Flor de María Salazar Mendoza
Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades (UASLP) / Archivo Histórico del Estado “Lic. Antonio Rocha”
Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 52.
La Restauración de San Luis Potosí tuvo un compromiso decisivo con las fuerzas militares conservadoras y francesas que obligaron a Benito Juárez y al gobierno republicano a salir de la ciudad donde se estableció durante siete meses.
Los triunfos militares del general conservador Tomás Mejía sobre las fuerzas republicanas a finales de 1863 y en el primer semestre de 1864, en San Luis Potosí, fueron seguidos y documentados con lujo de detalles por el periódico La Restauración. De acuerdo con la opinión de sus editores, dichas victorias permitieron reinstalar la armonía, la tranquilidad y la paz. En sus páginas reflejaban que el genio militar de Mejía, apoyado por la milicia francesa, daba a los conservadores monarquistas la conquista de la plaza, conseguía que los supremos poderes encabezados por Benito Juárez y sus ministros abandonaran San Luis Potosí, entonces capital de la república, además de que la ciudad se adhería formalmente al imperio el 4 de enero de 1864.
La Restauración, Periódico Oficial del Departamento desempeñó un papel esencial para el grupo monárquico y sus adeptos, con la exaltación de los triunfos de Mejía difundidos en sus publicaciones de los días miércoles y sábado. Las construcciones discursivas a favor de los franceses, “aliados de los mexicanos” en el proyecto imperial, y una imagen antijuarista, fueron útiles para deslegitimar política y socialmente al gobierno republicano. Se desconoce el número de lectores y el tiraje del periódico –la suscripción valía “un peso cada mes adelantado en la capital y diez reales para fuera franco de porte”–, pero su lectura fue una caja de resonancia en ámbitos familiares, así como en reuniones sociales y encuentros ocasionales.
En el siglo XIX, la prensa fue el medio de comunicación a través del cual circularon noticias nacionales y del extranjero, literatura y corrientes de pensamiento. Hacia la segunda mitad del siglo, el contenido de los periódicos se fue ampliando, de forma que comenzaron a agregarse anuncios comerciales, especialmente en los de información. En San Luis Potosí existieron una serie de publicaciones que se imprimieron en 1863, las cuales destacan por su apoyo al gobierno republicano: El Monarca (26 de agosto-6 de diciembre) y La Independencia Mexicana (15 de junio-19 de diciembre), ambos con dos redactores notables: Guillermo Prieto y Francisco Zarco. Su aparición y ocaso fueron marcados por la presencia de los supremos poderes en San Luis Potosí.
En la actualidad, los periódicos se resguardan en repositorios fuera del estado potosino. La Restauración se custodia y preserva en el Archivo Histórico del Estado “Lic. Antonio Rocha”. Por ser un medio oficial, la información era sesgada y la balanza se inclinaba hacia los conservadores promonarquistas. Tomando en consideración esta característica, el acercamiento a las opiniones publicadas posibilita conocer la manera en que los editorialistas concibieron el arribo del ejército francés y el nuevo proyecto político encabezado por un príncipe católico europeo. De acuerdo con ellos, los franceses y el emperador Maximiliano restituirían el orden anhelado por los mexicanos por más de cuatro décadas.
Después de concluir la cruenta guerra de tres años (1857-1860), todo indicaba que los liberales gobernarían en un escenario menos violento, sin embargo, no fue así, ya que prevalecían dos ideas sobre qué tipo de gobierno debería adoptar la nación; a los conservadores les convencía un sistema monárquico moderado encabezado por un emperador de origen europeo, mientras que los liberales pretendían mantener el gobierno republicano. Poco después de prestar juramento como presidente de México –15 de junio de 1861–, Benito Juárez García expidió un decreto ante la crisis económica, en el que se señaló la suspensión temporal –dos años– de los pagos de la deuda pública. Los principales acreedores, España, Francia e Inglaterra se pronunciaron en contra de la medida presidencial y rompieron relaciones con México. Las potencias convinieron reunirse en Londres para firmar una Convención y para octubre formaron la Alianza Tripartita, que entre sus primeras resoluciones y con el propósito de reclamar el pago de los adeudos, enviaron tropas a México.
