Correo del Lector 59
Me pareció muy interesante el artículo titulado “El entierro de la pierna de Santa Anna” (BiCentenario, núm. 58), sobre todo el episodio en el que el populacho, indignado contra el dictador, destruyó en el panteón de Santa Paula el monumento que contenía la pierna, exhumándola y arrastrándola. ¿Qué opinó al respecto Santa Anna? Curioso e impertinente Tiempo después, Santa Anna dijo a sus tropas: “Compañeros de armas; con orgullo soportaba la falta de un miembro importante de mi cuerpo, perdido con gloria en servicio de la patria, como presenciaron algunos de vosotros, mas aquel orgullo se ha convertido en dolor, en tristeza, y desesperación.” POR AMOR A LA HISTORIA Eduardo Matos Moctezuma recibió el premio Princesa de Asturias. El connotado arqueólogo –con 60 años dedicados a su profesión– destacó en la ceremonia que no se puede pretender manipular la historia porque esta es implacable en sus juicios y tampoco es…
Las fuerzas armadas durante las primeras décadas de vida independiente
Omar Urbina PinedaEl Colegio de México Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 46. La presencia de milicias mandadas por caudillos y caciques regionales representó un constante dolor de cabeza para el gobierno nacional y se convirtió en un factor que impediría que se configurara y consolidase en un ejército nacional después de la independencia de México. Según el sociólogo alemán Max Weber, un Estado-nación, para ser considerado como tal, debe ejercer, mediante el ejército, el monopolio de la violencia en un territorio delimitado. Los gobiernos mexicanos de la primera mitad del siglo XIX no consiguieron hacer ninguna de estas dos cosas: ni organizar un ejército ni dominar un territorio. Durante estos años, los poderes regionales, encabezados por caciques y caudillos, estuvieron en una posición ventajosa con respecto al gobierno general; si bien este intentaba hacer valer su autoridad, aquellos siempre estaban presentes, ya fuera como aliados del…
Odio
Iván Lópezgallo Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 43. Los odio. Malditos sean. Ayer volví a soñar con mi familia. Fue igual que siempre. El mismo maldito sueño que tengo desde hace más de 20 años: soy un niño pequeño y meriendo tranquilamente junto a ellos, pero de repente se escucha un estruendo, siento un golpe y se desata el infierno. Por unos segundos pierdo el conocimiento, pero cuando despierto veo fuego por todos lados… y escucho gritos que piden auxilio y lamentos de dolor. Mis hermanos se calcinan junto a mis padres, que yacen aplastados bajo los escombros que cayeron sobre ellos. Veo a mi madre, su hermoso rostro no existe ya: los ojos que tanta paz me transmitían han desaparecido y en su lugar encuentro dos cuencas vacías, mientras que su piel blanca y tersa parece ahora un pergamino que se arruga…
La ópera conquista México
Arturo Aguilar Ochoa y Montserrat Valdez Alcántara Benemérita Universidad Autónoma de Puebla En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 39. Las grandes figuras del entretenimiento en 1836 en la ciudad de México eran dos bellas artistas italianas, María Albini y Adela Cesari que lograban poner paréntesis a esos tiempos de complicaciones políticas y económicas. Sus voces insuperables generaban desde aplausos frenéticos, lágrimas y suspiros hasta grupos de seguidores y discuciones acaloradas fuera del teatro principal donde representaban Norma, La Urraca o El Condestable de Chester. El año 1836 podría pasar desapercibido en nuestra historia nacional ya que se inscribió dentro de una larga etapa que tiene como signo un gran número de dificultades para México o, dicho de otra manera, un nuevo eslabón en la cadena de calamidades, pero el espectáculo de la ópera encerró contradicciones de luces y sombras. Apenas habían pasado quince años desde la…