Esta fue su bandera

Esta fue su bandera

María Eugenia Arias Gómez / Instituto Mora

BiCentenario #16

Mire, señor Madero, si yo, aprovechándome de que estoy armado, le quito su reloj y me lo guardo, y andando el tiempo nos llegamos a encontrar, los dos armados con igual fuerza ¿tendría derecho a exigirme su devolución?Sin duda, le dijo Madero; incluso le pediría una indemnizaciónPues eso, justamente termina diciendo Zapata, es lo que nos ha pasado en Morelos, en donde unos cuantos hacendados se han apoderado por la fuerza de las tierras de los pueblos. Mis soldados (los campesinos armados y los pueblos todos) me exigen diga a usted, con todo respeto, que desean se proceda desde luego a la restitución de sus tierras.

Captura de pantalla 2013-10-21 a las 10.45.05Hace cien años, Emiliano Zapata Salazar se suma a la Revolución en 1911. Este jefe morelense, que inicia con unos cuantos seguidores en su entidad, reúne a miles durante el curso revolucionario en el que sostiene una causa agrarista que hereda y por la que da la vida. Después de ser asesinado a traición, su firmeza en la guerra trasciende en la historia, convirtiéndolo en símbolo del agrarismo en Morelos, a lo largo y ancho de los Estados Unidos Mexicanos, así como en otros países del mundo.

La autenticidad de esa causa no data del tiempo de Emiliano. Para entenderla como la fuerza palpitante y resurgida que es a la fecha, hay que retroceder muy atrás: a la época colonial, porque inicia entonces el problema entre pueblos y haciendas por el agravio de estas últimas unidades en contra de los campesinos al despojarlos de sus tierras, aguas, pastos, bosques y demás recursos naturales. El conflicto acontece en diversas comarcas, principalmente en el centro sur de nuestra república, en la región que hoy se llama estado de Morelos y donde nace Zapata.

A través de varias centurias, los campesinos reclaman sus derechos mediante representantes que llevan los títulos de propiedad ante las autoridades en forma pacífica, pero otras veces lo hacen con las armas en la mano. Aquella causa ancestral, sustentada por los precursores agraristas, se asociará al liderazgo del sujeto histórico que con tenacidad reclamará la devolución de la tierra a sus legítimos dueños y que tendrá un nombre nuevo: zapatismo.

El problema agrario, que se recrudece, culmina en la época porfiriana y al momento en que Francisco I. Madero llama a la guerra, buena parte del campesinado se suma a ella esperanzado en que se hará justicia, pues el artículo 3° del plan de San Luis señala que se regresará la tierra a quien le pertenece. La participación de este sector significa una fuerza poderosa que promueve la caída del gobierno dictatorial encabezado por Porfirio Díaz, fin por el que se convocara a la revolución y una vez que se logra, Francisco León de la Barra sube al poder de manera interina y luego Madero.

David Alfaro Siqueiros, "Revolucionarios a caballo" (fragmento)
David Alfaro Siqueiros, “Revolucionarios a caballo” (fragmento)

Pluma y fusil apuntan contra los combatientes desde que se incorporan a la lucha en marzo de 1911, hasta que muere el caudillo en abril de 1919. Una campaña de desprestigio llevada a cabo sobre todo por la prensa conservadora del año once en la ciudad de México exhorta a ir contra “la barbarie”, ya que los zapatistas se manifiestan como “rebeldes y elementos mórbidos que brotan del subsuelo y atentan contra la civilización”; es entonces que se aplican los peores denuestos a Zapata para concebirlo como bestia y bandido, como la aparición del subsuelo que quiere borrar todas las luces de la superficie, y para llamarlo Gengis Khan y Atila del Sur.

Un hecho importante en el proceso histórico del zapatismo es cuando Emiliano adquiere el mando al ser reconocido por gente del municipio de Ayala y jefes locales de otros lugares en su estado, lo que acontece tras la muerte de Pablo Torres Burgos, cabeza del maderismo y director inicial del movimiento en los últimos meses de 1910 y los primeros de 1911; uno más, el momento en que los zapatistas se separan de Madero considerándolo traidor, porque da prioridad al licenciamiento de armas y a la instauración de un orden democrático.

A mediados de 1911, Emiliano se entrevista con Madero en la ciudad de México, expone las razones de su levantamiento y le solicita que cumpla lo prometido, pero aquél insiste en que desarme a sus tropas. Y es, de acuerdo con Gildardo Magaña, que Zapata acercándose, señala la cadena de oro que trae y en el que ambos sostienen el diálogo con que inició el relato.

