Ramón Rayón y Vicente Filísola. Sublevación y fidelidad

Ramón Rayón y Vicente Filísola. Sublevación y fidelidad

Ricardo Emmanuel Estrada Velázquez
Maestría en Historia de México, IIH-UMSNH

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 53.

Los dos militares, que para 1821 servían al virreinato, fueron fundamentales para la causa independentista de Iturbide. Su aceptación para sumarse a la lucha desde Zitácuaro y Maravatío los llevaría hasta la misma ciudad de México como figuras capitales del Ejército Trigarante.

Barcley, Morelia – Vue prise dans une rue, litografía en Élisée Reclus, Nouvelle géographie universelle, la terre et les hommes, Libro VII, París, Librairie Hachette et Cie., 1891.

La independencia absoluta, la defensa de la religión católica y la unión de los habitantes de Nueva España, sin importar origen étnico ni condición social, fueron las bases que Agustín de Iturbide utilizó en su plan proclamado en el pueblo de Iguala el 24 de febrero de 1821. Este documento, compuesto por 24 artículos, estipulaba la creación del Ejército de las Tres Garantías, fuerza militar que adquirió seguidores rápidamente debido a las relaciones de amistad que existían entre los miembros de los ejércitos realista e insurgente.

En este texto nos acercaremos a lo sucedido con el Ejército Trigarante en la jurisdicción de Zitácuaro y sus cercanías, mencionando a los principales personajes que permitieron el desarrollo del movimiento encabezado por Iturbide, así como las actividades, financiamiento, participación de fuerzas y la jura de la independencia en la región oriente del ahora estado de Michoacán.

Zitácuaro y Maravatío

En la provincia de Valladolid, la primera noticia del movimiento encabezado por Agustín de Iturbide en contra del régimen virreinal la recibió −en enero de 1821− el coronel Luis Quintanar, quien ostentaba el cargo de comandante general de dicho lugar. Iturbide lo había invitado a unirse a sus fuerzas para lograr la independencia, a lo que Quintanar se negó e informó al virrey Juan Ruiz de Apodaca sobre los planes de insurrección que se habían gestado. Desde ahí, la información corrió por diversos lugares del territorio llegando a inicios de marzo a la comarca de Zitácuaro, donde su comandante, Pío María Ruiz, también rechazó el plan.

Ramón Rayón, antiguo cabecilla insurgente que se había indultado después de la capitulación de la fortificación de Cóporo en 1817 y que servía al gobierno español en el cuerpo de urbanos de Zitácuaro, fue quien comenzó a conspirar a favor del movimiento de las tres garantías junto con el destacamento que se encontraba a su mando. Descubiertos sus planes el 6 marzo de 1821, redactó dos cartas, una dirigida a Vicente Guerrero y la otra a Iturbide, en la que les explicó lo sucedido y solicitaba su apoyo para la conquista de los territorios cercanos. De Guerrero no tuvo respuesta alguna, aun y cuando le redactó una segunda misiva. Por su parte, Iturbide le contestó favorablemente, extendiéndole incluso el grado de teniente coronel veterano de caballería, por lo que Rayón se convirtió así en un militar al servicio del Ejército Trigarante y el primero en encabezar dicho movimiento en el oriente de lo que actualmente es el estado de Michoacán.

Otro personaje fundamental fue Vicente Filísola, militar realista de origen napolitano, quien combatió en España a Napoleón Bonaparte y llegó a territorio novohispano en 1811 para luchar contra las fuerzas insurgentes que encabezaba Ignacio López Rayón. En 1820 ya fungía como comandante del territorio de Maravatío, perteneciente a la provincia de Valladolid, aunque se conocía con Iturbide desde las acciones en contra de José María Morelos en las lomas de Santa María en 1813. A fines de marzo de 1821, Filísola aceptó la invitación para sumarse al Ejército de las Tres Garantías al mando de la 13ª División.

Organización de las fuerzas

La 13ª División del Ejército Trigarante estuvo compuesta por 1 500 hombres pertenecientes a la región del oriente de la intendencia de Valladolid, en específico del Segundo Batallón y Compañía Cazadores, Primero del Tiro Fijo de México, del Escuadrón de Patriotas de Ixtlahuaca, del de Maravatío, las compañías de Zitácuaro, Laurales, Ixtapan y Tiripetío, así como de la infantería de Tuxpan, Jungapeo, Angangueo y Tlalpujahua. Con la fuerza militar generada tanto por Ramón Rayón como por Filísola, el Plan de Iguala creció en aceptación en la intendencia, al grado de quedar la plaza de Zitácuaro y el valle de Quencio en poder del napolitano. Con el control de la zona, la 13ª División y otras de los alrededores se reunieron en Zitácuaro el 7 de abril de 1821 e hicieron la jura de reconocimiento al Plan de Iguala y proclamaron la independencia de México.

