México es, sin duda, uno de los países que más ha llamado la atención de la revista National Geographic a lo largo de sus más de cien años de vida. Enorme cantidad de artículos sobre nuestro país lo confirman. Si tomamos en particular el periodo que va de 1910 a 1919, encontraremos más de 20 artículos publicados como resultado de “la gran demanda de información sobre México” que recibía la revista, de acuerdo con lo dicho en el número de mayo de 1914. Estando el país en medio de una revolución, ¿qué les interesaba a los editores dar a conocer sobre México? ¿Qué tipo de información se ofrecía? ¿Qué estrategias se siguieron para ofrecer determinadas imágenes a los lectores?
México, el país vecino
El primero de los 22 artículos publicados en la década seleccionada apareció en agosto de 1910, muy cerca de las fiestas del Centenario. El último en octubre de 1919. A través de 379 fotografías y más de 500 páginas, National Geographic muestra a sus suscriptores en Estados Unidos una versión de México y los mexicanos. Dice que México es un país de contrastes. Contrastes entre lo moderno y lo antiguo; entre los distintos sectores sociales; entre los diversos grupos económicos; entre los diferentes climas y paisajes. Esta idea subyace en los relatos de textos y fotografías. No obstante, en ambos campos, pero más en las fotografías, se privilegia el deseo de mostrar lo menos cercano (para los estadounidenses), las escenas que muestran el atraso, las reliquias del pasado, como señala el número de diciembre de 1910. La imagen de los mexicanos en las fotografías es la de gente humilde y trabajadora, en su mayoría habitantes del campo, y cuando se los ve en las ciudades, son vendedores de productos artesanales. De las ciudades no se ven los edificios modernos, excepto un plano general del de Correos, más bien son escenario para enmarcar a esos habitantes pintorescos que aparecen en primer plano arreando burros cargados de bultos, o que transitan por las calles. Las mujeres casi siempre llevan rebozo. Pero las que seducen a los fotógrafos, por su belleza y joyería, son las llamativas tehuanas, ejemplo de exotismo. En las casi cuatrocientos fotografías no encontramos retratos de ningún miembro de la élite económica, ni de la política o la intelectual.
Los artículos
En todos los artículos, dedicados casi siempre a un tema particular, se manifiesta la fascinación de los viajeros y fotógrafos ante el país y su gente, la riqueza del territorio, la variedad de productos agrícolas y minerales, la diversidad de especies de aves, de climas y de vegetación (los cactus son particularmente atrayentes); la posesión de A?reas estratégicas para la comunicación (como el istmo de Tehuantepec), el potencial para el desarrollo comercial, la tierra fértil. En esos textos se advierte, también, la admiración que producen los espectaculares vestigios arqueológicos, huellas de culturas avanzadas y atractivo para los turistas. Fotografías a página completa permiten observar, en primeros planos, basamentos piramidales, estelas, restos de edificaciones en Mitla, Teotihuacán o Xochicalco. Los títulos de los artículos indican la orientación de cada uno. Con una rápida ojeada el lector percibe que los títulos se refieren, en primer lugar, a los recursos naturales y después a las maravillas del México antiguo. En correspondencia, los contenidos se centran en las posibilidades agrícolas de México, se refieren a las escenas que se desarrollan en diversas actividades económicas, detallan las características del territorio nacional, mencionan lo que se puede encontrar en él (desiertos, haciendas, jardines divididos por canales de agua), y enfatizan los distintivos de cada sitio arqueológico (las tallas en piedra, la raza olvidada de la misteriosa Chichén Itzá, el lustre del México antiguo).
México es el país vecino. Y de acuerdo con los adjetivos utilizados hasta el cansancio, es un país interesante, con tesoros maravillosos y paisajes fantásticos, o pintorescos. Es romantico, es misterioso. Pero no todo es enamoramiento, los pies de foto son el espacio utilizado para hacer comentarios de distinta índole, muchas veces insidiosos. Como el que acompaña a la imagen publicada en el número de julio de 1916 con el título “Casa en el campo cerca de Córdoba”. En ella aparecen, en primer plano, cuatro personajes, dos adultos y dos menores, de los que se dice son una familia campesina que, como buena parte de la población en México, posee muy pocas cosas. La leyenda afirma: “los bueyes bien alimentados de las haciendas no se sentirían orgullosos de que los hambrientos peones sean considerados sus iguales”. ¿A qué responde ese comentario? ¿Qué se quiere evidenciar?
