Fantasías y desilusiones de un inmigrante judío

Fantasías y desilusiones de un inmigrante judío

Tamara Gleason Freidberg
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 22.

La emigración a México de judíos europeos está hecha de familias como las de Román Wajsfeld y Rivke Leye Gura, dos militantes socialista bundistas y antirreligiosos a los que hasta el mismo hecho de ser patrones y no empleados les generaba contradicción. El espíritu liberal de la Constitución mexicana los animó a abandonar Francia ante la llegada del nazismo a Europa. Se asentaron, formaron parte de la comunidad y fueron solidarios sin importar si se trataba de perseguidos políticos o empleados.

2. Acercamiento a la foto anterior. Primera lAi??nea al centro, principales lAi??deres del Bund.Col. Lily Sheiman.
Principales líderes bundistas en México, ca. 1940. Col. Lily Sheinman

Los judíos llegaron a México de diversos países, con tradiciones, idiomas y costumbres diferentes. Para las primeras décadas del siglo XX se encontraban en el país judíos que provenían de Medio Oriente, los Balcanes, Europa central y Europa del este. La mayoría llegó a México sin saber cómo era el país, debido a que en realidad deseaban ir a Estados Unidos, a pesar de que allí se había establecido un sistema de cuotas que dificultaba la migración. Con el tiempo, los diversos grupos de judíos se establecieron en el país e inclusive buscaron que sus familiares consiguieran visas para reunirse con ellos.

Los judíos de Europa del este –Polonia, Rusia, Lituania, Ucrania, etcétera– eran conocidos como askenazí y su lengua principal era el idish, idioma germánico con elementos lingüísticos semíticos y eslavos. Llegaron a México principalmente entre 1900 y 1930, etapa durante la cual la migración no fue tan difícil como lo sería durante los años siguientes, cuando también aquí se comenzó a aplicar un sistema de cuotas.

Los askenazíes salieron de Europa ya que perseguían mejorar sus condiciones económicas y sociales. La pobreza y la violencia del antisemitismo eran, además, una constante en sus vidas. Inclusive algunos de ellos emigraron por la persecución que sufrieron por su filiación a movimientos políticos de izquierda democrática. Por ejemplo, los grandes cambios que tuvieron lugar en Europa del este desde fines del siglo XIX habían favorecido el desarrollo de movimientos judíos no religiosos como el sionismo y el bundismo, este último surgido del Bund, partido de orientación socialista y democrática nacido en 1897 como la Liga de Trabajadores, y con gran impacto en Polonia en el periodo de entreguerras. Sus participantes provenía por lo general de hogares muy religiosos, que una vez en el partido se hicieron laicos, sin renunciar a su identidad judía, aunque no sobre la base de la religión sino apoyándose en el idish y la reciente cultura judía laica.

Los que se establecieron en México mejoraron de manera paulatina su situación económica. Pasaron de ser obreros y artesanos a convertirse en comerciantes y empresarios. Para algunos, principalmente para los socialistas, este cambio de vida representó una contradicción con su propia ideología y tuvieron que enfrentarla.

BiC22-WEB_PA?gina_94
Trabajadores judíos en un taller de sastrería en México D.F., ca. 1935. Col. Lily Sheinman.

Y es aquí cuando comienza la historia que vamos a contar. Es la historia de una pareja de judíos polacos: Roman Wajsfeld y Rivke Leye Gura, una de tantas parejas que dejó a un lado su pasado religioso, se unió al partido bundista y después, debido a las represiones en contra de los socialistas, decidió emigrar a Francia, donde no se quedaría. Con ayuda de un amigo bundista polaco, residente en México, Wajsfeld recibió en 1936 los documentos necesarios para emigrar hasta aquí.

Una vez en México, los Wajsfeld tuvieron que empezar desde abajo y para eso cosieron ropa y la vendieron en las calles. Con tiempo y esfuerzo lograron establecer un negocio y sufrieron las contradicciones de ser socialistas al mismo tiempo que empresarios. Para conocer esta historia con más detalle, su hija, Maya Wajsfeld, nos cuenta sobre la migración y vida en México de la pareja.

Maya nació en París en mayo de  1931.  En su casa habló siempre idish, el idioma de los judíos de Europa del este. Cuando tenía cinco años de edad sus padres consiguieron visas para trasladarse a México y ya en la capital mexicana, estudió en escuelas públicas y más tarde en una judía. Después de casarse y tener hijos, decidió incorporarse al seminar, seminario de maestros de idish y hebreo.Desde entonces ha sido una activista del idish, duramente debilitado porque la mayoría de sus hablantes murieron en el Holocausto, aunque en México fue enseñado durante décadas por la comunidad judía. Durante 35 años ha dado clases de historia y literatura idish en escuelas judías y hasta la fecha su grupo de conversación en idish se reúne cada quince días. Da también clases a grupos de la tercera edad.

[…]
Para leer el artículo completo, consulte la revista BiCentenario.