Pancho Villa de héroe a santo laico

Pancho Villa de héroe a santo laico

Guadalupe Villa Guerrero
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  39.

En el cine o en el cómic, en un monumento o en la literatura, en bolsas de ixtle o en lociones y veladoras; inscrito en una piñata, un lápiz o un souvenir. En una pintura, tatuajes o como mural de campañas políticas. La imagen del líder revolucionario, como la de otras figuras históricas y carismáticas –Mao Tse Tung, el Che Guevara o Emiliano Zapata–, puede ser motivo para reforzar el símbolo de la causa de los oprimidos, abundar en la mitología o caer en la banalización y la anécdota. Una especie de culto que se expande como bandera de justicia.

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¿En qué momento Pancho Villa se convirtió en mercancía? Es difícil precisarlo, de pronto su imagen comenzó a mostrarse en los productos más diversos: bebidas embotelladas –mezcal, tequila, cerveza y agua-; alimentos empacados como salsas, tortillas, latería diversa y café con etiquetas que subrayan el auténtico sabor mexicano. Ha inspirado, además, la elaboración de alimentos frescos de consumo inmediato: helados, pasteles, tacos y variedad de recetas que llevan su nombre; y es un referente en bares y cantinas –no obstante haber sido abstemio-, igual en fondas, taquerías y restaurantes en México y el extranjero. La mercadotecnia y el comercio han diversificado a nuestro héroe popular poniéndolo al alcance de un público que se identifica con él de manera extraña y peculiar.

Se ha dicho que la rebeldía es uno de los signos de distinción más poderosos del mundo, y lo podemos corroborar con la diversidad de productos que existen en el mercado nacional e internacional de líderes tan diversos como Villa y Zapata, o Mao Tse Tung, quien lideró la revolución cultural china y proclamó la nueva república popular que llevó al poder al partido comunista, o Ernesto Che Guevara, que luchó durante la revolución cubana y trató después de irradiar la guerra de guerrillas desde Bolivia a otros países de Sudamérica. A cada uno de esos hombres, símbolos de pueblos en lucha, se les despojó de su fuerza y contenido revolucionario para convertirlos en mercancía, en ocasiones costosa, para el consumo de millonarios. Ni en sus peores pesadillas Mao podría haberse imaginado ser un referente del arte pop ni que un retrato suyo, realizado por el artista estadunidense Andy Warhol, se vendería en 17 000 000 de dólares.

Villa ha sido retratado en diversas obras pictóricas de artistas como Arnold Belkin, Enrique Estrada, Raúl Anguiano, Alberto Gironella, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, o por Leopoldo Méndez, del taller de la gráfica popular, entre otros muchos. También se le puede admirar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, inmortalizado por el expresionismo abstracto de Robert Motherwell en una pintura de 1943 titulada Pancho Villa dead and alive.

Los monumentos ecuestres dedicados a Villa pronto comenzaron a surgir en el ámbito en el que se dio su influencia: La Laguna, Durango, Zacatecas y la Ciudad de México. Destacan los trabajos de Julián Martínez, Ignacio Asúnsolo y Guillermo Salazar González por mencionar unos pocos. Pero también podemos encontrarlos en pequeñas esculturas que presiden escritorios y bibliotecas o reposan en las salas.

La cinematografía también se ha ocupado de los líderes más carismáticos de la revolución. El atractivo fílmico puede constatarse, sobre todo en Villa, con la abundante producción que su imagen o su puro nombre favorecieron. Como bien ha señalado el investigador Gustavo Montiel, Villa sin duda nació para el cine, “pero el único espacio que se le da es el de sus contradicciones: su personificación es épica o dramática, aunque en varias cintas bien podría ser una parodia de sí mismo”.

El cine ha contribuido, como destaca Héctor Zarauz, a crear una mitología sobre él, que permanece en el imaginario colectivo; un hombre de contrastes a quien no le importaba derramar lágrimas en público ni demostrar su debilidad por las mujeres o la protección a niños desamparados. “El retrato que ha hecho la cinematografía sobre Villa no siempre se ha ceñido a la historia, y se ha abusado de la banalización y la anécdota.”

El universo de las artesanías también es territorio del líder norteño, bien sea en barro, plomo, papel, cartón, madera, bronce, piedra u hoja de lata, elaborados en el taller familiar o la industria, por la inventiva popular o por el ingenio profesional. Existen diseños singulares o seriales, pero todos son la expresión de formas de ser y de ver el mundo. ¿Por qué comprar? Porque se necesita, porque nos gusta, porque se desea, porque se colecciona o simplemente porque nos identificamos con el objeto que se adquiere. Villa dejó de ser real para convertirse en imágenes que trasmiten lo que no es, pero que para muchos es registro de sus rasgos más sobresalientes, héroe revolucionario rodeado de historia, leyenda y mito.

