Osiris Arista
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 11.
El Segundo Imperio Mexicano llegaba a su fin. Mientras el ejército liberal dirigido por el general Porfirio Díaz sitiaba la capital a mediados de 1867, los espectáculos trataban vanamente de sobrevivir. Los asistentes eran tan pocos que todos acabaron por cerrar, menos el Gran Circo Chiarini que permaneció abierto, y el mismo 15 de julio, día de la entrada triunfal del presidente Benito Juáez, ofreció una función de gala en su honor.
Fue con la llegada en 1864 de Giuseppe Chiarini, un italiano nacido en Roma, quien había hecho varias giras por Europa, Argentina y el Caribe y que soñaba con recorrer todo el continente americano, cuando empezaron los “años dorados” del circo en México. Un buen día, muy a tono con el espíritu circense que lo apremiaba a visitar lugares insospechados, se le ocurrió venir a nuestro país. A su arribo, se topó con el recién proclamado Segundo Imperio, encabezado por Maximiliano de Habsburgo.
Su empresa presentaba espectáculos de categoría y muy refinados, sobre todo si se les comparaba con los que hasta entonces se habían presentado en México. Siendo Chiarini el último descendiente de na importante dinastía circense italiana (de la que existen noticias desde el siglo XVI), quiso levantar en el mismo zócalo de la capital mexicana una carpa de madera “firme, pero a la vez desmontable” e izar en ella el pabellón imperial; incluso proyectó una decoración interna sencilla y elegante que contemplaba la instalación de un palco especial para la pareja real. No consiguió sus propósitos, pero acabó por instalarse en la calle de San Agustín (hoy esquina de Uruguay e Isabel la Católica), donde haría una temporada.
El gran debut fue el 17 de octubre de 1864. La “crema y nata” de la sociedad mexicana dejó de lado las funciones en los teatros más lujosos e importantes para presenciar el nuevo espectáculo. Ese día, cientos de personas se quedaron afuera por no obtener lugar. Estuvieron en el programa Josephine y Katie, hija y esposa de Giuseppe, quienes realizaban ejercicios ecuestres; Palmyra Holloway como amazona; los Orozco Brothers, gimnastas españoles; Benoít Tourniaire, el primer malabarista hípico que contemplaron los mexicanos, y Verbut, trapecista. El éxito fue arrollador
The photograph of three men represents the Italian writer Giuseppe Chiarini, not the homonymous circus director.