Algunos historiadores han asumido que Carranza fue “derrotado” por el Congreso Constituyente de 1916-1917, que él mismo convocó y que, como resultado, se negó a poner en práctica las cláusulas más radicales de la Constitución, como los artículos 27 y 123. Pero si se analizan su juventud, su educación liberal y su participación política antes de 1910, se entiende mejor su programa de gobierno en Coahuila, la propuesta de reformas a la constitución local y a la Constitución de 1857 y el por qué no se puede decir que rechazó la puesta en práctica de la legislación radical agraria y del trabajo. Es erróneo decir que se opuso a que se redistribuyera la tierra cuando él promulgó la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, en la que reconocía el problema como una causa fundamental de la Revolución y establecía como acto de elemental justicia devolver a los pueblos los terrenos que los terratenientes les habían despojado: se trata, decía, de dar la tierra a la población rural miserable que hoy carece de ella, para que pueda desarrollar plenamente su derecho a la vida y librarse de la servidumbre. En cuanto a la Constitución, les dijo a los diputados constituyentes en Querétaro: “Del éxito o fracaso de esta Constitución seremos responsables tanto ustedes como yo, así como los constituyentes de 1857”, aunque aceptó que, en su visión, en algunos puntos se había ido más allá de las fronteras de nuestro medio social.
A pesar de que Isidro Fabela, por ejemplo, uno de los políticos y diplomáticos más distinguidos de México en el siglo XX, decía que don Venus –como lo llamaban sus colaboradores y amigos más cercanos– era un hombre moral, honrado, con una inteligencia sagaz que le hacía ver las cosas, las circunstancias y los hombres con nitidez, para Zapata se trataba de un individuo arbitrario y de personalidad mezquina.
yo me voy casar jaja
yo apoyo a caaaarranza