La moda utiliza a Villa de diversas maneras, en bolsos y carteras; llaveros, espejos de bolsillo y –si de cubrirse el frío se trata–, sarapes o cobijas. Villa destaca en vestidos de fiesta decorados con símbolos arquitectónicos duranguenses; mascadas y camisetas unisex, corbatas para hombres. Accesorios diversos para orejas, cuello, muñecas y cintura: aretes, dijes y medallas, pulseras y hebillas.

¿Hay que ir al mandado? Las bolsas de ixtle o plástico con los más variados símbolos de nuestra identidad histórica sirven para el acarreo de mercancías. Allí está la calavera catrina, el calendario azteca y ¡cómo no! Villa, Zapata, y la Virgen de Guadalupe, símbolos de nuestra nación.

Es posible encontrar novelas, libros de historia, novela histórica, cómics o revistas con infinidad de artículos que abordan a nuestro personaje. Las letras desbordan fronteras y a Villa lo encontramos, por ejemplo, en libros escritos o traducidos al español, inglés, francés, japonés, italiano y ruso, por citar algunos de los muchos idiomas en los que transita, dejándonos ver la gigantesca oferta cultural que su popularidad ha estimulado.

Por su carácter enamoradizo, el general Villa es capaz de trasmitir su esencia, aquella que le han atribuido los que lo admiran o explotan. Sus poderes mágicos para atraer el amor superan con creces al chupamirto, ave tradicional utilizada –para tales fines–, por el esoterismo. Por eso las lociones, los siete baños espirituales, jabones y sprays que están etiquetados con la efigie del revolucionario ofrecen, además de buena suerte y valentía, atraer el amor de las mujeres. Qué importa si se es feo, los elíxires en pócimas, baños, ungüentos y perfumes o aromatizantes tienen la virtud de camuflar los peores defectos de quien los utiliza. En el remoto caso de que fallaran siempre existirá el recurso de encender veladoras y orar al espíritu de Pancho Villa para pedir sus favores. Este es quizá el más insólito caso de un hombre que, sin ser oficialmente canonizado, llega por méritos propios a los altares. Hay quienes aseguran que, de verdad, es milagroso.

El líder norteño no sólo domina el mundo de los adultos, también preside el ámbito infantil: piñatas, papalotes, muñecos de trapo, títeres, variedad de juguetes de madera, papel maché, cuadernos, lápices y cuentos con pegatinas para recortar o libros de historia.

El mundo del comercio y la mercadotecnia han impuesto a los héroes a su manera, por ello no se puede dejar de subrayar que la música popular, la de los corridos, resulta básica para aprender y aprehender su historia y sus leyendas.

Un curioso libro escrito por Glenn Warrebey, Mercadotecnia y ventas al estilo Pancho Villa, intenta demostrar que siguiendo y adaptando las tácticas guerreras del general a la mercadotecnia, es fácil triunfar en los negocios: una gran campaña, como una carga de caballería, tienen muchas cosas en común, un plan creativo y bien pensado y, por último, una victoria triunfante. Warrebey analiza el increíble desarrollo de la imagen romántica de Pancho Villa y sus capacidades para incitar a la lucha, hechos que lo convirtieron en el prototipo de hombre-publicidad. Es paradójico que su forma de operar y las características de su personalidad sean grades lecciones para los profesionales de la mercadotecnia, así como para quienes aspiran a dominarla. En efecto, para tener éxito en ella hay que referirlo todo, al estilo de Pancho Villa.

Cuando las urbes acogieron al revolucionario norteño, su nombre comenzó a estar presente en calles, colonias y conjuntos habitacionales. Después de los sismos de 1985, se hizo evidente la necesidad de dotar de vivienda a miles de personas que quedaron sin ella en la capital del país. En tales circunstancias, surgió un movimiento popular integrado por diversas agrupaciones, entre ellas el Frente Popular Francisco Villa Independiente. El movimiento de los “Panchos” como se les llama coloquialmente –por enarbolar en marchas y concentraciones la bandera con la efigie del carismático líder revolucionario–, ha centrado su lucha, no siempre por medios tersos, en conseguir techo y vida digna. Sus unidades habitacionales construidas con ladrillo están identificadas con rostros de diversos personajes históricos destacados en negro y con quienes, según ellos, comparten afinidad ideológica o sienten admiración. La cabeza del general tocada con saracof y el grito de guerra ¡Viva Villa! inscrito en los muros exteriores, no deja lugar a dudas del sitio especial que ocupa entre sus moradores.