A poco de que Madero resultara electo como presidente constitucional, en noviembre de 1911, los zapatistas se manifiestan a través de un documento que enarbolan como su bandera: el Plan de Ayala, cuya versión original, que data del 25 de aquel mismo mes y año, se atribuye principalmente a Otilio Edmundo Montaño; días antes, Zapata y unos seguidores son perseguidos en la zona de Ayala y arrojados de Morelos a Puebla por fuerzas del gobierno y, cerca de Miquetzingo, él y Montaño revisan lo que ambos han bosquejado por escrito desde que Madero postergara las demandas agrarias, terminan de redactarlo y lo proclaman en Ayoxustla, Puebla.

Captura de pantalla 2013-10-25 a las 12.54.16Los jefes locales, respondiendo al llamado del caudillo, se concentran con su gente en Ayoxustla y esperan inquietos. Zapata y Montaño salen del jacal donde han ultimado detalles; el primero los exhorta: “¡Ésos que no tengan miedo, que pasen a firmar!” Luego, de pie, junto a una pequeña y rústica mesa que sirve de base, se lee el plan. Sorprendidos y emocionados, pasan a firmarlo. Unos músicos traídos de Miquetzingo interpretan el himno nacional que se canta en posición de firmes. Unos cohetes truenan y se hace la jura de la bandera de México que, puesta en alto, es flanqueada por Emiliano y Eufemio Zapata ante los que desfilan las tropas.

Después, cada quien toma su camino. Emiliano regresa a Morelos y estando acampando en una ranchería cercana al mineral de Huautla, ordena que traigan una máquina de escribir, papel carbón y al cura local. Emigdio Marmolejo le pregunta: “¿Y si no quiere venir?”, a lo que aquél contesta que no va a consultarle su opinión, que lo lleve y que si se resiste lo obligue a caminar con la máquina en la cabeza. El sacerdote acude y reproduce el plan.

Zapata envía carta a Gildardo Magaña, comisionado en la ciudad de México, y le recomienda que lo imprima; le expresa no le importa que la prensa mercenaria les llame bandidos y los colme de oprobios; que él como no es político, ni entiende de esos triunfos en que los derrotados son los que ganan, está resuelto a luchar contra todo y todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de su pueblo. Es entonces que la primera versión impresa se publica en el periódico liberal Diario del Hogar, a mediados de diciembre de 1911, y es la que se conoce en la capital del país; en ella, hay correcciones gramaticales, varias modificaciones de contenido y el lema original de la manuscrita (Justicia y Ley), aumenta a Libertad, Justicia y Ley.

El plan de Ayala legitima a la causa agrarista y determina la identidad del zapatismo. Constituye un programa radical que señala cómo resolver la problemática en el campo tanto en Morelos y sitios donde se enarbola, como en todo el país. Plantea además la manera de seguir la lucha y con qué mecanismos legales se sostendrá. Hace suyo y reforma al plan de San Luis; revela las ideas que lo inspiran, entre ellas las de los hermanos Flores Magón a través del Partido Liberal Mexicano y de Regeneración, su portavoz, asimismo las de Paulino Martínez y los hermanos Magaña.

Está integrado con una breve introducción y quince artículos. Inicia diciendo que quienes lo suscriben, se han constituido en junta revolucionaria para sostener y llevar a cabo las promesas que hiciera la revolución de 1910; que declaran ante la faz del mundo civilizado que los juzga y ante la nación a que pertenecen y aman, los propósitos que formulan para acabar con la tiranía que los oprime y redimir a la patria de las dictaduras que se les imponen, las cuales determinan en el plan.

Arnold Belkin, "Serie Zapata II"
Arnold Belkin, “Serie Zapata II”

El plan advierte por qué Madero es traidor y exige su renuncia, así como la de otros representantes políticos. Demanda que haya otros gobernadores y que tenga lugar una reunión de revolucionarios para designar a un ejecutivo interino en México, quien ha de convocar a elecciones de los poderes federales. Propone como Jefe de la Revolución Libertadora a Pascual Orozco y en su defecto a Emiliano Zapata. Plantea la restitución agraria inmediata, la expropiación previa indemnización, la nacionalización de bienes de los enemigos y cómo pensionar a los deudos de quienes caen en la guerra. Termina exhortando al pueblo mexicano para que lo apoye con las armas en la mano.

En sostén de dicha insignia están las personas que han sufrido el despojo agrario y el ultraje; campesinos pobres y medios, peones acasillados, medieros y arrendatarios; rancheros que tienen que pagar a las haciendas por derechos de peaje y paso de animales. Y si la tierra es el eje en torno al que gira la presencia zapatista, también hay otros motivos por los que muchos se suman a la guerra: el temor a los amos y los capataces, a la leva y a las autoridades, a las campañas de persecución; por tener libertad, o porque sus mayores o compañeros se han ido con Emiliano.