En algunos casos, encontramos en esos pies de foto comentarios de admiración. Por ejemplo, para los tarahumaras. Junto a una imagen sin autor (que ha sido atribuida a C. B. Waite), en la que un grupo de tarahumaras posan para el fotógrafo, mirando a la cámara, se les reconoce por su resistencia física y su capacidad para correr, tanto de hombres como de mujeres. También por el volumen de producción de plata que hizo de México uno de los países que más contribuyó a la producción mundial, la imagen muestra una vista de un poblado minero, La Luz, cerca de Guanajuato, que contrasta visiblemente por su pobreza. Y, en otros, se percibe la nostalgia por Porfirio Díaz, bajo cuya administración el país tenía calma y estaba en vías de progreso; o se hace referencia a la ultramoderna Ciudad de México, en la que se podía pasar del siglo XVI al XX al cruzar una calle. Esto último, es lo que dice el pie de foto que acompaña la fotografía del edificio de correos, la única que muestra algo de la modernidad de México de la que a veces se habla.
Los autores
En cuanto a los autores de los artículos, encontramos a antiguos representantes consulares de Estados Unidos en México (como E. H. Thompson o Frederick Simpich); otros eran ingenieros vinculados a compañías mineras (entre ellos Walter W. Bradley), visitantes estadounidenses que recorrían las haciendas adquiridas por compañías de connacionales (es el caso de J. E. Kirkwood), o eran funcionarios del departamento de Agricultura del país vecino (E. W. Nelson). No faltaron fotógrafos, reporteros, comerciantes, viajeros particulares, es decir, una legión de estadounidenses que se desplazaron por el territorio nacional, de norte a sur, del golfo al Pacífico, haciendo levantamientos e inventarios de lo que podía verse en él y sus instantáneas muestran un recorrido por un país rico, poco poblado y agradable tanto para turistas ávidos de conocer lugares diferentes como para inversionistas en busca de áreas atractivas para sus capitales. Entre los fotógrafos aparecen más de quince nombres (entre ellos James H. Hare, John H. Hall, C. M. Tozzer, Franklin Adams y tres mujeres: Helen Olsson-Seffer, Harriet Chalmersy Janet M. Cummings).
Esos fotógrafos qué podían ser particulares o funcionarios del gobierno estadounidense, miembros de su ejército o de compañías,como Underwood and Underwood o Galloway, reprodujeron por decenas escenas pintorescas, paisajes rurales, retratos de pobladores de diversos puntos de la República mexicana, trabajadores en sus faenas. También propagaron imágenes emblemáticas de la arquitectura antigua (Mitla, Chichén Itzá, Teotihuacán, Xochicalco). National Geographic publicó esas fotografías desplegadas a página entera en la mayor parte de los casos y distribuidas en diversos artículos, de tal suerte que un conjunto de fotografías dedicadas a un tema particular, por ejemplo, a los volcanes de México, no sólo están en el artículo específico, sino aparecen en ese y otros.
Las fotografías
En las fotografías de gran tamaño, además de las vistas rurales, bucólicas e idílicas, y de los paisajes imponentes, tomados desde cierta altura, en general vacíos de gente, pero siempre evidencia de la fertilidad de los suelos y de los diversos cultivos agrícolas, predominan los personajes típicos por su atuendo y oficio. Esos personajes eran ya conocidos por haberse difundido en las revistas ilustradas publicadas después de los años 30 del siglo XIX, producto del trabajo de artistas mexicanos. Por ejemplo en el libro titulado “Los mexicanos pintados por sí mismos” y, luego, en México y sus alrededores. Los fotógrafos extranjeros que visitaron o vivieron en México en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, se encargaron de retomar esas imágenes y de multiplicarlas y distribuirlas, a través de postales, en las que a diferencia de las litografías que les sirvieron de modelo, acentuaron los rasgos de pobreza y desaliño de muchos de los tipos mexicanos que popularizaron. Es sabido que gran parte de esas postales eran mercadeadas por la Sonora News Company. National Geographic, con su creciente circulación, contribuyó a difundir esas imágenes.
La selección de las fotografías hecha por los editores de National Geographic parece obedecer al deseo de ilustrar los textos, utilizando las imágenes con las que contaba la revista, suministradas mediante regalos o por compra, pues en esa época la revista no contaba todavía con su propio equipo de fotógrafos. Varias de las incluidas en un artículo están relacionadas con el tema del mismo, pero otras son de lugares distantes o sin relación con el contenido. Los pies de foto, de diversa extensión, contribuyen a subrayar lo que se quiere mostrar con determinadas imágenes.
Sobre los temas de las fotografías, ya se ha dicho cuáles son los dominantes. Falta añadir que algunos asuntos que no mencionan los textos de los artículos están abordados en las imágenes, como la deportación de indios yaquis, los festejos del Centenario, la revuelta de Pascual Orozco y la expedición punitiva que perseguía a Villa. La particularidad es que si bien esos temas aparecen en las imágenes, éstas se incluyen en números cuya publicación es posterior al momento en el que ocurrieron los hechos. Las fotografías del traslado de yaquis a la península yucateca se publican en diciembre de 1910, las del desfile con motivo de las fiestas del centenario en mayo de 1911, la que muestra a las tropas de Orozco en 1914. Es decir, un año o dos después de los acontecimientos. En cambio, en julio de 1916 National Geographic incluyó fotografías que muestran al ejército estadounidense en la expedición punitiva, apenas cuatro meses después de iniciada.