En el campo del enfrentamiento social, el nombre de Villa cobra fuerza, al ser empuñado como bandera de lucha por diversos grupos contestatarios a las políticas gubernamentales que les son adversas.

Por otra parte, es interesante destacar la existencia de diversas escuelas que llevan el nombre de Francisco Villa. Primarias, secundarias, preparatorias y telesecundarias en diversos lugares de la república mexicana son el mejor homenaje que ha recibido en reconocimiento a su labor en favor de los niños de México, tomándolos bajo su custodia, dándoles educación y preparándolos para defenderse en la vida. Cuando alguna vez se le preguntó al ex jefe de la División del Norte la fórmula para hacer de México un mejor país, respondió: “trabajo y educación”. En la Escuela Secundaria Técnica número 4, de la Ciudad de México, en los uniformes de diario y de deportes, los estudiantes lucen un escudo circular con la imagen de Villa, sin pretensiones de retrato.

Otro fenómeno que se ha dado es el de llevar a Villa ¡hasta en la piel! A través de la historia, la gente ha usado tatuajes para identificar su filiación religiosa, la señal de su devoción o de sus creencias espirituales. La decoración del cuerpo está relacionada con lo sensual y lo erótico; sin embargo, los tatuajes han sido parte de ritos y, también, están ligados a la realeza y la vulgaridad. Son símbolos que expresan devoción, marcas de bravura y valentía; son recurso de atracción sexual, prenda de amor o castigo, marcas infamantes para esclavos, desterrados y criminales.

Los tatuajes también son talismanes o amuletos y ese parece ser el propósito de quienes llevan a Villa en la piel. Casi todas las culturas que practican los tatuajes tienen la creencia de que algunos de estos pueden proteger contra el mal y dar fortuna, por lo tanto, quienes optan por tatuarse a Pancho Villa garantizan su protección, siendo esta una creencia compartida con ciertos grupos delincuenciales. De alguna manera, el tatuaje guarda ciertos significados y puede ser llevado como apoyo. El tatuaje no es sólo una manifestación cultural, es diseño, arte, moda, creencia: un modo de vinculación entre los miembros de una comunidad. El historiador Enrique Florescano señala que “la verdad del mito no está en su contenido, sino en el hecho de ser una creencia aceptada por vastos sectores sociales. Es una creencia social compartida, no una verdad sujeta a verificación. Su validez y eficacia residen en su credibilidad”.

Villa y Zapata comparten varios, aunque no con la misma intensidad, elementos icónicos que les han permitido arraigarse en el imaginario colectivo. Héroes y villanos, bandera política contestataria; objetos de estudio de grandes historiadores; personajes centrales de películas y novelas y líderes indiscutibles de las revoluciones norteña y sureña. No obstante, Pancho Villa se convirtió en un “santo laico”, si tal cosa existe.

¿Cómo y cuándo comenzó a extenderse esta especie de culto? Es difícil precisarlo. El líder norteño es un símbolo reivindicador de los oprimidos, un protector del pueblo al que le habla y aconseja. Es el amuleto sanador, es la veladora que alumbra la esperanza, es la plegaria a la que se aferran los desvalidos, la oración que se invoca para pedir favores; es la llave maestra para conquistar el corazón de las mujeres; es la imagen tatuada en el cuerpo que garantiza la custodia. Para muchos ese es Villa. Su Pancho Villa, el líder legendario, el santo vengador de la raza que parece condenada a sufrir injusticias eternamente.

Amuleto piedra imán espiritual

Oración

Al espíritu mártir de Pancho Villa

Gran general revolucionario

En el nombre de Dios Nuestro Señor invoco a los espíritus para que te protejan. Para que me ayudes. Así como ayudaste en el mundo terrenal a los necesitados, así como venciste a los poderosos, así te pido tu protección espiritual, para que me libres de todo mal y me des el ánimo necesario y el valor suficiente para enfrentarme a lo más difícil que se me presente en la vida. Amén.

“Haga esta oración nueve días seguidos al caer la tarde y después cárguela siempre al lado de su corazón, para la protección contra todo mal”

PARA SABER MÁS

  • Villa, Guadalupe y Rosa Helia, Villa de mi corazón, México, Taurus, 2010.
  • Villa y Zapata. Una iconografía revolucionaria, México, Museo de Arte Popular, Secretaría de Cultura del Gobierno del D.F., 2012.
  • “Así era Pancho Villa”, dir. Ismael Rodríguez, 1957, 90 minutos.
  • Visitar el mercado de artesanías de la Ciudadela y el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México.