La mayoría que defiende el plan de Ayala en Morelos, es de campesinos armados que dedican un tiempo a la lucha y otro al cultivo; forma bandas que no viajan juntas, que sólo se reúnen para atacar objetivos comunes y que dan la impresión de vivir diseminados en las montañas. Como cuerpo militar, integra al Ejército Libertador del Centro y Sur, cuyas unidades son tropas pequeñas no siempre bien organizadas y que practican la guerra de guerrillas como táctica principal, basada en el ataque sorpresivo y la dispersión inmediata.

La supervivencia del movimiento en ese estado se debe a quienes enarbolan el plan con fervor, mujeres y hombres apoyados por ancianos, jóvenes y niños. El carácter popular y campesino del zapatismo se advierte en la ropa de los guerrilleros, que visten por lo general con camisa y calzón de manta, sombreros de ancha ala y huaraches, vestimenta por la que se han dado en llamar las liebres blancas y por su agilidad, que les permite escabullirse en los montes, donde andan a salto de mata al ser perseguidos por sus enemigos.

Rasgo singular e incipiente del movimiento que enarbola aquel emblema es su sentido original agrarista y local. Sin embargo, al paso de los años, el zapatismo tiene carácter regional y nacional cuando gana mayor espacio y amplía sus metas, a partir de que se propaga en los estados circunvecinos y alcanza otras comarcas, adhiriéndose a él más adeptos con diversas ideas. Aun así, en el comportamiento de los locales y en la expresión de sus demandas, hay signos en los que prevalecen la tradición o la costumbre morelense– Emiliano, por ejemplo, siendo el jefe más reconocido en la región centro sureña de México, se remite a veces a la autoridad de los ancianos.

Conforme avanza la lucha, la enseña zapatista incluye considerandos, reconocimientos, desconocimientos, adiciones; variantes que explican el porqué de su separación de otros movimientos. Entre sus enmiendas cabe la de fines de mayo de 1913 mediante la que se desconoce a Pascual Orozco como líder, por haber simpatizado con el gobierno de Victoriano Huerta, y por la que Emiliano Zapata queda a la cabeza del Ejército Libertador del Centro y Sur.

Captura de pantalla 2013-10-25 a las 12.53.00Después que Huerta cae del poder, las controversias de los revolucionarios tratan de allanarse en la Convención reunida en la ciudad de México y en la de Aguascalientes en octubre de 1914; a esta última asiste una comisión zapatista, encabezada por Paulino Martínez. El plan de Ayala es reconocido casi en su totalidad, gracias a la participación del ideólogo Antonio Díaz Soto y Gama. El gobierno convencionista, a poco de constituirse inicia y promueve cambios en Morelos y en los lugares donde se adopta el plan, al tiempo que es desacreditado y perseguido por el que instituyen los carrancistas.

A partir de ese año catorce se produce un gran número de ediciones del plan con sus ratificaciones; en una de las publicaciones salida a la luz en México en 1915 destaca el “Proemio” debido a pluma de Dolores Jiménez y Muro, quien, afiliada al zapatismo, escribe una alabanza a Emiliano, donde lo compara con Hidalgo, Morelos, Guerrero y Juárez, y señala además que aunque le pese a muchos, hasta los mismos poderosos comprenden y reconocen la justicia que abriga la bandera de Ayala.

Firme compromiso en apoyo de aquel pabellón, considerado como una cosa sagrada convertida en blasón, se revela en las fuentes a las que recurre el historiador: ya la palabra escrita y la oral, ya el corrido popular, aún en otros materiales como la literatura y la iconografía en su diversidad. “Plan de Ayala-lucha agrarista-Emiliano” constituyen una frase, un símbolo que, tras morir el caudillo y a partir de los años veinte sugiere, connota, cómo la Historia da el fallo a favor, y al hacer justicia mueve a la bandera, la causa y al hombre en heroico nicho donde ha de venerarse al antes “Atila del Sur” como “el reivindicador agrario” de todo un país.

PARA SABER MÁS:

  • FELIPE ÁVILA ESPINOSA, Los orígenes del zapatismo, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, 2001.
  • FRANCISCO PINEDA GÓMEZ, La irrupción zapatista, 1911, México, Era, 1997.
  • * Ver ¡Viva Zapata!, dir. Elia Kazan, 1952, DVD.
  • * Visitar el museo de Anenecuilco, Morelos.
  • * Escuchar el Corrido del Plan de Ayala, de Leonardo
  • Kosta, interpretado por el grupo Tribu en http://www.bibliotecas.tv/zapata/corridos/corr03.html