José Manuel Alcocer Bernés
Director del Archivo General del Estado de Campeche
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 48.
Detrás de los personajes, paisajes o animales que forman parte de las ilustraciones de este juego popular en Campeche a partir de los años treinta del siglo XX, hay un relato que tiene en su memoria la oportuna difusión por una fábrica cigarrera.
Se limpia la mesa y a su alrededor se sientan los jugadores y extienden sus cartillas. Los principiantes jugarán una o dos, los avanzados de cuatro a ocho y los expertos se atreverán con diez o quizá hasta quince cartillas. Después de pagar el monto acordado por cada una de ellas, se inicia la bolada y de una bolsa muchas veces gastada por el uso, como pepitas mágicas van saliendo los números que son “cantados”, según la estampa que le acompaña.
Todas las miradas están sobre los cartones que contienen 25 imágenes de animales, astros, frutas, personas y artículos que forman parte de la vida cotidiana; los jugadores se mantienen atentos a la persona encargada de “cantar” la lotería, una a una se van formando las figuras de manera indistinta y a medida que va avanzando la cantada –el reto es formar con cinco imágenes, cuadros, cruces, líneas, la V, o la “tijera”–, los participantes ansiosos esperan que salga la figura esperada para completar el juego y gritar “lotería”.
Por fin la figura tan esperada sale y alguien grita “lotería”, la tensión se relaja y se dibujan rostros de desilusión. Alguien por ahí pregunta, “¿qué seguía?, y al decirla, se oyen comentarios, “con esa me la sacaba”, o “mira cuánto esperaba esta cartilla”. El que lleva la voz revisa la cartilla ganadora, entrega el ansiado premio que es en efectivo, pues para poder jugar hay que pagar por cada cartón, al término se inicia otra bolada. Así son las tardes-noches de la lotería campechana.
Los orígenes
Los mexicanos somos un pueblo afecto por tentar la suerte a través de diversas maneras. Una de ellas es la lotería, ese juego de azar, muy frecuente en el México colonial, al grado que su uso fue legalizado. El objetivo: destinar las ganancias a la beneficencia pública. Independiente de esta lotería, en las ferias de los pueblos los asistentes se entretenían no solo con ella, sino con diversos juegos de azar: barajas, dados, ruleta, la bolita, quinielas, o lotería, lo que muestra la afición de la gente por estos.
Quizá como buenos campechanos que somos, hemos pensado que nuestra lotería fue la primera en la región peninsular, pero no. José Enrique Ortiz Lanz, en su obra ¡Lotería! Un mundo de imágenes nos dice que la primera vez en que se escuchó la palabra “¡Lotería!” fue en Mérida, en la feria en honor de San Cristóbal, el santo patrón de un barrio. Al respecto, Frederick Catherwood a su paso por estas tierras anotó: “Y esta gran muchedumbre, entre las cuales estaban personas que habíamos visto poco antes orando en el templo, se hallaba ahora reunida en una casa pública de juego. La clase de juego a que se entregaban aquellas buenas gentes se llama lotería y es una diversión favorita en todas las provincias mexicanas. En Yucatán se extiende a todos los pueblos de la península.”
¿Cuál es el origen de la lotería campechana y cómo es que ha logrado convertirse en parte de la identidad de los pobladores del puerto, así como de otros pueblos y ciudades del estado?, pues el mar, las murallas y la lotería son elementos que nos identifican. ¿Su creador o sus creadores habrán pensado que este juego se convertiría en lo que es ahora? Un pasatiempo que forma parte de la vida cotidiana local y llama la atención de los fuereños, como nos refiere Marisol Moreno: “Hace unas semanas viajé por el sureste. Al visitar Campeche, pude ver personas que jugaban a la lotería en la plaza”.
Según la investigación realizada por Ileana Pozos y Juan Carlos Saucedo en 100 años de lotería campechana, un industrial yucateco de nombre José María Evia Grignett, estableció en 1891 en la calle 59 número 11 y 13, entre la 10 y la 12, de la ciudad de Campeche, una fábrica de cigarros llamada “La Esperanza”. Estos cigarrillos muy pronto se convirtieron en los preferidos de los campechanos. Así se anunciaban en el periódico “El Reproductor Campechano” en 1895: “Forma acabada, conquista la vista, olor persistente y grato al olfato, sabor sin ningún disgusto el gusto y esos cigarros es justo que sean los preferidos, pues halagan tres sentidos la vista, el olfato y el gusto”.
