Milagros contra la calvicie y otros enjuagues
Lillian Briseño Senosiain Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25. La publicidad jugó un papel destacado a partir de las últimas décadas del siglo XIX para alentar a los hombres y mujeres de entonces a sostener un alto umbral de belleza que consistía en recuperar la mejor cabellera, alimentar melenas envidiables, colocarse postizos para conseguir marido o aplicar tónicos con el fin de permanecer jóvenes. La vanidad se potenciaba con productos europeos o estadounidenses que atraían consumidores desde las páginas de los periódicos y las vitrinas de los comercios. Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club, no hay española, yankee o francesa, ni más bonita, ni má traviesa que la duquesa del duque Job. Ágil, nerviosa, blanca, delgada, media de seda bien estirada, gola de encaje, corsé? de !crac!, nariz pequeña, garbosa, cuca, y palpitantes…
Lo que llegó para quedarse: asomos de la publicidad en el Porfiriato
AsAi?? aparecAi??an dos de los cientos de anuncios publicados en La Hacienda. Obra mensual ilustrada sobre asuntos campestres y populares, revista que llegA? a MAi??xico durante los A?ltimos aAi??os del Porfiriato e incluAi??a noticias A?tiles para los agricultores, ganaderos y pA?blico en general.
Consejos de belleza
El rostro femenino recibAi??a una atenciA?n especial. Las publicaciones periA?dicas prodigaban consejos y anuncios de artAi??culos de belleza y nuestras tatarabuelas y bisabuelas debieron buscarlos y conseguirlos.