Hablar del kiosco morisco situado en la alameda de Santa María la Ribera en la ciudad de México nos remite de manera inmediata a la capital del Porfiriato. A esa capital que conservaba aún sus paseos y lugares de encuentro coloniales, pero a la vez luchaba por abrirse paso en el mundo moderno y cada vez más integrado de las últimas décadas del siglo XIX. Es justamente este kiosco el que permitirá que nos refiramos al carácter internacional que privaba en gran parte de la producción artística de la época.
Debemos señalar tres elementos que distinguen al kiosco que presentamos. El primero son los elementos formales árabes, el segundo que se construyera con los materiales más modernos y el tercero, que se concibiera como Pabellón de México para la Exposición Universal de 1884-1885, que se llevó a cabo en la ciudad de Nueva Orleáns para conmemorar el centenario del mayor envío de algodón de Estados Unidos a Inglaterra, producido en 1784.
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