Recordar para comprender: Gilberto Bosques Saldívar. Testimonio de un defensor de los derechos humanos (1892-1995)

Recordar para comprender: Gilberto Bosques Saldívar. Testimonio de un defensor de los derechos humanos (1892-1995)

El testimonio de Gilberto Bosques Saldívar que, presentamos a continuación, constituye una muestra de las posibilidades de la diplomacia mexicana para la defensa de los derechos humanos y la salvaguarda de la paz internacional.

Bosques merece una página en la historia, entre otras cosas, por sus valerosas acciones como cónsul general de México en París (1938-1943) y, en particular, por cumplir la palabra del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) de auxiliar a los refugiados de la guerra civil española, en lo que tuvo un papel notable y es más conocido (1936-1939). Los desplazados emigraron de su tierra a causa de sus ideas políticas y sociales, contrarias a la dictadura de Francisco Franco, protagonista de la embestida fascista que derribó la Segunda República Española, elegida democráticamente en 1931.

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Pero los actos del diplomático mexicano van más allá de su interpretación ética y moral del derecho internacional y la defensa de la libertad. Gilberto Bosques destaca también, de manera sobresaliente, por su voluntad de asistir a los judíos perseguidos durante la segunda guerra mundial, cuando la Alemania del III Reich, por razones raciales, retiró a estas personas su nacionalidad, les limitó sus opciones de ingreso a otros países ya fuera como inmigrantes, refugiados o asilados políticos. Las víctimas perdieron un estado que representara sus intereses y respaldara hasta el final su solicitud de asilo. Esta situación los convirtió en individuos no repatriables. Frente a esta anomia jurídica, los tratados y las convenciones internacionales quedaron cortos en cuanto a la defensa de los derechos ciudadanos y humanos.

El éxodo judío, de acuerdo con la historiadora Daniela Gleizer, planteó un problema nuevo a la política inmigratoria mexicana porque, en esos años, no contemplaba dentro de su legislación la figura del refugio, vigente en Europa y entendida como una práctica humanitaria y colectiva; incorporada en nuestra Ley General de Población hasta 1990, es diferente de la institución del asilo, extinta en el Viejo Continente pero propia del derecho interamericano desde 1823 y definida, por acuerdo de Lázaro Cárdenas, con un carácter político e individual el 1° de diciembre de 1936. El vacío legal antes descrito, según la especialista, propició la aplicación de prácticas discrecionales que dependieron de las circunstancias político-económicas, nacionales e internacionales del momento, e incluso de reservas ideológicas de sesgo antisemita que, en muchas ocasiones, prevalecieron sobre cualquier razonamiento pragmático o legal. De hecho, México acogió desde 1937 hasta 1948 a 22,123 refugiados españoles, mientras que durante el periodo nazi (1933-1945) los especialistas estiman que sólo recibió un promedio de entre 1,850 y 2,250 refugiados judíos. La comparación evidencia que el núimero de estos refugiados, admitidos en tierras nacionales a lo largo del periodo cardenista y avilacamachista fue muy reducido.

En ese ambiente bélico y de incertidumbre normativa, Gilberto Bosques ejerció facultades extraordinarias para otorgar el asilo a las personas que los estados totalitarios europeos amenazaban expulsar por causas políticas o raciales. Aceptó el riesgo a sabiendas de que al violar las disposiciones de México y las naciones en conflicto, sus actos serían duramente sancionados. No obstante, él siempre creyó que las razones humanitarias y el derecho de gentes anteceden a cualquier impedimento legal.

El 1° de septiembre de 1938, el poblano Gilberto Bosques, maestro, político y periodista, ocupó el cargo de cónsul general de México en París. El presidente Lázaro Cárdenas le encomendó la misión específica de procurar el asilo a los republicanos españoles que a partir de enero de 1939 se habían refugiado en esa nación mientras lograban salir a nuestro país para establecerse de forma temporal o definitiva. El mandato era difícil de instrumentar porque el gobierno galo no recibió a los republicanos españoles como amigos. Por el contrario, los internó en campos de concentración porque desconocía el derecho de asilo, además de discrepar de las ideas izquierdistas de los exiliados y por considerarlos una carga económica. Desde los primeros días de 1939, con el aval de la Secretaría de Gobernación, Narciso Bassols, jurista y ministro de la legación de México en Francia, solicitó a la Secretaría de Relaciones Exteriores autorización para que el Consulado General documentara, a la brevedad posible, tanto a los exiliados españoles como a los perseguidos políticos de diversas nacionalidades que huían de las represalias fascistas y necesitaban de un lugar para vivir. Pero las cosas se complicaron todavía más cuando en abril de ese año, la República Española fue reemplazada por el gobierno totalitario de Francisco Franco y el 1° de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia para dar inicio a la segunda guerra mundial.

