Tranvías, automóviles, bicicletas y colonias nuevas en la ciudad de México a fines del Porfiriato

Tranvías, automóviles, bicicletas y colonias nuevas en la ciudad de México a fines del Porfiriato
Alejandrina Escudero
FFyL-UNAM
Revista BiCentenario # 6
iztalapa

Si viéramos a la ciudad de México como un cuerpo humano, las veredas, canales, calles y calzadas serían las arterias por donde circula el fluido vital: individuos, animales, vehículos, materias primas y mercancías. Este sistema circulatorio (continuemos con la metáfora) se formó a través el empleo de distintos medios de transporte, desde la preeminencia de la canoa en los primeros tiempos hasta la supremacía de los tranvías eléctricos en el espacio urbano y rural de principios del siglo XX.

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La capital mexicana empezó a romper la traza cuadriculada que había heredado de la Colonia y comenzó a ensancharse libremente en la segunda mitad del siglo XIX. Los caminos, entonces, eran recorridos por vehículos de tracción animal, locomotoras de vapor y tranvías de “mulitas”, que servían para unirla con las poblaciones vecinas. A partir de los últimos 20 años del siglo, nuevos barrios, colonias y fraccionamientos empezaron a flanquear los “caminos de hierro” y las antiguas calzadas prehispánicas, las más rectas y las recién abiertas, como la llamada de Reforma.
A continuación observaremos cómo los primeros caminos de tierra y agua así como los trazados para los medios de transporte traídos por la Revolución industrial (máquinas de vapor, vehículos eléctricos y de combustión interna) dieron pie a que el Distrito Federal se poblara o “colonizara” poco a poco y que este proceso definió la configuración especial de nuestra urbe en el siglo XX.

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