A través de la diplomacia, Juárez llegó a un arreglo con España e Inglaterra y se firmaron los convenios preliminares de la Soledad; Francia los rompió porque el emperador Napoleón III tenía la intención de invadir el territorio mexicano con el fin de expandir su imperio a tierras americanas al tiempo de restar poder a Estados Unidos. El conflicto se intensificó y los franceses terminaron imponiéndose a los divididos mexicanos, iniciando la invasión. Tras la derrota del 5 de mayo de 1862 en Puebla, y el avance de las fuerzas francesas, Juárez decidió trasladar los supremos poderes a la ciudad de San Luis Potosí y convertirla en capital de la república. El gobernador y comandante militar de San Luis Potosí, el general Francisco Alcalde, le ofreció garantías para que pudiera gobernar, y así fue entre el 9 de junio y el 22 de diciembre de 1863. San Luis fue una plaza altamente disputada por diversos bandos en combates preliminares, y esta situación se prolongó desde 1863.
Los desafíos que enfrentaron los habitantes de la ciudad fueron considerables. Se requería organización, recursos económicos, hombres, armas, animales y otro tipo de enseres para la guerra. Se formaron batallones para cuidar la ciudad y las mujeres crearon una junta permanente encargada de recolectar dinero, solicitar donativos y organizar funciones de teatro y corridas de toros “a beneficio de los hospitales donde daban auxilio a heridos y enfermos que combatían”.
Antes de que tuviera lugar la batalla del 27 de diciembre de 1863, y la victoria de Mejía, se registraron algunas escaramuzas; los republicanos no bajaron la guardia. Sin embargo, informes remitidos a Juárez advirtieron que el general monarquista se aproximaba a la ciudad. Por ello, el presidente juzgó conveniente salir de San Luis Potosí rumbo a un destino que permitiera salvaguardar su integridad y la de sus acompañantes, y así lo hicieron el 22 de diciembre. El general Miguel Negrete, junto con el comandante militar Alcalde, intentaron recuperar la ciudad, pero fue en vano.
Las noticias respecto a la salida de Juárez y el triunfo conservador ocuparon las páginas de La Restauración. El sábado 2 de enero de 1864 se publicó una crónica de la batalla, descrita por su redactor, Pedro L. Llanas, como un suceso épico. Narró que la división que comandó el general Tomás Mejía peleó valerosamente, las hostilidades tuvieron una duración de cuatro horas “de fuego de fusilería vivo e incesante de una parte y de otra”. Según se asienta, Mejía, “vencedor en tantas batallas”, debió su triunfo a la intervención de la providencia que actuó “a favor de la sociedad”.
Periódicos conservadores y partidarios de la monarquía que circularon en la ciudad de México como El Pájaro Verde y La Sociedad mostraron un argumento teológico análogo al que se expresó en La Restauración. Este decía que sólo un ser inteligente y superior en el universo fue capaz de mediar para que la sociedad mexicana al fin tuviera una posibilidad concreta de conseguir el bienestar acariciado. En contraste, en una abierta postura antirepublicana, indicaba que dos días antes del grandioso suceso, los liberales, “enemigos de Dios y verdugos de la humanidad”, habían abandonado la ciudad de San Luis tomando rumbo hacia Matehuala.
La guerra se libró desde la prensa y no sólo en los campos de batalla, la pluma de los editorialistas desempeñó uno de los papeles más relevantes en el imaginario social para fortalecer la idea de que la monarquía era el único sistema capaz de volver a unir a los mexicanos.