Albert Speer, Hitler y Arno Broker (der.) cuando ocuparon ParAi??s en 1940
Albert Speer, Hitler y Arno Broker (der.) cuando ocuparon París en 1940

La historia de Francia cambió radicalmente al momento que los nazis bombardearon París. El 10 de junio de 1940, el gobierno francés abandonó esta ciudad capital e invitó a los jefes de las representaciones diplomáticas a salir de la capital para instalarse en la provincia. Ese mismo día, Italia declaró la guerra a Francia e Inglaterra. 

Las tropas nazis avanzaron sobre Francia y ocuparon París. El mariscal Philippe Pétain, quien se hizo cargo del gobierno francés, decidió que ante la derrota y la posibilidad de negociar una paz menos onerosa, lo mejor era solicitar el armisticio a Alemania e Italia, lo cual hizo el 22 de junio. Mientras, desde Londres, el general Charles de Gaulle convocaba a sus compatriotas a la resistencia contra el invasor. Finalmente, el 25 de junio a la 1:35 horas las hostilidades cesaron. Francia aceptó un armisticio que dividía su territorio en dos áreas: la Francia ocupada por el ejército alemán, que comprendió la parte norte y la costa atlántica, incluyendo París, así como la totalidad de sus colonias, y la Francia Libre, supuestamente autónoma, que abarcó el resto y reconoció como sede de sus poderes a la ciudad de Vichy, en el centro del país. Así surgió el régimen de Vichy o Estado Francés (État Français), nombre oficial del gobierno que sustituyó a la III República, liquidó la democracia parlamentaria e instauró un sistema político autoritario pro alemán. La derecha francesa, convencida de que sus compatriotas socialistas eran responsables del desastre bélico, justificó sus tendencias fascistas y su determinación de colaborar con la Alemania de Hitler.

Luis I. Rodríguez, sucesor de Narciso Bassols en nuestra legación, se ocupó entonces de reanudar las relaciones de México con Gran Bretaña, rotas a partir de la expropiación petrolera proclamada del 18 de marzo de 1938, así como de manifestar la solidaridad nacional con el pueblo francés. Asimismo, pese a los quebrantos morales, jurídicos y materiales del momento, el gobierno de México le ordenó solicitar al general Pétain autorización para continuar con la política de asilo ofrecida a los españoles refugiados en Francia y sus colonias. Pétain consintió aunque despreciaba a los rojos por sus ideas antifascistas y por sus vínculos con la resistencia francesa en el combate al nazismo. El éxito de la negociación se formalizó con la firma del Acuerdo Franco-Mexicano el 22 de agosto de 1940. Ahora bien, no obstante la buena voluntad, el gobierno francés no siempre cooperó ni respetó la documentación mexicana que amparaba a los republicanos. Sucedió que las autoridades locales responsables de la Francia ocupada entregaron, ya fuera a los nazis o a la policía franquista decenas de exiliados españoles para realizar trabajos forzados en su país de origen o en Alemania.

Con apoyo en el Acuerdo Franco-Mexicano, Gilberto Bosques, cónsul general en París desde 1938 –más tarde se trasladó a Marsella–, y ministro encargado de negocios en el periodo 1942-1944, se ocupó entonces de evacuar de los campos de concentración franceses a republicanos y brigadistas internacionales, así como a luchadores antifascistas y antinazis para trasladarlos a los castillos de Reynade y Montgrad en Marsella. Bosques rentó estos lugares para documentar a la gente mientras se instrumentaba su salida a México o cualquier otro país de América dispuesto a recibirla. La protección del Consulado General de México también se hizo extensiva a polacos, austriacos, judíos y alemanes antifascistas.

Los nazis invadieron la Francia de Pétain el 11 de noviembre de 1942. Acto seguido, las tropas de la Wehrmacht establecieron su control directo sobre todo el país, aunque mantuvieron la autoridad de Pétain para garantizar la colaboración de los vencidos. Ese mismo día, por instrucciones de su gobierno, Bosques entregó la nota de ruptura de las relaciones diplomáticas entre México y Francia y se preparó para afrontar las consecuencias. El día 14, oficiales del ejército alemán asaltaron la legación de México en Vichy y aprehendieron a los diplomáticos mexicanos para trasladarlos el 30 de enero de 1943 a la ciudad alemana de Bad Godesberg, donde permanecieron prisioneros por un año hasta que se gestionó, a través de la Casa Blanca, su intercambio por un número de alemanes detenidos en Cofre de Perote, Veracruz y otros lugares de la República.