Con el tiempo, para incrementar la venta de su producto, el empresario ideó o inventó una serie de figuras que comenzaban con el número uno y terminaban con el noventa; y que se imprimían en pliegos en la ciudad de México. Las hojas se vendían completas en la fábrica y ahí se mostraba como jugar con las figuras ya recortadas para poder sacarse la lotería, que se jugaba en combinación con la de la Beneficencia, celebrada en la ciudad de México. Así, el periódico La Aspiración del Estado publicó en 1896 que:
El sr. José Ma. Evia propietario de la afamada fábrica de cigarros ‘La Esperanza’ acaba de pagar tres de los 20 premios de 125 pesos ofrecidos a sus consumidores, que jugaron a los billetes de las cajetillas en combinación de la Lotería de la Beneficencia celebrada el 23 próxima pasada. Los agraciados fueron los Sres. Francisco Suárez, Suárez, Ruz y Joaquín Vila, se han acercado a nuestra mesa para hacer pública la honradez del mencionado industrial…
Existe otra versión sobre la lotería campechana registrada también por Pozos-Saucedo y relatada por los descendientes del señor Hernández:
… en la última década del siglo XIX, José Guadalupe Hernández de oficio platero y originario de Tabasco llegó a la ciudad de Campeche y al ver la pasión de los campechanos por las loterías de cartones, quiso ayudarse económicamente manejando la lotería (ya existente) y decidió retomar imágenes de la lotería mexicana y complementarla con otros elementos propios de la región, una nueva lotería de noventa figuras. Esta nueva tuvo mucha aceptación sobre todo por la forma de cantarla …
Sin embargo, José Enrique Ortiz Lanz refiere que la lotería campechana no es invención ni de Evia ni de Hernández, sino que es “producto de una tradición que se fue desarrollando poco a poco con la influencia de imágenes provenientes no nada más de las representaciones de personajes mexicanos y de la región, sino de tradiciones más lejanas como los libros de la smorfia italiana, la tómbola napolitana, el tarot y muchas otras usanzas europeas adaptadas, eso sí a imágenes conocidas en nuestro país.”
En su libro señala que “el trabajo de Evia como codificador e impresor de una serie de imágenes que seguramente ya eran conocidas en la península es innegable al plasmar y establecer gráficamente una semántica de noventa imágenes asociadas a los números, de modo que la lotería de cartones podía funcionar, tanto en su forma numérica como figurativa, código que aún permanece en Campeche.” Por otra parte, anota que fue Hernández, seguramente por haber estado en Veracruz y conocer las formas de cantar la lotería del centro de México, quien “introdujo nuevos giros y expresiones que enriquecieron la tradición campechana y peninsular, contribuyendo a crear un espíritu juguetón y provocador y asociando el juego a las formas de convivencia social y trasmisión de valores”.
Lo que sí se sabe con seguridad es que los primeros dibujos fueron realizados por el compadre del señor Evia, don Manuel Rojas Gómez-Valdez. Son precisamente estas ilustraciones lo que marca la originalidad de la lotería campechana, pues el autor hizo una combinación de elementos tomados, quizá de otras loterías, pero le añadió un toque local, como los baluartes que rodeaban a la ciudad, don Liberato un personaje de la localidad, las falúas, pequeños barquitos de los pescadores, o el palacio que es una imagen del antiguo edificio que albergaba los poderes locales. Entre los dos los numeraron y empezaron a colocar en las cajetillas, señalando que premiarían a quienes presentaran un cromo completo. Pronto esta lotería empezó a hacerse muy popular pues la planilla se dividió en cartillas de 25 figuras. Se jugaba con cinco figuras como hasta la fecha con las que se podía hacer hasta catorce combinaciones, cruz grande, cruz chica, cuadro grande, cuadro chico, tijera, línea vertical en diversas formas, hilera, V, etcétera.
La lotería campechana está compuesta por 90 figuras de animales, personas, astros, objetos. Al respecto, Fausta Gantús señala lo siguiente: “En efecto, en la lotería campechana se mezclan figuras emblemáticas del culto con los símbolos nacionales, elementos de la naturaleza propia de la región, destacando algunos relacionados con el mar con referentes de paisajes muy distantes. Encontramos también reminiscencias de la vida colonial, referentes del progreso material, personajes de la vida pública popular y objetos de la vida cotidiana”.
Este juego se popularizó por toda la ciudad y pronto estuvo presente en las ferias de los barrios de la ciudad, sobre todo en los de San Román y Santa Ana, donde se colocaban largos tablones y sobre ellos los jugadores extendían sus cartillas, esperando el inicio de la “cantada”. Pero no solamente se generalizó en las ferias, sino también en los hogares campechanos que, tarde con tarde o fines de semana, la jugaban entre familiares y amigos.
La escritora Silvia Molina cuenta su experiencia ante este juego:
…tengo una tía que va con el siglo, cuando la visito ya no me reconoce, sino me sienta en la mesa del comedor, me da dos cartillas (si bien me va, porque si no me impone cuatro) y unas fichas de colores que completa con frijoles, mientras su compañera de juego, otra viejita, va gritando los números que saca de una bolsa de tela más gastada. “Cantan” con picardía ¡45! El de las pelotitas arriba, ¡70! Tu culito, ¡90! El que gira y gira, ¡73! La rozadura del calzón huixado… soy una nulidad para la lotería (porque no soy campechana) ¡todo es tan rápido! Cuando me doy cuenta, una de las dos gritó ¡lotería! Y no sé, si es por mí o por una de ellas.
