasta ahora, que hayamos tenido que ir tan lejos para lograrlo, qué sigue y qué nos toca hacer? Quién nos sabe, quién nos ve, quién con nosotros. Quién habla hoy de todos esos nombres propios que fueron fundidos por la maldad en Oświęcim ‒y por qué crueldad del destino ese lugar suena tan parecido a nuestra tradición de invitar en Sukkot, ushpizin, a quienes acogemos‒; quién habla…
El Chato
Ana Suárez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 65 Un destino de traiciones pagado con el infierno de la distancia y la pobreza Manuel Domínguez se pasa las tardes mirando al mar, mientras suspira por su tierra natal, por todo aquello de que carece Nueva Orleans, sin dejar de preguntarse si lo que hizo valió la pena ya que no puede volver y, para colmo, sigue en la pobreza de la que, al final, no logró escapar. Fue la pobreza la que lo obligó a sobrevivir como pudo y lo convirtió en el Chato, el bandolero dueño de los caminos entre Veracruz y la capital, asaltante de diligencias y terror de los dueños de recuas. Así se las arregló por muchos años y así habría continuado muchos más, de no ser por la guerra con Estados Unidos. Esa guerra dio un giro drástico a…
EL SALMO 103
Ana SuárezInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. “Nada más mis hijas, no quiero que me cuide nadie más.” Las palabras de doña Refugio resuenan en sus oídos mientras la procesión se dirige al cementerio y se repite una y otra vez: “Dios perdona todas las iniquidades.” Acató la voluntad de su madre quien, desde que cayó en cama, postrada por la misma enfermedad de la abuela, se negó a que la atendiera nadie más. Su hermana, en cambio, se asomó de vez en cuando, dizque porque la hacienda exigía toda su atención. Todo terminó. Ahora siguen a los peones que cargan el cajón de madera sobre los hombros. Avanzan luego los criados y, al final, los vecinos y demás trabajadores. Al arribar, el cortejo entra en el camposanto y enfila hacia el sepulcro. Si Carmen, su hermana, hubiera compartido su carga, ahora se…
¡Fucking hero!
Yuri LópezgalloUniversidad Tecnológica de México En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 50. Los Ángeles, California, 1969. Joe Martínez, hijo de mexicanos que emigraron a la Unión Americana y teniente del X Batallón de Infantería del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, regresa a su casa después de casi un año de haber terminado su “Tour del deber”. –Te ves diferente, hijo.–Soy diferente, ma’. –¿Por qué no volviste directo a la casa, con nosotros, tu familia? Porque mi intención desde que regresé de Vietnam era volarme los sesos y sé cuánto te molesta tener que limpiar la casa, se dijo para sí mismo. –Tenía mucho que pensar.–Tu hermano quiere enlistarse –agregó su madre.–Por eso estoy aquí.–Déjame llamarlo. Miguel, ven acá, tu hermano está aquí.–It is Mike mom, I’ve been telling you since I was fifteen.–Bro!!! You are really here, you are a fucking hero Joe!–Háblame en español,…
¡Miedo siento de recordar!
Ana SuárezInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 49. El destino mezcla las cartas, maare, y nosotros las jugamosRefrán yucateco El fraile Las tumbas que rodean a la ermita hablan de quienes acaban de irse. Paseas entre ellas mientras aspiras el rocío de la madrugada, ojalá que el fresco durara todo el día. Tratas de rezar, no puedes, piensas cuán poco has hecho por tus hermanos, los más pequeños, los más desvalidos, pero piensas además que, de hacerlo, tus feligreses y el mismo obispo se habrían molestado. Santo Dios, de haber cumplido con tu deber cristiano, estarías más sosegado, al menos pudiste intentar que las mujeres y los niños se quedaran, siquiera el crío ese del gorrito azul y el kóotoncito blanco que montaba a la jineta en la cadera de su madre, que se aferró a ella y chilló cuando quisiste abrazarlo y…
Cacao-chocolate
Adaptación de Eduardo Celaya Díaz Basada en el texto de Laura Esquivel En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 44. – Te he estado esperando. – No puedo apresurar el paso, sabes muy bien cómo son las cosas ahora. – Distintas, lo sé, pero aun así es reconfortante cuando llega el final del día y podemos conversar, después que cumples tus actividades. – Mi tiempo es extraño, pero siempre es conveniente tener estas conversaciones. – Eres un buen marido, cuidas de tu mujer a pesar de todo. – Prometí cuidarte. – Y lo haces bien, eres un buen marido. – ¿Te han tratado correctamente? – Cual merece una mujer de nuestra posición. Pertenecer a una de las familias más importantes de la Nueva España confiere ciertas ventajas sobre los demás. – ¿Y tus reflexiones? – Me siguen atormentando las mismas preguntas. – Sabes que no lo dijo…
Odio
Iván Lópezgallo Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 43. Los odio. Malditos sean. Ayer volví a soñar con mi familia. Fue igual que siempre. El mismo maldito sueño que tengo desde hace más de 20 años: soy un niño pequeño y meriendo tranquilamente junto a ellos, pero de repente se escucha un estruendo, siento un golpe y se desata el infierno. Por unos segundos pierdo el conocimiento, pero cuando despierto veo fuego por todos lados… y escucho gritos que piden auxilio y lamentos de dolor. Mis hermanos se calcinan junto a mis padres, que yacen aplastados bajo los escombros que cayeron sobre ellos. Veo a mi madre, su hermoso rostro no existe ya: los ojos que tanta paz me transmitían han desaparecido y en su lugar encuentro dos cuencas vacías, mientras que su piel blanca y tersa parece ahora un pergamino que se arruga…
Cuestión de honor
Ana Suárez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 41. Ganaste, Mariano. Piensa en eso ahora que, otra vez, como tantas madrugadas desde hace cuatro años, las pesadillas vuelven a despertarte y prefieres no dar vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño y ponerte de pie, silenciosamente, para no despertar a Andrea. La noche se ve muy oscura por la ventana de la habitación, ni un rayo de luz ilumina las sombras, tampoco iluminaba la lobreguez de tu celda. Entonces, como el profeta Job, te preguntabas cuándo sería de día. Sientes que has perdido todo y es de entenderse, ¡vaya que sí!, la experiencia fue aterradora: un hombre de leyes arrancado con lujo de violencia de su hogar, sin explicación alguna y sin que los ejecutores del poder de Tacubaya mostraran la menor compasión, ya no por él sino por los suyos que…
El cupo, el juez y el capitán
Rosalía Martha Pérez Ramírez Instituto Alfonso Vélez Pliego, BUAP En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 23. En la Puebla de 1837, la disposición del gobernador de completar el personal que se necesitaba en el ejército, era un dolor de cabeza para los jueces. ¿Con quiénes podrían completar la cuota que se pedía? Desde el cuartel menor de la calle de Herreros donde se hallaba el juzgado de paz, don Tomás Axotla caminaba diligentemente hacia la esquina de Mercaderes una tarde de primavera de 1837. Contaba con el tiempo preciso para encontrarse con sus colegas en el taller de don Manuel Zincuneguin, que por esos años era el sastre más reconocido entre las esferas poblanas. Lo mortificaba la idea de llegar tarde a la cita pero ¡qué le iba a hacer!¸ los empleados del juzgado le habían hecho una despedida esa mañana; pero más lo perturbaba que…