¿En qué pensabas, Leandro?
Iván LópezgalloInstituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 48 “Me viene la conformidad luego que recuerdo que murió por su patria”. Sra. Ignacia Martínez de Valle. Dicen que cuando vamos a morir pasa toda nuestra existencia frente a nosotros. ¿Habrá sido así contigo? Cuando te dijeron que te quedaba media hora de vida, ¿qué fue lo que hiciste? Sabemos que preguntaste quién ordenó tu ejecución. Y que cuando te respondieron que Márquez, aquel reaccionario mocho y santurrón que lo mismo se daba golpes de pecho que mandaba matar a sus prisioneros, agregaste sereno: —Hace bien, yo no le hubiera dado ni tres minutos. Y descendiste de tu caballo San Pedro, un vigoroso alazán tostado, para luego pedirles pluma y papel. —Deseo escribir a mi familia —le explicaste al jefe de los cangrejos. ¿En qué pensaste mientras esperabas? ¿En tu mamá, doña Ignacia? ¿En Luisa…
Apuntes de familia
Silvia L. Cuesy En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 59. Mi hermana nació en una cueva, y a veces ese era el motivo de reclamo a mis padres y de rencor y envidia conmigo, que nací en una casa. Humildosa, sí, pero al fin casa. –¿Yo qué culpa tengo? –Le repetía cada vez que nos lo echaba en cara. Después de ese reproche se detonaban viejos pesares en el corazón de mamá y papá. Las carencias y sufrimientos de aquellos tiempos aciagos asomaban en los ojos de ambos como si fueran nubes de terciopelo negro. Pero a veces, muy pocas, los reclamos de Genoveva, en lugar de nubes cargadas de lágrimas, traían a las miradas de mis padres un sol resplandeciente de orgullo patrio. –Lo volvería a hacer mil veces, viejo. ¿Y tú? –Sólo si me prometes que no tendremos una hija que nos atormentará con quejas…
De orden suprema
Ana Suárez Instituto Mora En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26. Su maldad ha convertido a la patria en un vasto cuartel Guillermo Prieto (Fidel) Santa Anna presumirá de generoso por haberte arraigado en este pueblo, Francisco, sin más celadores que el cura y el juez de paz, pero el exilio en el extranjero habría sido mejor. El rebozo verde y la falda roja de doña Lupe ondean junto a la cerca; a la nívea blusa sólo le faltan el águila y la serpiente. ¿Por qué vestirá así? Malhaya, cierra ahora el libro, se inquietará si descubre que lees versos y no las vidas de santos que el cura ordenó. ¡Vaya que debe de creerse lo que este dice sobre los malos instintos que excita la poesía! ¿Sabrá esta mujer de amor? Pregúntale… ¡Vamos, si tiene marido! Para enfadarla es mejor que le cuentes de cómo…
El día de Reyes en México
Cuenta Guillermo Prieto en sus Cuadros de Costumbres que la vAi??spera del DAi??a de Reyes no habAi??a casa en la que los niAi??os no actuaran como niAi??os obedientes, pidiesen permiso para todo y fueran amables con las visitas, haciendo asAi?? mAi??ritos para recibir los juguetes que antes pidieron a los Reyes Magos y no la tarjeta negra que solAi??an dejar a quienes se comportaron mal, mientras a escondidas los padres discutAi??an respecto al obsequio que cada hijo iba a recibir.