Las puertas de la legación de México en Vichy estuvieron siempre abiertas a todos aquellos que huían de la barbarie fascista, pero las acciones de Gilberto Bosques reivindicaron de una manera sobresaliente la defensa del derecho de asilo. El 4 de julio de 1995 murió en la Ciudad de México Gilberto Bosques: un hombre singular de reconocimiento universal.

En homenaje a la destacada labor que realizó el diplomático mexicano en la protección de los judíos perseguidos por el nazismo durante el Holocausto, la municipalidad de la ciudad de Viena inauguró el 4 de junio de 2003, en el distrito 22 (Donaustadt), una calle a la que le dio el nombre de Paseo Gilberto Bosques. Ahora, procede ofrecer al lector un episodio de la vida de un hombre que interesa a la historia de todos los hombres.

Graciela de Garay / Instituto Mora

La ayuda a los judíos en el exilio.

Testimonio de Gilberto Bosques Saldívar

Antes de salir de Francia, tuve conocimiento de un plan para establecer en el país colonias agrícolas con inmigrantes judíos. Hice saber al general Cárdenas que no podía ser ni estaba fundado debidamente en la realidad ese proyecto de colonias agrícolas, porque normalmente los israelitas se ocupan de negocios que no los arraigan. El arraigo a la tierra, a la tierra extraña, está fuera de la mentalidad judía. Regularmente se ocupan de asuntos industriales, comerciales, de aquello en lo que, como se ha dicho, se puede levantar la tienda y volver al país de origen. Indudablemente la meta era volver, una vez terminada la guerra, si ésta terminaba. Volver era entonces la mayor y más honda aspiración judía.

Gilberto Bosques en la avenida CanebiA?re. Marsella, 1941.
Gilberto Bosques en la avenida Canebiére. Marsella, 1941.

Propuse al general Cárdenas que se hiciera un plan sobre un mapa de nuestros recursos naturales, zonas de producción de materias primas, vías de comunicación, es decir, de todo ese conjunto de circunstancias en donde pudiera caber un proyecto de desarrollo industrial. En esos momentos Europa era campo de refugiados israelitas. Había técnicos y elementos que podrían aprovecharse con miras a un desarrollo industrial congruente, de acuerdo con nuestra realidad nacional, con la realidad potencial de nuestros recursos naturales. El presidente Cárdenas me dijo que se darían las órdenes a las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores para que yo tuviera amplias facultades y al efecto se seleccionara en Europa a técnicos y hombres capaces de venir y ofrecer una colaboración importante en nuestro desarrollo económico. En esos términos quedó para mí el problema que se presentó en una solicitud de migración masiva de familias israelitas.

De Polonia, Austria, Bélgica, Rumanía, etcétera, emigraron familias buscando abrigo en Francia. Pero Francia fue ocupada en parte; a la otra, se le llamó zona no ocupada. En las dos, la población judía sumaba un grupo bastante numeroso e importante. Todos fueron objeto de una persecución enconada de parte de las autoridades alemanas de la zona ocupada. En París la persecución se realizó de acuerdo con lo establecido por las autoridades alemanas en leyes y disposiciones especiales.

Para establecer un mecanismo de persecución en contra de los judíos de la zona ocupada se formuló en París un estatuto que se llamó de las cuestiones judías. El primer y desgarrador espectáculo que se produjo en París fue cuando hubo algunos atentados en contra de los alemanes, con bombas que estallaron en el Barrio Latino. Las autoridades alemanas determinaron poner a la ciudad de París una multa de 1,000 millones de francos franceses. Esta multa debían pagarla los judíos. Además se enviaron a Alemania 93 judíos en calidad de rehenes. Más tarde se expidió, ya por el gobierno de Vichy, otro estatuto calcado del de los alemanes, y por el cual se creaba un comisariado, al frente del cual se puso a un conocido abogado antisemita.

[…]

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PARA SABER MÁS:

  • Gilberto Bosques Saldívar, México, Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, 2010, pp. 111-115 (Biográficos).
  • Daniela Gleizer, El exilio incómodo: México y los refugiados judíos, 1933-1945, México, El Colegio de México- Centro de Estudios Históricos/Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Cuajimalpa, 2011.
  • Shulamit Goldsmit y Natalia Gurvich, (coord.), Sobre el judaísmo mexicano. Diversas expresiones de activismo comunitario, México, Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia-Programa de Cultura Judaica, 2009.
  • Fernando Serrano Migallán, Duras tierras ajenas: un asilo, tres exilios, México, FCE, 2002.
  • Pablo Yankelevich (coord.), México, país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX, México, INAH/Plaza y Valdés, 2002.
  • * Visa al paraíso, documental dirigido por Liliana Liberman, México, Producciones Nitya/Foprocine/BambA? Audiovisual/1,2,3 Producciones/ Ibermedia/ Shottama, A.C., 2010, duración 108 minutos.