Nuevos muralistas exhiben el coraje del personal de salud

Nuevos muralistas exhiben el coraje del personal de salud

Rubí Celia Ramírez Núñez
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 51.

Alejandro Bautista, Kato, David Alejandro Hernández, Dagoz y Leo Monzoy intervinieron edificios públicos de la Ciudad de México, como parte de una experiencia colectiva que invoca a solidarizarse con enfermeros, camilleros, médicos y todos los miembros de las instituciones de salud que han puesto cuerpo y vida por salvar enfermos en la pandemia COVID-19.

Dagoz, Fuerza y esperanza, graffiti, Escuela Superior de Medicina y Obstetricia, Instituto Politécnico Nacional, ciudad de México, 2020. Colectivo Tomate, COMEX, Gobierno Federal.

La declaratoria de pandemia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue singularmente sorpresiva. A diez años del brote de influenza H1N1 en 2009, quedó claro que había altas probabilidades de experimentar una situación similar; sin embargo, el nuevo SARS CoV-2 nos tomó dramáticamente de sorpresa.

Con la suspensión de todos los eventos masivos, entre otras actividades, la Ciudad de México entró en una etapa de aletargamiento y silencio. El panorama era transversalmente desalentador. Entre los sectores que de inmediato resintieron los efectos de las medidas de confinamiento estuvieron la cultura y el turismo. También en el resto de los países. Hasta finales de julio, de acuerdo con cifras de la UNESCO, 13% de los museos en el mundo no volverían a abrir; sin embargo, aún falta obtener datos y estadísticas precisas para dibujar un escenario de lo que sucedió y lo que pasará en otras esferas como el cine, la música y el teatro.

El aislamiento ha sido distinto para cada país, para cada estado, para cada localidad. Muchas personas nos construimos en la calle porque es pública, porque es un recurso al que se puede tener acceso, ya que las normas no están reguladas por un detentador privado, como explica Joan Subirats. Ese espacio que construimos cotidianamente con las relaciones sociales que entablamos, esa otredad que se construye en la vía pública, en los muros, tuvo el acceso clausurado casi por completo durante algunas semanas.

Ante esta emergencia, muchos grafiteros, artistas plásticos, muralistas, dieron a conocer una cantidad muy importante de su trabajo en las redes sociales. Algunos debutaron como talleristas online, otros continuaron con la ilustración, tatuajes por citas, realizando comisiones de pintura en caballete, en los muros de sus casas o en muros con poca o nula afluencia. Fueron días inciertos para este sector, los recursos escaseaban. Ese otro que no soy yo, ese mensajero que articula y desarticula mundos contrapuestos en los muros, estuvo ausente por un tiempo, pero poco a poco regresó a las calles. Repentinamente, en las ciudades más grandes del mundo comenzaron a aparecer los primeros murales e intervenciones en reconocimiento y apoyo al sector salud, la primera línea de batalla contra el COVID-19.

La Ciudad de México no fue la excepción. Alejandro Bautista, conocido en el gremio como Kato, fue de los primeros artistas plásticos que se dio a la tarea de transmitir en cuatro muros una serie de mensajes que le era urgente compartir: “Alto a las agresiones”, “Solidaridad”, “Saldremos adelante” y “Mi México lindo” aparecieron en las alcaldías Álvaro Obregón, Benito Juárez y La Magdalena Contreras. Al norte de la ciudad, como parte del proyecto “Homenaje a los héroes de blanco”, David Alejandro Hernández, Dagoz, desarrolló un mural de 180 metros cuadrados al que nombró “Fuerza y esperanza”, en una de las fachadas del edificio principal de la Escuela Superior de Enfermería y Obstetricia del Instituto Politécnico Nacional. Leo Monzoy, por su parte, desarrolló un mural de 297 metros cuadrados en el techo de la Escuela Secundaria Técnica 41 Sor Juana Inés de la Cruz. Los tres creadores participaron en un proyecto colaborativo entre la Secretaría de Gobernación, el gobierno de la ciudad y el Colectivo Tomate y COMEX, que busca ser permanente y de cobertura nacional.

Leo Monzoy, Homenaje a los Héroes de Blanco, graffiti, Escuela Secundaria Técnica No. 41 Sor Juana Inés de la Cruz, ciudad de México, 2020. Colectivo Tomate, COMEX, Gobierno Federal.

En entrevistas de historia oral, explicaron los detalles de las motivaciones y retos a los que se enfrentaron para hacer manifiesto su apoyo al personal de salud que permaneció en la contienda. Su tarea no fue nada sencilla, pues en medio de la contingencia tuvieron que hacer las gestiones necesarias para llevar a cabo su obra, solicitaron los permisos necesarios o aplicar en convocatorias.