Al día siguiente, Joaquín Calvo, segundo de Vicente Filísola, lanzó un comunicado en el que se dejaba claro que los cuerpos militares tendrían por objetivo repeler los ataques que se generaran en su contra o en lugares cercanos, quedando disponibles para actuar como cuerpos de defensa si el propio Iturbide solicitaba auxilio. En el mismo documento se acordaba implementar un sistema que permitiera el crecimientos del número de efectivos de los alrededores, por lo que se crearían primero las llamadas Milicias Nacionales, que estarían integradas por “vecinos honrados” que tuvieran su hogar en haciendas, rancherías o poblados circunvecinos y la disponibilidad de utilizar armas y, segundo, las Milicias Rurales y Provinciales, las cuales se compondrían de jóvenes solteros, quienes recibirían sueldo siempre y cuando tuvieran acción de armas o en situaciones específicas. Por su parte, Filísola vistió de su propio bolsillo al grueso de los efectivos, y la Iglesia realizó aportaciones generosas debido al apoyo que recibió de parte de la trigarancia en cuestiones de seguridad y respeto que se veían reflejadas en el Plan de Iguala. Proveniente de la tierra caliente y en su camino rumbo a su ciudad natal Valladolid (hoy Morelia), Iturbide supo de las fuerzas que existían ya en Zitácuaro por lo que decidió pasar por allí. Fue recibido el 10 de abril por una comisión del Ayuntamiento. Al día siguiente se reunió con los integrantes del Cabildo quienes, ante la solicitud de una contribución para la manutención del ejército, manifestaron las carencias debido a los estragos generados por el incendio orquestado por Calleja en 1812. Iturbide no tuvo más opción que exentarlos de las aportaciones.

El jefe del Ejército Trigarante abandonó Zitácuaro el 12 de abril de 1821 en compañía de Vicente Filísola y las fuerzas de su 13ª División –de la cual formaba parte un joven de ideas monarquistas que se convertiría años después en presidente de México, Mariano Paredes y Arrillaga–; la finalidad era encontrarse en Acámbaro antes de llegar a Valladolid con otro seguidor, Anastasio Bustamante. Iturbide encomendó a Rayón para que reuniera un escuadrón de caballería y el 16 del mismo mes lo nombró comandante de toda la región de Zitácuaro y Maravatío; también comisionó a Joaquín Calvo para levantar un escuadrón que comandaría él mismo, y aunque no se le otorgó distinción alguna cumplió de manera adecuada con la petición, y para el día 22 ya contaba con una fuerza de 100 soldados. Otra labor importante de Calvo fue la redacción de la jura de independencia que debían pronunciar las autoridades y vecinos de Zitácuaro, la cual se llevó a cabo el 7 de mayo.

Acciones militares

En el mismo mes, por órdenes de Iturbide, Ramón Rayón comenzó a fortificar de nueva cuenta el cerro de Cóporo, enclavado en el poblado de Jungapeo y que tanta gloria le había dado cuando sirvió a la causa insurgente. Para los trabajos de fortificación se utilizaron prisioneros capturados por diversos delitos, igual que para hacer trincheras. Las fuerzas de los alrededores también brindaron sus servicios y tras 20 días el cerro contaba ya con cinco cañones de distintos calibres, suficiente armamento para su defensa, tres nuevas compañías de infantería y dos escuadrones de caballería.

Cóporo funcionó de diversas formas a favor de la trigarancia: como lugar de abastecimiento y fuerte de defensa, como presidio y como taller de producción y reparación de armas, las cuales eran distribuidas entre los oficiales del ejército. La fabricación de armas no se enfocaba sólo en las de grueso calibre, sino también en las armas blancas, pues Ramón Rayón notificó a Iturbide que se fundían sables, espadas y lanzas. También se elaboraba pólvora, la cual se producía mediante la recolección y mezcla de diversas sustancias como carbón, salitre y azufre, materiales que podían encontrarse en la zona.

Las adhesiones al plan de independencia siguieron. El comandante Agustín Fuentes puso a disposición de Iturbide, a mediados de mayo, a 200 hombres provenientes de Toluca. Aun Quintanar, comandante de Valladolid, se unió al movimiento tras sufrir varios días de sitio por parte del jefe trigarante. Las aportaciones económicas continuaron también y para junio Ramón Rayón había logrado recolectar 36 000 pesos a favor de la causa, cantidad que alcanzaba, aproximadamente, para 30 días de la manutención de una división del ejército.

