Lourdes Roca – Instituto Mora
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 4.
Pequeño infierno rojo
donde convivió el estupro y el despojo
el esperpento de una ciudad
que desechó sus pálidos oropeles de colonia.
Pequeño infierno, infiltrado en mi memoria,
en mis sueños
rojo de sangre
de lívida sangre encadenada
rojo ladrillo
rojo de sangre milenaria.
Multifamiliar Miguel Alemán
Alejandro Ortiz Izunza.
La ciudad alcanzaba los tres millones de habitantes y lo que se pretendía era que un solo predio fuese habitado por entre 5,000 y 6,0000 personas. Para muchos son como una idea descabellada y podría parecerlo todavía en pleno siglo XXI; sin embargo, la obra se llevó a cabo y así surgió el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), mejor conocido como Multifamiliar Miguel Alemán El Multi, en pleno sur de la ciudad de México, inaugurado en septiembre de 1949. Pionero de una serie de colonias burocráticas edificadas por los gobiernos príistas, que seguirían hasta la más ampliamente referida Unidad de Tlatelolco hecha en los años sesenta, El Multi respondía a los planes desarrollistas del sexenio de Miguel Alemán, caracterizado como un periodo de bonanza económica en que el Estado Benefactor se encargaba de cuidar los intereses y necesidades de las clases trabajadoras.
Cuando se inició la construcción de la unidad en 1947, la ciudad era muy distinta a la de hoy. Las generaciones mayores todavía decían que “iban a México” cuando se trasladaban a lo que hoy es el Zócalo. El lugar elegido, en los alrededores aparentemente desolados de la urbe, sería causa de muchos recelos para sus futuros habitantes, todos trabajadores de diversas dependencias gubernamentales y en su mayoría procedentes del antiguo centro de la capital.
El principal modelo de hábitat urbano que se siguió fue el de Estados Unidos: comodidades y electrodomésticos eran el lema publicitario que se imponía, lo cual iba muy bien con el impulso industrial generado por el Estado. Además, en los inicios de la guerra fría, éste buscaba identificarse con el bando capitalista, sobre todo frente a cualquier resabio del legado cardenista y que sus proyectos no se confundieran con las “iniciativas comunistas” que surgían por doquier, reproduciéndose día a día en los discursos y prácticas de muchos países.
Se gestaba una nueva forma de vivir y habitar la ciudad: en condominio. Y justo por novedosa no pudo escapar a la crítica que, con la bandera de la tradición, emergió de todos los rincones, como podemos ver en cómo la prensa criticaba la obra pocos días antes de su inauguración, manifestando una gran suspicacia por el proyecto de juntar a una gran cantidad de población en un espacio tan compacto como el destinado al Multifamiliar Alemán.
En efecto, durante los quince días previos se publicaron diversas notas que, desde el título, predecían que una “Muerte lenta será la vida” en el Multifamiliar de Pensiones, haciendo escándalo ante las restricciones y deberes anunciados e inventados que implicaría habitarlo y que formarían la contra-propaganda del inmueble: no tener macetas, flores, pájaros, gatos, perros; no tender ni sacudir la ropa en las ventanas; no oír música; y, enfatizaban con saña la supuesta norma de bañarse constantemente en D.D.T. para no generar plagas. Este discurso impregnó los mensajes de prensa, radio y aun de cine, tanto en noticieros como en la ficción, al grado de retrasar mucho la ocupación total de la unidad y de arraigarse en las formas de concebir este espacio por parte de sus primeros habitantes, que en su mayoría llegarían a habitarlo con numerosas reservas; hubo, incluso, quienes declinaron la oferta de vivir en él.
La ronda de las generaciones
La ciudad se concibió, entonces, en pleno alemanismo y por iniciativa de la entonces Dirección General de Pensiones Civiles y de Retiro, con el afán de acomodar a muchas personas en un terreno de 40 mil metros cuadrados. Habría 1,080 departamentos, ubicados en una sola e inmensa cuadra a través de una ingeniosa traza arquitectónica vertical y en forma de zigzag, en departamentos muy ingeniosos que primero fueron motivo de amplios recelos y después se convertirían en símbolo del desarrollo urbano y la innovación arquitectónica.
Los primeros habitantes llegaron adultos y muchos con familia; fue una generación pionera que tuvo que sortear las dificultades que implicó un cambio drástico en la forma de vivir, a la vez que disfrutar la época de esplendor de esta novedosa vivienda que contaba hasta con canchas y alberca. Sus hijos, en cambio, que llegaron muy pequeños o nacieron allí, constituyeron una segunda y aguerrida generación que enfrentó la necesidad de ganarse y defender el lugar, y sobre todo lograr su respeto y permanencia, en un entorno que crecía rápidamente para convertirse en la hoy muy poblada colonia Del Valle, donde el Multi es conocido como “La Tepito del Valle”. Además, después de pasar buena parte de sus vidas en esta nueva forma de hábitat urbano y acostumbrarse a que “el gobierno” lo mantuviera, esta generación, ya adulta, tuvo que encarar en la segunda mitad de los años ochenta la venta que el ISSSTE…