Editorial #55
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55 La vibrante vida de las mujeres mexicanas, como contraposición de la desigualdad, la imposición y la discriminación, ha tenido un silencioso y humilde proceso de lucha por el lugar que les corresponde, transformándose con el paso del tiempo en voces de indignación y exigencia por sus espacios democráticos y reclamos de justicia ante el feminicidio, las desapariciones, los abusos de poder, la retribución desigual. En esta edición de BiCentenario hemos conjuntado una serie de historias que nos relatan grandes momentos de su valentía y arrojo, que van desde el siglo XIX a estos días y muestran un proceso largo, insuficiente aún por lo que resta por lograr, pero al mismo tiempo ejemplar para futuras generaciones. Empezamos por los tiempos del México recién independizado. Tras el tibio interés de las políticas borbónicas por la mujer –las de la alta sociedad…
Las mujeres en el movimiento inquilinario veracruzano
Arturo E. García NiñoUniversidad Veracruzana En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 57. Un sindicato anarquista encabezó, en 1922, la protesta de los inquilinos, en su mayoría mujeres, del puerto de Veracruz, cansados del abusivo actuar de los arrendatarios y el pago de altas rentas por viviendas casi inhabitables. El Estado respondió con una fuerte represión del ejército, pero se logró la promulgación de una ley que les otorgó mejoras sociales. Durante el primer semestre de 1922, la ciudad de Veracruz fue escenario del movimiento inquilinario que, en lo inmediato, evidenció las condiciones reales de vida de la mayoría de la gente en la ciudad (80% de habitantes de más de cien patios de vecindad) y a largo plazo generó organizaciones obreras y campesinas e influyó en la política, la cultura y la vida cotidiana estatal durante esa década y hasta los años treinta del siglo pasado.…
Las flappers de “los locos años veinte” en la prensa mexicana
María Estela García Concileón Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. Surgieron en el Nueva York de los años veinte y pronto, su estilo desenfadado, alegre y disrruptor, se estableció en la ciudad de México de la mano de mujeres como Cube Bonifant, Elena Arizmendi, Antonieta Rivas Mercado, Tina Modotti y Nahui Olin. Llevar el pelo corto fue su marca de rebeldía, que el machismo y las tradiciones de la época no lograron reprimir. Las flappers aparecen en Estados Unidos en la década de los años veinte del siglo XX, pero su historia proviene de las jóvenes londinenses de la primera guerra mundial. José Juan Tablada, en sus Crónicas de Nueva York, las describe de la siguiente manera: Era la muchacha en vísperas de ser mujer, todavía inmadura para debutar en la sociedad, que asociada aún con sus compañeros de colegio, jugaba basket-ball y…
La educación femenina de la elite en el siglo XIX
Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 55. La lectura de revistas fue un soporte relevante por el cual las hijas de matrimonios de la alta sociedad mexicana se fueron formando en sus casas en las décadas siguientes a la consumación de la independencia. Literatura, ciencia, tecnologías de la época, higiene y platillos a servir en una mesa moldeaban su instrucción como esposas y madres de familia. La educación de las niñas y de las señoritas fue un tema que estuvo presente en el espacio público a lo largo del siglo XIX. Al iniciar esa centuria, El Diario de México señalaba que únicamente las mujeres de los sectores altos y medios tenían acceso a la instrucción. El panorama educativo se reducía a aprender los rudimentos de la lectura, con el objetivo de poder leer las oraciones y los libros piadosos,…
De costureras y jefas de hogar
Fernando Vialli Ávila CamposInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 49. Los talleres domésticos femeninos dedicados a la producción de ropa para tiendas departamentales de la ciudad de México, mostraban en 1921 un fenómeno laboral oculto para la mayoría de los capitalinos: destacaban por una paga baja y extensas horas de trabajo, asociado a las múltiples actividades hogareñas. Durante la década de 1920 en la ciudad de México, las trabajadoras del hilo y la aguja se ubicaban en pequeños talleres domésticos al interior de las vecindades. Era muy poco común verlas en las grandes aceras o en la vía pública. Tampoco interactuaban cotidianamente con los múltiples empleados y aquellos que pregonaban sus oficios en las calles ante la mirada de la muchedumbre. Estas mujeres pertenecían a una realidad oculta a la mirada de las multitudes en las grandes urbes. Quizá esta sea una de las…
Las señoritas del XIX, ¿aprenden ciencia?
Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 41. El primer paso para integrar a las mujeres a la educación fue la lectura. Los hombres, quienes eran los que decidían, produjeron para ellas publicaciones de corte científico, sin tecnicismos y de temas cotidianos del entorno, destinadas a difundir el conocimiento. Pensar en la vida cotidiana de las mujeres de cierto nivel social que vivieron en la primera mitad del siglo XIX en México nos lleva a mirarlas entre su casa y la iglesia, siendo modelo de perfección como esposas y madres; compensando las necesidades de otros, acompañando a los otros, dando vida a otros, educando a otros y, en último lugar, satisfaciendo sus inquietudes personales. A las mujeres de entonces se las visualizaba por su relación con terceros, dedicando el mayor tiempo a los cónyuges, a los hijos y a sus…
La redención de La Güera
César Alejandro Martínez Núñez Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 21. Los últimos días en la vida de María Ignacia Rodríguez de Velasco fueron de expiación. Quiso reparar algunos momentos de su vida afectiva que tanto le dolían, en los oídos de su nieta Guadalupe, monja del convento de Santa Teresa. Algo de paz, pareció recuperar María Ignacia sabía que la muerte estaba cerca. Las señales no requerían aparentemente de mayor tacto: estaba enferma, cansada y lo más importante, era vieja. Después de tantos años de ocultar su verdadera edad llegó a convencerse de que tenía cuando mucho cincuenta. Pero durante su enfermedad decidió no engañarse más; hizo las cuentas correctas y para entonces, 1850, iba a cumplir 72 años. El peso de la verdad se le vino encima. De un día para otro, aquellos molestos achaques se convirtieron en…