Archivo del Autor: Norberto Nava

Regina Hernández Franyuti Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 37. Los últimos nueve años de su vida, Mariano Otero se mudó de la rebelde Guadalajara a la capital del país, donde desarrolló los momentos cumbres de su carrera política. Si bien era de una ciudad de costumbres provincianas como la de su origen jalisciense, la presencia aquí de los principales poderes del país la hacían muy diferente. Por su importancia política, económica, social y cultural, la ciudad de México era desde la época novohispana el punto central y neurálgico de un país que buscaba afanosamente construirse como un Estado moderno. En las primeras décadas del siglo XIX formaba parte de las 11 municipalidades que desde 1824 integraban la estructura territorial, política y administrativa llamada Distrito Federal. Era la capital nacional. Su área urbana aún conservaba, con muy pocas variantes, sus límites establecidos desde la…

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Graziella Altamirano Cozzi Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 37. Poco mas de dos décadas de su corta vida, Mariano Otero creció y se destacó como abogado en una Guadalajara sin tantos contrastes, a diferencia de la ciudad de México. Allá sí se conciliaba la unidad nacional con las necesidades locales, según sus palabras. Se formó en una sociedad liberal y federalista, que rechazaba los privilegios de las minorías, y de la que fue inoculando seguramente muchas ideas que luego llevaría a cabo como legislador. Cuando nació Mariano Otero, el 4 de febrero de 1817, Guadalajara era la cabecera de la Intendencia del mismo nombre, perteneciente al que fuera reino de Nueva Galicia. La elegante urbe había arribado al siglo XIX convertida en un importante corredor comercial, financiero, político, religioso y cultural que conectaba el centro y el occidente del territorio virreinal. Tenía cerca…

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Laura Suárez de la Torre Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 37. Abogado y congresista, periodista y escritor, avezado lector y de un bagaje cultural muy amplio, Mariano Otero hizo de la legislación una pasión y en ella coronó a sus aspiraciones personales, especialmente en las discusiones y redacción de la constitución nacional. Allí pudo plasmar su visión sobre el México de entonces y el que veía para el futuro: federalismo, igualdad, fin de los privilegios, unidad y solución pacífica de los conflictos internos. En medio de una Nueva España que volvía a inquietarse en 1817 por el movimiento de independencia con la presencia del liberal español Xavier Mina y del insurgente José Antonio Torres, nació Mariano Otero el 4 de febrero, día en el que se celebraba la fiesta de San Andrés Corsino y San Gilberto Confesor. Ese año se anunciaban heladas que…

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En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 37. En un México como el de la mitad del siglo XIX en el que dominaban los privilegios de las corporaciones militares y eclesiásticas, aunado al poder económico de comerciantes y grandes propietarios, la emergente clase media de pequeños propietarios y profesionales encontró en hombres clave para ese momento como el jalisciense Mariano Otero, figuras visionarias en la construcción y dirección de un país con mayores igualdades, federalista y en el que los derechos individuales fueran respetados. Hace 170 años, este brillante jurista y político impulsó y logró incorporar en las discusiones que dieron lugar al Acta Constitutiva y de Reforma de 1847, el Juicio de Amparo, plasmado como un instrumento del liberalismo jurídico decimonónico para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos, y que hasta el día de hoy representa el principal recurso jurídico al que han recurrido diversos…

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EDITORIAL CORREO DEL LECTOR ARTÍCULOS Mariano Otero. Una corta vida ilustrada en la lucha por la igualdad y justicia Laura Suárez de la Torre La Guadalajara pujante de la primera mitad del siglo XIX Graziella Altamirano La ciudad de México durante la década de 1840 Regina Hernández Franyuti Un portavoz de la clase media en los Congresos de 1842, 1846 y 1847 Cecilia Noriega y Alicia Salmerón La guerra contra Estados Unidos y las argucias políticas de Santa Anna Faustino A. Aquino Sánchez La muerte regresa. El cólera de 1850 en la ciudad de México Claudia Patricia Pardo Hernández DESDE HOY El juicio de amparo y la dignidad humana Carlos de Jesús Becerril Hernández TESTIMONIO Correspondencia sobre una paz incómoda Norberto Nava B. ARTE La Academia de San Carlos resurge en 1840 Ma. Esther Pérez Salas C. CUENTO HISTÓRICO Ciudad de México. Mexico City Ana Suárez ENTREVISTA Magistrado Ricardo Sodi…

