Alfonso Milán
UAM-A
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25.
Entre 1913 y 1915 Francisco Villa ordenó la creación y circulación de monedas y billetes para hacer frente a los padecimientos económicos de su gobierno en Chihuahua o de la lucha revolucionaria. Algunas de aquellas piezas de papel son ya una leyenda y las monedas hechas en oro, plata o cobre tienen hoy un valor superlativo para los coleccionistas.
Sabemos que en los tiempos de la lucha armada más de 126 autoridades estatales, municipales, regionales, civiles y militares, tanto federales como rebeldes e incluso particulares –haciendas, fábricas y comercios–, emitieron grandes cantidades de dinero para financiar sus gastos. Cada facción revolucionaria también emitía su propio dinero, algunos en metal, pero la mayoría en papel o cartón, sin ningún respaldo económico. La consecuencia era que se depreciaba pronto y mucho, además de ser rechazado entre los bandos contrarios
Durante su periodo como gobernador de Chihuahua, a finales de 1913, Francisco Villa enfrentó graves problemas financieros como la ausencia de dinero circulante, lo que hundió los mercados y trajo como consecuencia hambre entre la población más pobre del estado. Después de haber escuchado varias propuestas para subsanar esta situación, Villa respondió: Si lo que falta es dinero, pues vamos haciéndolo. Así, para hacerse de recursos, expropió bienes de los enemigos de la revolución. Los fondos obtenidos se emplearon, según sus propias palabras, para garantizar pensiones a viudas y huérfanos, defensores de la causa revolucionaria desde 1910. Los fondos se utilizaron también para crear el Banco del Estado de Chihuahua. Su capital inicial fue de 10 000 000 de pesos, garantizado por la emisión de papel moneda cuya circulación fue forzosa, sin otra garantía que la promesa de pago que había en sus leyendas. El circulante fue lanzado principalmente para reanimar al pequeño comercio del Estado, a fin de que la gente pobre pudiera adquirir víveres. Por otra parte, el dinero villista fue de mucha utilidad para reclutar gente, uniformarla, pagarle y homogeneizar el armamento, convirtiendo a la División del Norte en un ejército profesional.
Las monedas
La primera emisión de monedas villistas de plata y cobre se registró en el importante centro minero de Hidalgo del Parral, Chihuahua, en octubre de 1913. Se hicieron piezas de dos y 50 centavos en cobre y de un peso en plata. Las dos primeras llevan la leyenda fuerzas constitucionalistas, en alusión a la alianza todavía existente entre Villa y Carranza. De las emisiones de plata en denominación de un peso se conoce un ejemplar muy particular: el llamado peso de bolita. Muestra en el anverso, en tres renglones, la leyenda H. del Parral, dentro de media guirnalda y medio circulo de pequeños anillos. En el centro del reverso se observa y se siente al tacto una protuberancia circular sobrepuesta o bolita, la cual nadie supo con precisión cuál era su función
Se conocen otras monedas villistas con las leyendas ejército del norte y ejército constitucionalista, en su mayoría en denominaciones menores. De estas últimas existe una famosa moneda, de un peso en plata, acuñada en 1914 en Cuencamé, Durango. En el anverso se aprecia un gorro frigio, símbolo del triunfo, delante de un resplandor. En el reverso se lee un anatema que dice muera Huerta. Existe la versión no confirmada de que para troquelar esta moneda se usaron 122 barras de plata, botín de un tren asaltado por Villa en San Andrés, Chihuahua. Esta moneda es muy rara y altamente apreciada por la comunidad numismática, pero no sólo por la leyenda escrita, también por una…