El Centenario y la revolución
En torno a la celebración del centenario de la independencia de México solamente encontramos nueve fotografías. Las tres primeras son de cadetes en uniforme de gala. Son diferentes tomas de alumnos del Colegio Militar, el West Point de México. Un nutrido público en ambas aceras de una calle observa el desfile de la caballería de ese colegio en una de esas fotografías que ocupa toda la página. En las siguientes, más pequeñas, los cadetes se ven formando vallas en diferentes puntos de la ciudad. El pie de foto indica que la fama de estos “que defendieron el Castillo de Chapultepec del ejército americano es histórica”. Varias páginas más adelante el lector se encuentra con otras fotografías alusivas al desfile, la mayoría de gran tamaño, en las que varios personajes representan a los antiguos mexicanos, portando atuendos vistosos y tocados de plumas. Según los pies de foto, esos individuos eran “descendientes de aquellos a quienes representaban”.
En cuanto a las imágenes sobre la lucha armada, son muy pocas y sin explicación de por qué fueron elegidas esas en particular. La que encabeza aquellas que tocan de alguna manera el tema de la guerra es una imagen, acreditada a Aultman y Dorman, publicada en mayo de 1914, que muestra a parte de las tropas de Pascual Orozco. Después, observamos a un típico revolucionario. Se trata de una imagen atribuida a Shirley C. Hulse en la que aparece un jinete –con sombrero y cananas– posando para la cámara. El pie de foto informa que fue tomada a petición del retratado. Hulse es, asimismo, autor de varias fotografías publicadas en la revista. En una de ellas aparecen, en primer plano, dos soldaderas viendo a la cámara, que las capta caminando al lado de los soldados federales a los que acompañan. Portan sombrero y el rebozo amarrado, cargando probablemente a sus hijos.
En el mismo número de 1914 hay un par de fotografías, sin autor, en que se muestra primero una campana y, en la siguiente, un cañón. La leyenda al pie de esta segunda fotografía informa que ese cañón fue construido con el material de la campana. Es decir, no hay ningún comentario adicional, ni positivo ni negativo, de lo que ocurre en México.
De igual manera, dos años después, sin relación con el tema del artículo, de julio de 1916, se incluyen varias imágenes en que se alude a la persecución a Villa tras su incursión a territorio de Estados Unidos. Por ejemplo, encontramos dos del capitán D. H. Scott del ejército estadounidense, que muestran a las tropas de ese ejército acampando al sur de Columbus. Los pies de foto describen el paisaje donde se asientan los campamentos. Los textos aluden a las condiciones en que viven temporalmente los soldados. En ese número hay dos de la compañía Underwood and Underwood, en que vemos trenes con tropas mexicanas. La primera es una imagen dividida en dos por la vía del tren. A la izquierda las tropas de Estados Unidos esperan al borde de la vía. A la derecha, el tren estacionado en otra vía tiene su techo cubierto por tropas mexicanas. En la segunda, en primer plano aparece un tren con el techo también cubierto por tropas mexicanas. Aquí sobresalen varias mujeres, algunas viendo a la cámara. Se señala el hecho de que en todos los campamentos se encontraba siempre “una sección para que las mujeres y los niños vivieran”. En conjunto y por su número, el tema de la expedición es el central en las imágenes publicadas.
La mirada de National Geographic
El conjunto de artículos, fotografías y pies de fotos, enmarcados por los títulos escogidos, muestran cómo la revista National Geographic mantuvo su mirada en los tesoros de su vecino México, transmitiendo una imagen de tranquilidad apenas alterada, pareciera ser, por algunos acontecimientos violentos, como si estos fueran aislados y no llegaran a causar inestabilidad. La percepción prevaleciente es la de un México que se hubiera detenido en el tiempo, en el periodo previo a la revolución. En los textos no se habla de la lucha, en las fotografías escasamente se asoma y, no es, por lo tanto, suficiente para cambiar la representación de México. Cuando en octubre de 1919 se publica el último artículo analizado, México estaba cerca de cumplir una década en armas, pero National Geographic se había esmerado en no mostrar esto.
PARA SABER MÁS:
- “La tarjeta postal” en Artes de México, número 48, México, Conaculta, 1999.
- Arturo Guevara Escobar, Fotógrafos de la Revolución, en: http://fotografosdelarevolucion.blogspot.com/
- National Geographic en: http://ngm.nationalgeographic.com/
- María Esther Pérez Salas, Costumbrismo y litografía en México: un nuevo modo de ver, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 2005.