Jairo Eduardo Jiménez Sotero
Universidad Veracruzana
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 24.
En más de dos siglos de vida, esta fortaleza veracruzana albergó tropas de la corona española, estudiantes militares, soldados estadunidenses, revolucionarios, alemanes, italianos y japoneses durante la segunda guerra mundial, así como presos comunes. Su historia hoy se puede apreciar como museo.
Las estatuas de dos soldados de la corona española reciben al visitante cuando se ingresa al castillo de San Carlos de Perote. Representan a los centinelas Francisco Ferrer y Jaime Castells, quienes por abandonar la guardia en el baluarte de Figueres, Cataluña, a fin de batirse por el amor de Olalla de Clots, y pese a haber muerto ambos en el encuentro, fueron condenados a montar eterna vigilancia en ultramar.
La toma de La Habana en 1762 por parte del imperio británico y el estado deplorable en que se hallaban San Juan de Ulúa y las murallas que protegían a Veracruz llevaron al virrey Joaquín de Montserrat, marqués de Cruillas, a pedir el apoyo de la corona para la fortificación del puerto, lo cual suponía la necesidad de erigir en el pueblo de Perote, sobre el Camino Real, y a tres tránsitos regulares de tropas del puerto, un almacén para la gran cantidad de pertrechos que requerirían las tropas, y que el clima caluroso de la costa echaría a perder. El proyecto se inscribía, por lo demás, en el proceso reformista emprendido por la nueva casa reinante de los Borbones, que se proponía que el imperio español recuperara el sitio que tuvo en el concierto de las naciones europeas, e incluía la modernización de la infraestructura militar. Apenas un año después, en 1763, llegaría a Nueva España el ingeniero brigadier Manuel de Santisteban, quien pronto se ocuparía de reconocer tanto las defensas del puerto como las de tierra adentro, y decidió levantar una fortaleza en Perote, para también asegurar las ciudades de Puebla y México, y ser puesto de vigilancia, no sólo del paso de personas, sino de mercancías.
Los trabajos de construcción se aprobaron en 1769, en el virreinato de Carlos Francisco, marqués de Croix. Al año siguiente se iniciaron, a cargo de Santisteban, y concluyeron en 1777, con el virrey Antonio de María de Bucareli. La fortaleza recibió el nombre de San Carlos, en honor del entonces rey Carlos III de Borbón (1759-1788). Se trata de un recinto de planta cuadrada, cuyos ángulos terminan en baluartes, puestos bajo la advocación de San Carlos, San Antonio, San Julián y San José; con un foso protector, trincheras y troneras que rematan los muros y que son resultado de una arquitectura bélica funcional. La fortaleza de San Carlos de Perote sería sede del primer Colegio Militar de México entre 1823 y 1827, y en la guerra con Estados Unidos fue utilizada por las huestes de este país como prisión y sitio para vigilar a las guerrillas, que le causaban muchos problemas. Más tarde, el ejército republicano intentó volarlo en vísperas de la invasión francesa, en 1863, a fin de que no sirviera al enemigo, sin conseguirlo, aun cuando sí se provocó una explosión en el pueblo cercano.Ya en el siglo XX, durante la revolución mexicana, el edificio se empleó como cárcel por parte de las tropas federales y las constitucionalistas, y más tarde, durante la segunda guerra mundial, fue centro de reclusión para los ciudadanos alemanes, italianos y japoneses que permanecieron en México. A partir de agosto de 1949 se convirtió en reclusorio del estado de Veracruz, y así continuó hasta su cierre en marzo de 2007.