Editorial #11

Editorial #11

BiCentenario #11

Después de las celebraciones

Este número es la intersección de dos ejes de reflexión: la historia que se seguirá escribiendo después de las celebraciones de los centenarios y una suerte de arqueología parcial de nuestras identidades cambiantes, múltiples y contradictorias. Cada artículo y cada detalle se mueven como los cristales de un caleidoscopio, formando figuras que nos recuerdan el ayer, le dan sentido al hoy y se proyectan como trazos apenas distinguibles para darnos una idea de lo que podría ser el futuro.

El artículo sobre los intereses y las circunstancias políticas que favorecieron la boda entre el general Porfirio Díaz y Carmen Romero Castelló es sólo una probadita de la cantidad de sorpresas que todavía quedan por descubrir si seguimos excavando en los archivos y atendiendo a las voces que resuenan a lo largo y ancho de nuestra historia nacional. La correspondencia de Matías Quintana a su hijo Andrés Quintana Roo y a su nuera Leona Vicario, así como un artículo sobre la Revolución en Campeche, constituyen dos ejemplos de esa historia que seguimos obligados a descubrir, completar y reconstruir ahora que han pasado las fiestas inevitables. Presentamos también cuatro artículos que esbozan los orígenes de algunos componentes insustituibles de nuestra identidad cultural. En El espectáculo de los puños exploramos los orígenes de varios deportes de contacto físico (el box, la lucha y las artes marciales), que se hicieron populares en México desde finales del siglo XIX y cuya vigencia continúa hasta nuestros días. En El Gran Circo Chiarini hablamos de la historia de uno de los primeros circos extranjeros que llegó a México durante el Porfiriato y cuyo espectáculo cautivó a chicos y grandes para contribuir al inicio de la tradición circense en nuestro país. En El chocolate en México durante los siglos XIX y XX hablamos del proceso de comercialización masiva de una bebida que ya era popular desde tiempos prehispánicos y cuyo sabor explica la mitad de las sonrisas de cualquier comensal mexicano en los últimos quinientos años. Y en Lo que llegó para quedarse…, recordamos la publicación de una curiosa revista, La Hacienda, en la cual popularizaron muchos de los artefactos “modernos” que llegaron a México durante el Porfiriato y cuya existencia hoy simplemente damos por sentada.

La arqueología de nuestras identidades continúa en un artículo sobre las “novelitas” mexicanas de la primera mitad del siglo XIX, que explora los cimientos mismos de nuestros valores patrióticos: el paisaje rural, el pasado indígena y la sensación de independencia tras el dominio español. Como lo muestra el artículo Surcar con luz y abonar con miradas, éstos y otros elementos también cobran importancia desde la perspectiva de las películas sobre el campo mexicano a lo largo del siglo pasado. El número se redondea con varios artículos y un cuento con temáticas completamente distintas y que sin embargo, tienen un leitmotiv común: la capacidad de acción de los hombres y las mujeres. Por ejemplo, Miedo en la capital explora las reacciones, unas abiertas y otras clandestinas, que distintos grupos sociales de la Ciudad de México tuvieron ante las noticias de la revolución que inició en 1810 y que culminaría con la independencia once años más tarde. Moviéndonos en el tiempo, Los condominios verticales nos recuerda que fue Mario Pani quien importó algunas ideas de Francia para promover la construcción de los primeros rascacielos construidos en México y que marcaron el futuro de las políticas urbanas del país. La Ley de Arizona y la entrevista a un migrante abordan el drama que han enfrentado históricamente algunos mexicanos en la búsqueda desesperada por un futuro que al menos desde su punto de vista parece más promisorio. Y finalmente, presentamos un breve relato que da cuenta de la valentía de los sobrevivientes a un naufragio en el arrecife de Los Alacranes.

Así, Bicentenario 11 toma ventaja de una historia que se encuentra continuamente en construcción, de nuestras identidades cambiantes y de la valentía y capacidad de acción de los hombres y mujeres para lanzarse a una aventura más: mostrarnos que las reflexiones sobre el ayer y hoy de México no pueden terminar con la conmemoración de uno o dos centenarios sino que deben seguir como parte integral de lo que somos.

JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ VIRGEN

INSTITUTO MORA

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