La importancia de ser Leonor Rivas Mercado

La importancia de ser Leonor Rivas Mercado
Ana Karen Hernández Hernández
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
Revista BiCentenario #17

Leonor Rivas Mercado

Leonor: nombre femenino de origen galo. Combinación de León y Honorio y significa “aquella que tiene honor”, o “aquella que es audaz y valiente”.

En el siglo XIX, hacerse retratar se convirtió en una práctica frecuente de medianos y grandes propietarios, profesionistas y comerciantes, a diferencia de la época virreinal, en que era un privilegio exclusivo de la nobleza, encabezada por el virrey, y de los miembros de la iglesia, y fungía como una manifestación de su regia y legitima ubicación en el orden estamental novohispano.

Esas representaciones, predominantemente pictóricas, incluían el escudo heráldico del personaje, una carteleta que informaba sus fechas polares (nacimiento y muerte en caso de haber sido realizada post mortem), sus títulos, cargos, actividades y méritos. Otros componentes iconográficos que aparecían eran los relacionados con la posición social del modelo, como cortinajes de damasco o terciopelo (rojos en su mayoría) significando nobleza, el inicio de una columna como símbolo de poder y mesas con función de pedestal, que sostenían elementos relacionados con sus actividades públicas.

Sin embargo, los grupos que alcanzaron las posiciones de privilegio tras la Independencia, que replantearan la forma de entender la realidad, en que la sociedad no tendría estamentos y su vida cotidiana sería secular, no quitó al retrato la función que tenía en la Nueva España: al contrario, la acentuó.

Leonor Rivas Mercado

La representación artística de la persona reafirmaría su nueva situación histórica y sociopolítica, pero ahora con un carácter civil y laico: ya no era ser un virrey o tener un título nobiliario lo que hacía digno a un individuo de hacer trascender su imagen en el tiempo, sino su riqueza, tener un importante cargo político o pertenecer a ese grupo por algún motivo. Un ejemplo de este uso y significado del retrato son dos imágenes pictóricas de Leonor Rivas Mercado.

Leonor nació el 19 de abril de 1842 en la ciudad de Tepic, y fue la primera de los siete hijos del matrimonio de Leonor Mercado Camacho y Luis Rivas Góngora, un criollo, coronel de infantería del ejército mexicano y parte de la administración de la aduana del puerto de San Blas. La familia Rivas Mercado formaba parte del círculo de amigos de la familia de Eustaquio Barrón, uno de los dueños de la Barron and Forbes Commercial Company, dominante en el comercio en el Pacífico. Esa relación la benefició haciéndola parte de la oligarquía local.

El padre de Leonor pidió su licencia absoluta del ejército en 1855 y en 1858 obtuvo la concesión del gobierno mexicano para pescar por diez años foca y ballena en la extensión que iba de las costas del entonces cantón de Tepic hasta el golfo de California (hoy Mar de Cortés). De esos animales, se obtenía aceite para las lámparas, y los huesos de los cetáceos se ocupaban para la fabricación de corsés, prenda íntima femenina indispensable en la moda de la época.

Gracias a la venta de lo pescado, Luis Rivas Góngora aumentó su capital y pudo trasladarse a vivir con su familia a la ciudad de México. Se instalaron en el número 12 de la calle de Damas y La Cadena (hoy la esquina sureste de Venustiano Carranza y eje central Lázaro Cárdenas). De esta época data el primer retrato de su hija mayor: Leonor Rivas Mercado. Ella tenía entonces 17 años, y ese óleo sobre tela, de autor anónimo, es aún un intento de retrato aristocrático.

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