Kato reivindica a las enfermeras

En el corazón del parque de La Bombilla, el pasado 30 de julio de 2020, Alejandro Bautista, Kato, precisa las razones que lo motivaron a realizar cuatro murales con uno de sus amigos en las avenidas principales de las alcaldías La Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Benito Juárez, como un homenaje y una abierta invitación a detener las agresiones al personal médico que se hicieron públicas al principio del confinamiento.

En su adolescencia,Kato formó parte del crew (grupo organizado para realizar grafiti) denominado JFK (Juventud Frente al Kaos). Un accidente vial lo alejó del grupo y de la práctica del grafiti en la capital, por lo que se mudó con su madre a la ciudad de Xalapa, Veracruz. Allí continuó explorando más disciplinas con el objetivo de expandir sus horizontes en las artes pláticas. Se acercó a las organizaciones que realizaban actividades culturales en colectivos de música, escultura y mural. Experimentó en la combinación de técnicas del grafiti para realizar murales de gran formato y a su regreso a la Ciudad de México fundó el colectivo Macuili, con el que sus integrantes participaron en una convocatoria de arte urbano en Tlalpan, del que todavía es beneficiario.

Acerca de su trayectoria, resalta la relevancia del trabajo colaborativo en los murales iniciado en 2008. En el caso de la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez, de la alcaldía La Magdalena Contreras, durante los meses de pandemia fue elaborando con la comunidad el boceto de la obra. Entre sus objetivos principales buscó que los colonos se sintieran escuchados, enseñar a los jóvenes el lado positivo del grafiti y que esta técnica se convirtiera en una herramienta para que la gente se sintiera más satisfecha que renuente. Acordó con la comunidad participante retratar en el mural la historia del lugar y retomar símbolos con los que se identificaran.

Kato dedicó cuatro murales a las enfermeras, porque considera que estas han sido las más vulnerables en la pandemia. Desde que tuvo conocimiento en redes sociales de la agresión física que sufrió una de ellas en el estado de Chihuahua, sintió repulsión y de inmediato tomó las herramientas necesarias para llamar al cese a la violencia. La espontaneidad de la primera realización la define como “una acción que le salió del corazón”.

La tarde del 11 de abril pasado, Kato hizo el primer mural a raíz de una plática con algunos de sus amigos del barrio, muy cerca de su casa en la alcaldía La Magdalena Contreras. Tomó la decisión de volver a intervenir un muro que ya había trabajado antes de irse a Xalapa. “Ese muro es casi mío”, comenta. Le interesaba transmitir un mensaje no agresivo, sino receptivo, que generara un cambio. Desde esta y otra intervención que realizó, también en abril, sus creaciones saltaron a la vista de los medios televisivos que inmediatamente se dieron cita para realizar cápsulas informativas y una cantidad considerable de reporteros de medios impresos y online también le dedicaron notas de cobertura.

Esto reafirmó, dice, que una acción positiva y desarrollada con recursos propios tuviera una carga crucial en la sociedad. Durante la realización sintió cómo se involucró con los habitantes, trabajadores o transeúntes de cada lugar en una experiencia plástica. Aproximadamente quince días después, en el cerro del Judío, de La Magdalena Contreras, y en la colonia El Potrero, en Álvaro Obregón, alrededor de las 21:00 horas, la noche se iluminó con celulares, reflectores y pirotecnia. A ritmo de música y entonando canciones, cientos de vecinos rindieron homenaje al personal de salud que ha enfrentado la pandemia.

Kato se muestra optimista y aclara que percibe una actitud semejante en la gente con la que ha cruzado su camino en esta emergencia sanitaria.

Homenaje a los héroes de blanco

En una iniciativa de colaboración entre el sector privado, instituciones públicas, académicas y muralistas, se echó a andar el proyecto “Homenaje a los héroes de blanco”, con el objetivo de rendir homenaje, hacer reconocimiento a la labor del personal de salud y también dar respuesta al centenar de agresiones físicas y verbales que se hicieron ante el CONAPRED desde mediados de marzo. Los dos artistas invitados para desarrollar los dos murales monumentales fueron Dagoz −en la Escuela Superior de Enfermería y Obstetricia del IPN, alcaldía Miguel Hidalgo− y Leo Monzoy −en la Escuela Secundaria Técnica 41 Sor Juana Inés de la Cruz, alcaldía Venustiano Carranza.

