EL SIGLO XIX
El rostro femenino recibía una atención especial. Las publicaciones periódicas prodigaban consejos y anuncios de artículos de belleza y nuestras tatarabuelas y bisabuelas debieron buscarlos y conseguirlos. En general, el ideal era que la tez luciese como de porcelana, el cabello se peinara en rizos o un moño sencillo o trenzado y recogido en una guirnalda. Se aceptaba el teñido, pues desagradaba el cabello gris o rojo. Asimismo, se veía vulgar la pintura roja en labios o mejillas y el retoque de las cejas. Los sombreros, que enmarcaban la cara, formaban parte del guardarropa y cambiaban según la moda.
Como en el siglo XVIII
Apenas sale la señora de la cama, después de hacer dos caricias a su perrito, dar dos voces a sus criados, y olvidándose muchas veces de dar gracias a su Creador, se dirige a este paraje [el tocador], en donde se gastan las mejores horas de la mañana –entra el peluquero– la señora padece con gran gusto un martirio insufrible. Gasta tres o cuatro horas en adobar su cabello […]. Saca luego los emplastos y salserillas, dase en el rostro, y con ellos logra, ¡qué milagro! Salir blanca de morena, colorada de descolorida, con lunares, sin haberlos tenido, y en fin con una cara sobrepuesta, adulada de mueble, lisonjeada de sus criadas, y ella muy pagada de sí.
Diario de México, 1811.
A las trigueñas
Lo blanco sienta bien a todas las fisonomías […]. Pero con respecto a los demás colores, debe la trigueña consultar el buen gusto y el espejo. El azul fuerte sobre todo en pañuelos cerca de la cara, debe considerarlo como una tentación del demonio. Nada diremos del encarnado en igual caso, porque nos parece imposible que ninguna trigueñita en su juicio quiera exponer sus gracias a prueba tan terrible. En general, no conviene a su fisonomía ningún color fuerte. El de barquillo, el de paja, el de caía bajo, el azul muy suave, el rosa muy suave también, son colores que sientan bien, que aumentan la expresión de una cara trigueña.
Panorama de las señoritas mexicanas, 1842.
Para secar el cabello
El abundante cabello de una señora puede secarse inmediatamente, exponiendo al vaho o vapor del benjuí. Debe la señora reclinarse en un sofá de suerte que le cuelgue el pelo por el otro lado. Un braserillo con dos o tres pedacitos de carbón encendido se coloca después debajo del cabello y échese luego una poca de goma de benjuí en polvo en el braserillo. El espeso humo que se desprende y que está muy impregnado de ácido carbónico, absorbe rápidamente la humedad del pelo, el cual debe antes enjuagarse muy bien con una toalla de manera que conserve la menor humedad posible, y pocos minutos se tendrá el cabello perfectamente seco y aromatizado.
Semana de las señoritas mexicanas, 1851.
Vinagre aromático, cosmético y antimefítico
Este vinagre preparado para el tocador evita y hace desaparecer los granitos, ardor, manchas ocasionadas por el sol, y las arrugas; refresca, blanquea y ablanda el cutis, hace que esté siempre terso. Se halla de venta en México en la calle de S. Agustín núm. 1.
Los espejuelos del diablo, 1865.
Vigor del cabello del Dr. Ayer
Es el mejor cosmético. Hace crecer el cabello, destruye la caspa, y con su uso el cabello gris vuelve a tomar su color primitivo […], conservando su riqueza, exuberancia y color hasta un periodo avanzado de la vida. Cuanto más se usa, más rápidos son sus efectos. Medalla de oro en la Exposición de Barcelona.
El mundo, 1896.
Nueva higiene del cabello
La nueva higiene del cabello que prescribe el Dr. Guelpa consiste en tratar el cabello con sustancias grasientas y proceder al masaje de la cabeza, prescribiéndose en cambio el empleo de lociones antisépticas, salvo en casos especialmente indicados. La experiencia ha demostrado que con el masaje de la cabeza los cabellos suelen crecer más rápidamente y más fuertes que con cualquier otro tratamiento.
El tiempo ilustrado, 1910.
EL SIGLO XX
Fue en el decenio de 1920 cuando el arreglo del rostro femenino cambió de forma radical con hábitos nuevos como el depilado de las cejas o el uso del lápiz labial. Con el avance de la liberación femenina, este arreglo fue cada vez más atrevido y personal. La industria de los cosméticos triunfó, aunque siguieron las rutinas caseras –sugeridas muchas veces en periódicos y revistas populares. La tez blanca se defendió, aunque se aceptó darle tonos rosados y, años después, que se bronceara, el cabello se recortó, pero también se usó largo, se le tiñó pero no sólo para ocultar las canas sino para cambiar el color, y labios, mejillas, ojos, cejas, pestañas se pintaron de colores rojos o púrpuras. A partir de los años sesenta, y hasta la fecha, no hubo o hay más límites que los que cada quien se impuso o impone. Los afeites para el rostro, por lo demás, hallaron un nuevo mercado: el masculino. En cuanto a los sombreros, ineficaces en un mundo y un tiempo marcados por las multitudes y la velocidad, fueron desapareciendo.
Agua para rejuvenecer el rostro
Cuézanse dos pies de ternero en diez y ocho libras de agua de río, y cuando se haya disminuido ésta de una mitad, échese una libra de arroz, que se hará cocer asimismo con migas de pan remojado con leche, dos libras de mantequilla fresca y las claras de diez huevos también frescos con sus cortezas y telillas. Enfriada la mezcla se pasará en seguida por un lienzo fino, y el agua que resultara es la que tiene la propiedad de hermosear y rejuvenecer.
Elegancias, 1923.
El camino más corto hacia la belleza
Indudablemente que usted lo descubre cuando se asegura de que su maquillaje es correcto. De igual manera que si sus ojos son azules usted realza su belleza con un vestido azul, el maquillaje que le corresponde es el que proporciona el uso de Lápiz Labial, Arrebol, Sombra, Máscara y Polvo Marvelous en tonto Dresden. Si sus ojos son oscuros, Parisian si café claro, Continental si verdes o grises, Patrician.
La familia, 1931
Un aspecto más juvenil
Un magnífico estimulante de la circulación sanguínea del rostro es un trozo de hielo. Envuelto en un paño delgado –pues aplicado directamente podría causar ligeras quemaduras– como si fuera una borla de polvos, pasárselo repetidas veces por la cara, pero siempre partiendo de la barbilla en dirección a la frente. Su acción beneficiosa es múltiple, pues además de activar el riego sanguíneo hace que se adquiera en seguida un aspecto más animado y juvenil. [..] Después de este pequeño masaje un poco de crema va muy bien.
Enciclopedia del hogar, 1945.
Atención especial al rostro
La crema base para polvo o tónica simplemente, se aplica con los dedos haciéndose un ligero masaje. Luego se retira el excedente con una toalla suave o un kleenex, luego el polvo; se arreglan meticulosamente las pestañas, el rouge y lápiz de los labios, de acuerdo con el color del rostro, y ya está.
Excélsior, 1960.
ARSA