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Joaquín Espinosa Facultad de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  39. Hacia 1813, el virreinato de Nueva España era “un cadáver político”, para el general brigadier Félix María Calleja, y el ejército, principal sostén de la defensa de la constitución de Cádiz y de la paz, estaba “desnudo, mal armado y en la miseria”. Desde que asumió ese año el virreinato se dedicó a organizar las fuerzas militares apoyada en su experiencia, popularidad y lazos políticos. Al cabo de dos años y medio de reacomodos, la situación política y militar parecía controlada después del apresamiento y muerte de José María Morelos. La guerra de Independencia provocó que Nueva España atravesara por un sinnúmero de cambios, reacomodos y mutaciones drásticas, que afectaron la minería, el comercio y la agricultura, modificaron a la economía y a la sociedad en general. Además, el gobierno varió…

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Regina Hernández Franyuti Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25. Primero fue una estatua de madera y estuco inaugurada en diciembre de 1796, que alcanzaría el dorado del bronce en 1803. El Caballito tuvo sus mudanzas dentro de la ciudad, hoy espera la definitiva restauración. El título de este artículo refleja muy bien los avatares de la estatua ecuestre de Carlos IV conocida popularmente como El Caballito. El refrán popular alude a que se deben tomar las cosas con calma y hacerlas bien, y no que salgan mal, como sucedió con la restauración hecha en 2013 cuando sin autorización del INAH se intervino el monumento para su limpieza. Desgraciadamente se aplicó un método que por agresivo ha caído en desuso, y el cual consistió en aplicar ácido nítrico al 30% afectando el bronce y la pátina de la escultura. El 20 de septiembre de…

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Pavel Ignacio Luna Espinosa Faculta de Filosofía y Letras, UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  21. Los habitantes de la ciudad de México fueron hospitalarios y festivos cada vez que los hombres de poder hacían su entrada triunfal. Así fuesen virreyes o libertadores, como el caso de Iturbide, en sus recepciones abundaron el ambiente festivo, los desfiles, el ritual religioso y la entrega de las llaves de la ciudad. Los virreyes sirvieron, durante 300 años, como representantes de los reyes de España en Nueva España. Dada la distancia entre la península y el nuevo mundo, era impensable que el rey pudiera gobernar ambas tierras instalado en la metrópoli. Por ello, el virrey era la sustitución de su voluntad y, a su llegada, debía ser recibido como tal. Era un acto que generaba gran entusiasmo entre la población novohispana. Por principio de cuentas, debemos imaginar que…

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