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Darío Fritz En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36. La historia lineal de los vínculos entre las naciones parece necesitar de algunos nudos y enredos que las paralizan por un tiempo hasta encontrar quiénes los desaten para inyectarle mayor energía y volver a avanzar sin piedras ni lodos que la atoren. En ese lapso de marañas abunda el griterío y el desentendimiento, la amenaza de la fuerza y el golpeteo incesante de la descalificación. Desde una de las trincheras se lanzan fuegos artificiales que obligan a agazaparse del otro lado, hasta que la pólvora deje de iluminar el cielo por cansancio de los artilleros o pérdida de eficiencia. Juegan al límite, pero en el fondo la pólvora sirve para intentar imponer condiciones, aunque no caerá a tierra. Podrá haber daños, pero no destrucción. Las necesidades de convivir están implícitas y terminan por imponerse. Que de la…

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Darío Fritz En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36. La imagen da lugar a dudas y conjeturas. Adivinanzas y acechanzas. ¿Una jornada normal para un barquero que ayuda a cruzar a una mujer de una costa a otra a cambio de unos médicos pesos para que pueda hacer el mandado, visitar a un familiar o ir al trabajo? ¿Un solitario y solidario remero sobre una improvisada madera que lleva a buen puerto a su vecina? ¿ Una vía vehicular inundada y un hombre que lo ha perdido todo, pero que aún está dispuesto a salvar a su madre de las inclemencias de la tormenta’. ¿Alguna opción más modesta a las trajineras de Xochimilco? Puede resultar gracioso cómo, ante la adversidad, los seres humanos encontramos las maneras menos sutiles, o más burdas, las de creatividad inusitada o de arrojo imprevisible, para superar una situación. Cuando poco tenemos,…

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María Eugenia Arias Gómez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36. Tenedor de libros, en principio, la influencia de un maestro de raíces griegas alentó a Edmundo Calva Cuadrilla a estudiar en la escuela médico militar. Desde allí comenzaría una extensa carrera en la medicina que incluyó la formación en la universidad de Wisconsin, la docencia y la actividad profesional en centros públicos y privados. Edmundo Calva Cuadrilla, originario de Pachuca, Hidalgo, nació el 20 de noviembre de 1922 y fue el segundo de los once hijos que procrearon Maximiliano Calva Paredes, campesino, minero, así como pequeño comerciante, y Carmen Cuadrilla Valencia de Calva, dedicada al hogar. En la entrevista que me concedió en la Ciudad de México, el 21 de febrero de 2006, recordó que “éramos felices” y que, por consejo de la abuela materna, él y sus hermanos asistieron a escuelas primarias…

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Agustín Cadena Universidad de Debrecen En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36. Poco antes de que el primer cohete estallara en el cielo y las campanas de la iglesia comenzaran a llamar, el forajido Armadillo Berlín despertó de una pesadilla. Estaba dormido “en su sueño se veía dormido” en la misma habitación que su madre, en una cama próxima a la suya. De repente empezó a soñar “dentro de su sueño empezaba a soñar” que una mexicana a quien ya despierto reconocería como Clementina Aguiar le daba la espalda y lo dejaba solo en medio de un llano oscuro. Caminaba desnuda y por sus muslos escurría la sangre de su desfloración. Pero no había sido él quien la violara, sino otro hombre: un ser oscuro, invisible, que surgió de entre las sombras y vino a despojarlo. Armadillo Berlín intentó gritar; soló que lo hacía: lanzaba gritos…

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Mauricio César Ramírez Sánchez FES Cuautitlán-UNAM En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36. Historia, cultura y música constituían el verdadero teatro del país, a entender del muralista. Así lo reflejó en una de sus últimas obras que realizara en el frente del teatro de los insurgentes, inaugurado en 1953 con una comedia interpretada por Cantinflas. El mural de Diego Rivera en el Teatro de los Insurgentes resulta significativo por resumir la historia de esta manifestación artística, desde la época prehispánica hasta el siglo xx. En su realización el artista optaría por la utilización de mosaicos, que tenían como finalidad la perdurabilidad de las obras expuestas a las inclemencias, que se enfrentan en un espacio exterior. Con ello el mural y el teatro buscaban ser un punto de referencia en el sur de la Ciudad de México. El Teatro de los Insurgentes fue concebido por el empresario…

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