En diversas ediciones de enero de 1864 se continuó informando sobre la batalla final. El periódico transcribió tres documentos: en uno de ellos el “coronel jefe del estado mayor general” de la división, Antonio Gayón, informó al general Mejía sobre las bajas –49 muertos y 65 heridos– y precisaba grado, batallón, regimiento, escuadrón, sección de la división, nombre y apellido de la mayoría de los participantes; el segundo es una relación del número de prisioneros –839–, de los cuales hay 29 registros con nombre, apellido y grado; del resto, se dice que eran sargentos, cabos y soldados; y el tercero refiere cantidades, especificaciones y tipo de armamento decomisados a las fuerzas liberales como “fusiles, rifles y carabinas 390; bayonetas 56; cañones de a cuatro rayados 6; cañones de a ocho 2; velas cónicas para cañón de a cuatro 850; cartuchos con sólo pólvora para cañón de a cuatro 978; mulas para carros 58 y 20 instrumentos de banda”, entre otros.
Los números sobre el armamento confiscado, así como de hombres aprehendidos, revelaban un triunfo incuestionable y generaba confianza en el proyecto monárquico entre la población de San Luis Potosí. El armamento recuperado por las fuerzas triunfantes daba cuenta del botín obtenido y ponía a los conservadores un paso por delante de los republicanos, de allí la importancia del catálogo.
Por otro lado, el triunfo de Mejía debía celebrarse, decía La Restauración, porque así se aseguraba la reinstalación de la armonía, la tranquilidad y la religión. Para agasajarlo, informaba, se organizaron varios actos en su honor; primero hubo una misa, la cual se celebró a las nueve de la mañana del frío y lluvioso sábado 2 de enero de 1864 en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, que “en acción de gracias ha mandado decir el Exmo. Sr. General Mejía, como un digno tributo de gratitud a la Reina de los cielos, por haber liberado a esta hermosa ciudad […] de caer en las manos de los enemigos del orden y de la religión”. Entre los asistentes estuvieron “la oficialidad y la mayor parte de todas las personas notables de esta capital”. Al concluir, una comitiva se dirigió a la casa del señor Mariano Martínez, donde se sirvió un “exquisito refresco […] Después de las ceremonias de costumbre comenzaron los brindis llenos de fuego y de entusiasmo por la brillante división Mejía […] por Maximiliano de Austria emperador de México; y finalmente por la completa restauración del orden y la paz en todo el imperio mexicano.” El domingo 17 de enero se ofreció una comida a la tropa en la Calzada de Guadalupe y por la noche hubo un baile que organizó el comercio de la ciudad en el salón principal del palacio de gobierno.
En la sección “Noticias varias” apareció una reseña descriptiva sobre las mujeres que asistieron al evento nocturno, en la que se resaltaron detalles sobre el vestuario, comportamiento y belleza de las jóvenes convidadas: así, por ejemplo, la señorita Josefita Lambarri era “una hermosa niña de veinte años de edad: sobre su cuerpo esbelto y gracioso como el de una ondina se mira una cabeza de ángel”, y Angelina de Hoyo iba “vestida con una elegancia y sencillez imposible de describir: un vestido de maure color tierra entallaba su esbelto y delicado cuerpo; un peinado verde con espiga de oro sostenía su luenga y sedosa cabellera y un prendedor riquísimo brillaba en su pecho”. El autor poseía un arquetipo de mujer: joven, bella, esbelta y elegante. ¿Cuántas mujeres de la ciudad tuvieron este perfil? Quizá para quienes escribieron, la función de la mujer debería estar limitado a las causas altruistas, a escribir poemas, como el que dedicó “Una potosina” al joven general oriundo de Querétaro, así como asistir a eventos sociales.
Cuando Tomás Mejía tomó el control político, San Luis Potosí quedó formalmente integrado al imperio a través de un acta de adhesión del 4 de enero de 1864. Ese día entraron al Departamento de San Luis Potosí las tropas francesas de “El 62 de Línea”, comandadas por el coronel barón Gustave Aymard. A la par, se instaló el Ayuntamiento y se nombró a Darío Reyes prefecto superior político. Édouard Douban, vicecónsul de Francia en San Luis Potosí, fue informado sobre las nuevas autoridades y la instalación del gobierno.