David Alejandro Hernández, Dagoz

Originario de Zacatecas, autodidacta y diseñador gráfico de carrera; desde su infancia Dagoz desarrolló sus habilidades en el dibujo, que pudo combinar en la adolescencia con las técnicas en grafiti y serigrafía durante su labor en un taller gráfico. En la universidad se vinculó con el mundo del Street art de la ciudad de México, que comenzó a florecer alrededor de 2003, hecho que le permitió convivir con más creadores desde ese circuito, y le abrió un abanico más amplio sobre técnicas que podría enfocar a su soporte predilecto: el mural de gran formato.

Con una gran tradición familiar de creadores en distintas disciplinas, como la cocina y la talabartería, su composición es una experiencia de vinculación de dos mundos sumamente complejos. Las técnicas aprendidas en la academia y los recursos de la formación autodidacta, dan como resultado una poesía visual, dice. Dagoz se percibe a sí mismo como un intérprete y fabricante de imágenes.

En una entrevista realizada el pasado 6 de julio, relata que desde 2016 ha colaborado en más de 20 proyectos con el Colectivo Tomate. A partir de esta experiencia, considera que su arte se tornó “social y colaborativo” al realizar murales humanitarios. Las relaciones sociales que fue entablando han sido de reciprocidad, lo nutrieron de empatía y conocimiento en oficios como la cocina, la herrería y la carpintería.

En este panorama, para la creación del mural “Fuerza y esperanza”, en la Escuela Superior de Medicina y Obstetricia IPN, Dagoz se dio a la tarea de contemplarlo como un problema a resolver. El mural de gran formato como soporte es un reto físico y técnico, desde la concepción de la imagen y su resistencia física, hasta la rapidez y simplicidad para su ejecución, a fin de no restarle calidad.

Al tratarse de una campaña nacional, tuvo varias fases de gestión y planeación en la parte institucional. Desde el momento en que conoció el espacio, comenzó a crear imágenes y conceptualizar un mural que debía dar mensajes figurativos, muy concretos y directos. En este caso, lo que se quería transmitir era honrar y homenajear a las personas que están involucradas en la pandemia desde el punto de vista hospitalario y médico. Que fuese un memorial, así como una fuente de inspiración. Resumir todas estas ideas en el mural resultó muy complejo para el autor. El boceto se presentó en diez días, una vez que pudo escuchar a todos los involucrados en el proyecto y, sobre todo, al personal médico.

Leo Monzoy

Egresado de la carrera de Diseño y Comunicación por la UNAM, así como de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y de la Academia de San Carlos, Leo Monzoy explica que allí obtuvo las herramientas para perfeccionar sus habilidades en el dibujo anatómico. Durante la entrevista, evoca la estrecha relación que ha sostenido con las artes plásticas durante toda su vida. Realizar patinaje durante su adolescencia lo mantuvo muy cerca de escritores de grafiti que fueron una gran influencia en etapas posteriores. Al término de la licenciatura, fundó un taller de diseño junto a uno de sus mejores amigos, porque tenía muy claro el deseo de tener un estudio independiente. Señala que trabajar de este modo le ha dado plena libertad y fluidez en su estilo de representación, al que define como “pintura en las calles”.

Monzoy se percibe como un “comunicador gráfico” con una responsabilidad sustantiva, un intérprete que, a través de la figura humana, busca transmitir el lenguaje corporal “de los distintos espacios que habitamos”. El llamado que recibió para realizar un mural en el techo de la Escuela Secundaria Técnica 41 Sor Juana Inés de la Cruz, le pareció al principio muy difícil de abordar, pero lo aceptó por la profunda necesidad de representar su visión de la pandemia. En la etapa preparatoria escuchó historias del personal involucrado de forma directa en hospitales. El mural debía reflejar una coraza de protección ante el virus.

Sin duda, el periodo de confinamiento para la expresión plástica en las calles tuvo una relevancia sustancial. Para el caso de los murales relacionados al COVID-19, los tres creadores fueron interpretes con objetivos muy claros. Por un lado, Kato buscó remover la empatía de su entorno para el cese a la violencia contra el personal médico, y la rápida exposición y circulación en medios de comunicación de su obra aceleró el proceso. Por el otro, el personal de salud que permaneció en la línea de batalla compartió su experiencia con Dagoz y Leo Monzoy. Enfermeras, camilleros y personal de intendencia, manifestaron sus vulnerabilidades; primero frente al virus y luego ante la desinformación ciudadana.

Muchas voces se articularon para la creación de estos murales. El objetivo principal fue involucrar a la sociedad en la experiencia y significación de los actores que se enfrentaron al COVID-19, y en cumplimiento de su trabajo no escatimaron esfuerzos para salvaguardar la salud de la ciudadanía, incluso anteponiendo la suya.

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