Como se ve, una de las características del juego es “la cantada” de las fichas. Algunas personas, al sacar el número, lo cantan con picardía, como Socorrito Can, una fan de la lotería, quien tenía una manera muy peculiar: 22 ¡que lo bajen!, el ahorcado; 37, en la cantina, que sus calzones fue a empeñar, el borracho; 45 el maromero con los huevos arriba; 63 la bailarina en la cuerda floja o el pirixito fresco, etc. En cambio, una prima mía lo canta así: 11, la dama elegante; 24, Adán y Eva, comiendo hueva; 85, panzones –algunas veces este lo cambia por Liberato, refiriéndose a un señor muy obeso que vivía en Campeche, vestía guayabera o filipina, pero que en los carnavales se ataviaba de levita y bombín–; 2, dos amores en consulta; 3, piñas para las niñas; 47, un negro matando un gato; 90, el mundo es redondo… y así, a cada número le pone una frase alusiva que va uniendo tanto al número con la figura, a lo cual obviamente, los jugadores colocan sus fichas en la figura correcta.
Del teléfono al argot
Otra manera de emplear la lotería era, o es, para los números telefónicos. Un estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánica de la UNAM, Rafael González Bolívar, hizo un amplio estudio sobre los pregones campechanos, en especial la “cantada” de las fichas de la lotería. Lo que le llamó la atención fue el empleo de las figuras en los números telefónicos:
Se dice que el jugador campechano más versado, será capaz de ofrecer su número telefónico sustituyendo cada cifra con el nombre correspondiente para las imágenes de la lotería; estando en Campeche, buscando comprobar esta noticia, pregunté a una locataria del mercado si tal afirmación era cierta y en seguida, acaso por no confiarme su número de teléfono, alzó la vista hacia la fachada de establecimientos frente al suyo y dio con los números que identificaban cada lote, inmediatamente comenzó a nombrarlos; ‘brujas, higos; quinqué…’, lamentablemente no recuerdo los nombres y no pude grabar la entrevista, debí apuntar el número de cada local. Empero, la competencia de la jugadora se había hecho manifiesta.
Ha sido tal la importancia de este juego que sus figuras han sido tomadas como modelos por los artistas locales y reproducidas de varias maneras: bordadas en punto de cruz, dibujadas al óleo, pastel, lápiz; coloreadas en diferentes tonos sobre cartón, tela, madera, o cuerno de toro. Últimamente se han realizado cartillas para invidentes para que también participen en el juego y sientan la emoción de gritar ¡lotería!
El arte en la lotería ha influido también en la literatura. La maestra Griselda Pérez Domínguez, reconocida poeta campechana, tomando como modelo el estilo japonés llamado Haiku, ha escrito 90 Haikus, a partir de las figuras:
“Juego sencillo,
abriéndose fichero”
con un martillo
¡Cuatro!…,
Mostrando la roja guacamaya
que va jugando
Corre la bola,
pavo real en el nueve,
abre la cola.
Negro mulato,
en el cuarenta y siete
detrás del gato,
Igualmente se expresa en el argot cotidiano. Se emplea para ser partícipe de una comida o, si se llega de manera inesperada a un sitio donde no has sido convidado, te dicen: “pásale hay lugar y cartilla”. De esta manera se te invita a ser parte del convivio.
Popularidad
Este juego se hizo popular a partir de los años treinta del siglo XX. Poco a poco se fue introduciendo en el gusto de las familias campechanas. Actualmente, es organizado por asociaciones culturales, clubes, escuelas, universidades, el gobierno estatal y municipal a través del DIF y sigue estando en el gusto de muchas familias campechanas.
Tanto Evia como Hernández, sin pensar en el futuro, crearon un juego que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un elemento identitario y ha fomentado la unión familiar, la fraternidad entre amigos. Con ella se hacen amigos a través de una simple cartilla con 25 figuras diferentes. Una gran mayoría de familias campechanas cuenta con su “equipo” de juego: cartillas suficientes, gemas de cristal de colores para apuntar las figuras y su bolsa especial para las fichas, que siempre están prestas para ser cantadas y jugar.
La lotería campechana, con sus personajes, paisajes, animales, vegetales, objetos, astros, instrumentos musicales, lugares, transportes, símbolos de poder y alegorías, ha servido como un exponente más de las expresiones de nuestra identidad y, con el paso del tiempo, se ha transformado en una pieza fundamental de nuestro patrimonio cultural y favorece la convivencia familiar y de amistad. Y sin duda alguna las nuevas generaciones seguirán jugando la lotería y esperarán ansiosos la cantada y el gritar: ¡lotería!
PARA SABER MÁS
- Molina, Silvia. Campeche, Imagen de eternidad. México, CONACULTA, 1996.
- Pozos Lanz, Ileana y Juan Carlos Saucedo. 100 años de Lotería campechana. INBA-Gobierno del Estado de Campeche, 1995.
- Ortiz Lanz, José Enrique,Lotería, un mundo de imágenes. Las loterías de figuras en Campeche y México. México, LXIII legislatura, 2017.
Hola quisiera yo obtener la planilla para poder realizar mi juego de cartillas, sería posible que me vendan o pasen la imagen para realizar mis cartillas?
Me pueden mandar la imagen de las plantillas para imprimirla y así poder Acer mis cartillas porfavor están bien bonitas delos agradecería mucho