Al tiempo que las autoridades departamentales se hacían cargo de sus nuevas responsabilidades, las fuerzas militares de Mejía y Aymard derrotaron entre abril y mayo a algunos grupos “disidentes”. Resalta el enfrentamiento que tuvo lugar en el Departamento de Matehuala, el 17 de mayo de 1864, contra los últimos liberales que intentaron recuperar San Luis Potosí, comandos por el general Manuel Doblado.
La reseña a propósito de este suceso sobreestima a los jefes mexicano y francés y desdeña la actuación de Doblado y sus fuerzas, que perdieron 35 hombres y 1 210 fueron hechos prisioneros. Los redactores resaltaron el humano sentimiento de los partidarios de la monarquía por no haberlos matado: “La religión y el patriotismo se interesan en que tan noble ejemplo siga siendo imitado.” Además de las bajas militares, el “juarismo” perdió 17 piezas de artillería “con cureñas y todos los útiles respectivos”, 25 carros, 236 botes de metralla, 262 granadas, 659 fusiles de percusión, 250 mulas “e increíble cantidad de parque de artillería e infantería, lanzas, bayonetas, atalajes, etc.”. De acuerdo con la cuantificación realizada por los monarquistas, los liberales aún contaban con suficiente armamento para dar pelea, y hasta de triunfar. El redactor escribió que el general Doblado –acompañado por su ayudante y el cochero, únicamente– había pasado por la hacienda La Soledad la noche del 17 y “se lamentaba de su derrota”. La imagen que describe es la de un hombre inerme, sin oportunidad alguna y es, quizá, una metáfora del gobierno republicano.
La última noticia sobre el general Mejía y la proeza de Matehuala se publicó el sábado 4 de junio de 1864. Se dijo que había entrado a la ciudad de San Luis Potosí el viernes 3 a las “5 de la tarde en medio del estrepitoso bullicio de un pueblo que le debe tanta gratitud” y que en “numerosísimas masas le formaba gruesa valla por las calles de tránsito hasta su alojamiento”. Repiques, salvas de cohetes y vítores en su honor se escucharon por más de una hora “al ilustre y glorioso triunfador de Matehuala”.
El reconocimiento trascendió el ámbito local, pues desde Miramar, Mejía fue nombrado por el emperador de México, Caballero Gran Cruz de la nacional y distinguida orden de Guadalupe. La honrosa condecoración fue “por los altos servicios que ha prestado a la nación”, misma que recibió el 28 de mayo de manos del coronel barón Aymard. En el texto que firmaba José Morillo a propósito de la distinción al joven general, sintetiza los servicios que había prestado el “patriota”, quien “nunca fue vencido sino vencedor”. El autor refiere su participación militar de la década de 1850 exaltando sus operaciones en la Sierra Gorda, centrándose en las batallas que le fueron encomendadas en San Luis y Matehuala, por las cuales, dice, le proclamaban los potosinos y sus autoridades “el salvador de San Luis”. Por último, Morillo subraya sobre Mejía: “Esforzado y terrible en la lucha, modesto y generoso en el triunfo; lo mismo esgrime su valiente espada contra los enemigos de Dios y de la civilización, que perdona al vencido y derrama sobre él tesoros de clemencia y de consuelo.” Las atrocidades que pudo haber cometido se desvanecieron, únicamente se refirieron sus meritorios triunfos desde poco antes de la contienda civil hasta sus victorias en 1863 y 1864. Tanto por la actuación del general monarquista como por el apoyo del ejército francés aliado, los potosinos se sumaron así al segundo imperio mexicano.
PARA SABER MÁS
- Galeana, Patricia (coord.), El impacto de la intervención francesa en México, México, Siglo XXI, 2011.
- Palacios, Guillermo y Erika Pani (coords.), El poder y la sangre. Guerra, Estado y nación en la década de 1860, México, El Colegio de México, 2014.
- Palacio Montiel, Celia del, “La prensa como objeto de estudio. Panorama actual de las formas de hacer historia de la prensa en México”, Comunicación y Sociedad, 2006, en https://cutt.ly/ijG70bt