Filísola y la 13ª División acompañaron a Iturbide hacia Acámbaro. En el transcurso, Iturbide lo comisionó para tomar la ciudad de Toluca, lugar que era defendido aún por fuerzas realistas. El 19 de junio, Filísola informó que venció al enemigo en la hacienda de La Huerta, lugar cercano a la actual capital del Estado de México; al finalizar, se permitió a los enemigos heridos pasar a recuperarse a Toluca. Por esta acción de humanidad, Iturbide dio a Filísola rango y empleo de coronel y a toda la división un escudo de distinción que portarían en sus uniformes, el cual sería de fondo blanco orleado de verde en la circunferencia y en el centro el lema “Denuedo en la Batalla y Piedad con los Vencidos”.

Triunfo y caída

Después de la victoria de La Huerta, la confianza de Iturbide hacia Filísola aumentó. Una vez firmados los Tratados de Córdoba, en los que el último representante del gobierno español, Juan O’Donojú, reconoció la independencia de Nueva España, lo comisionó para tomar la ciudad de México. El napolitano debía hacerse cargo de la capital y conversar con las autoridades locales para preparar la entrada del grueso del Ejército Trigarante, estipulada para el 27 de septiembre.

La fuerza encabezada por Filísola entró a la ciudad la tarde del 24 de septiembre de 1821 en medio de aplausos, repiques de campanas y demás señales de alegría. Dos días después, las calles lucían engalanadas e imponentes, había arcos triunfales y los balcones de algunas casas estaban adornados con colgaduras, destacando muchos de ellos por ser tricolores y tener la forma de diversos prismas. El día 27 entró el grueso del Ejército Trigarante al mando de Iturbide. Ramón Rayón, quien se había convertido en uno de sus oficiales más allegados, entró también ese día al frente de las fuerzas de veteranos de Senguio, Maravatío, Tlalpujahua, Tuxpan, Taximaroa y Zitácuaro.

Posteriormente, el 2 de enero de 1822, la fortificación de Cóporo seríadesalojada por órdenes del propio emperador Iturbide y todo lo que se había producido se destinó a la ciudad de México. En cuanto a los cuerpos del ejército que habían guarnecido a Zitácuaro y sus alrededores, pasaron a engrosar las filas del regimiento número uno al mando del coronel brigadier José Antonio Echávarri. Filísola sería comisionado para salvaguardar las adhesiones de los territorios de Centroamérica y Ramón Rayón sirvió en un inicio como contador de correos del gobierno imperial.

A fines del año 1822 hubo varios levantamientos y conspiraciones en contra de Iturbide y el imperio mexicano, destacando los encabezados por el militar Felipe de la Garza, en el actual estado de Tamaulipas, y el de Antonio López de Santa Anna, en Veracruz. Dichos movimientos pretendían establecer una república y que se restaurara el Congreso disuelto por el emperador. Ramón Rayón fue nombrado representante de su majestad imperial ante las autoridades de Zitácuaro y Tuxpan, con el objetivo de conocer cuál era su inclinación política; es decir, si estaban a favor del imperio o de una república; las autoridades locales declararon que siempre se esmerarían por demostrar su vasallaje y fidelidad al imperio y pusieron como ejemplo haber sido de los primeros en jurar la independencia y el Plan de Iguala. Sin embargo, las manifestaciones contra Iturbide continuaron con el Plan de Casa Mata que encabezaba Santa Anna y que dio como resultado la abdicación del emperador y su exilio.

PARA SABER MÁS

  • Guzmán Pérez, Moisés (coord.), Cabildos, repúblicas y ayuntamientos constitucionales en la independencia de México, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas-UMSNH/H. Congreso del Estado de Michoacán de Ocampo, 2009.
  • Juárez Nieto, Carlos, Guerra, política y administración en Valladolid de Michoacán: la formación profesional y gestión del intendente Manuel Merino. 1776-1821, Morelia, Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán/CONACULTA, 2012.
  • Pérez Escutia, Ramón Alonso, Origen y desarrollo de las fuerzas armadas nacionales en Michoacán. 1820-1830, Morelia, Facultad de Historia-Coordinación de la Investigación Científica-UMSNH, 2016.
  • Moreno Gutiérrez, Rodrigo, La trigarancia. Fuerzas armadas en la consumación de la independencia. Nueva España 1820-1821, México, UNAM/Fideicomiso Felipe Teixidor y Monserrat Alfan de Teixidor, 2016.

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