Dolores Ballesteros
Instituto Mora
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 12.
En estos meses en los que se ha venido celebrando la Independencia de México, se han recuperado los acontecimientos en los que participaron distintos miembros de la sociedad del momento, desde los llamados héroes nacionales hasta la sociedad en su conjunto. Sin embargo, un grupo de novohispanos no ha sido tan mencionado pero también participó en esta lucha insurgente: la población de origen africano. Este grupo estaba formado por los africanos traídos como esclavos y sus descendientes, producto, muchos de ellos, de las mezclas con la población indígena y española. Así, se presentará brevemente su participación en la Independencia, la legislación que les afectó en este momento de transición política y el cambio en su representación del periodo virreinal al México independiente. En definitiva, se buscará recuperar brevemente su participación y presencia en este momento clave en la historia de México.
Con el estallido del movimiento insurgente, la población de origen africano, como el resto de los habitantes, tomó posiciones en el conflicto. Entre los detenidos acusados de haber participado en la causa insurgente entre 1810 y 1812 había 48 afronovohispanos, como señala el historiador Eric van Young. Se desempeñaban como trabajadores rurales, artesanos, pequeños comerciantes y arrieros y la mayoría fue condenado a trabajos forzados de 13 a 24 años y unos pocos a muerte (7%).
En los testimonios de la época se encuentran referencias a las actitudes que adoptaron hacia el movimiento insurgente. Por ejemplo, Manuel Ignacio Hernández, cura de Tlapacoyan (Veracruz), declaraba que la causa insurgente recibía un apoyo considerable del pueblo de Nautla, en especial de los habitantes de origen africano que, según el religioso, guardaban cierto odio a la población blanca. Asimismo, en Papantla, unos 200 hombres de origen racial mixto apoyaban allí a los insurgentes, aunque sólo tenían armas 50 o 60. En Veracruz, los afronovohispanos defendieron las costas, camuflados en la vegetación del lugar de tal forma que las tropas realistas no se atrevían a avanzar.