¿Qué esperamos? Televisión comercial y hábitos alimenticios

¿Qué esperamos? Televisión comercial y hábitos alimenticios

Lourdes Roca- Instituto Mora

Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 13.

Obesidad infantil
Obesidad infantil

Somos el primer país a nivel mundial en sobrepeso y obesidad infantiles. Esta sentencia (quizás el término nunca haya sido tan apropiado), lejos de revertirse en los últimos tiempos, sigue causando todavía mayores estragos entre la población que a inicios de la década pasada, cuando en el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social del Instituto Mora empezamos un estudio sobre las relaciones entre la infancia y la televisión, donde se evidenció el papel dañino que juega la exposición a la televisión comercial en la salud de las niñas y los niños de nuestro país y, por supuesto, en su futuro.

El problema de sobrepeso y obesidad infantiles se ha triplicado en los últimos veinte años; de los 43 millones de infantes con sobrepeso en el mundo, 35 millones viven en países en desarrollo. En el caso de México, el sobrepeso y la obesidad entre niños de 5 a 11 años se ha incrementado un 40% en tan sólo siete años. Y esta tendencia viene aumentando cada vez de forma más acelerada debido a una combinación terrible para las edades en pleno crecimiento y desarrollo: el sedentarismo y el consumo de bebidas y comida que sobrepasan en mucho sus necesidades.

Junto con el aumento en el consumo de alimentos bajos en nutrientes y altos en harinas y grasas, el consumo de refrescos es uno de los que más ha aumentado en las últimas décadas. Como si fuera poco, la población que ingiere mayor cantidad de bebidas gasificadas en el día es la escolar. El promedio consumido por niños y adolescentes, tres y más veces al día, es de 500 mililitros, ahora, además, con gran presencia en la mesa desde el desayuno; muchos llegan a la escuela habiendo ingerido sólo este tipo de bebida por la extendida certeza de que sacia y da energía. El resultado es que, con apenas seis años de edad, un niño mexicano consume al año 800 litros de refresco, frente a 150 litros de leche. Si consideramos que a esta edad se definen la mayoría de los hábitos de consumo que se tendrán de por vida, podemos imaginar a dónde nos está conduciendo esta alta ingesta de azúcares y ácido fosfórico junto con el bajo consumo de calcio y las diversas formas en que se limita su fijación en los huesos. Esta situación está mermando de forma alarmante la salud infantil y, junto con la gran ingesta calórica y el aumento del sedentarismo, ocasiona graves problemas de desarrollo físico y psíquico.

El problema es, por supuesto, multifactorial, pero si reconocemos que gobierno, familia y escuela juegan papeles fundamentales en él, veremos aquí cómo el mercado, sobre todo a través de la televisión comercial, también tiene gran parte de responsabilidad en el asunto, responsabilidad apenas detectada como determinante.

HA?bitos alimenticios infantiles
Hábitos alimenticios infantiles

Medios de “comunicación” comerciales

Los medios de comunicación modernos apelan a nuestros sentidos, sobre todo al oído y los ojos. En la primera mitad del siglo XX, cuando la radio y el cine sonoro fueron el deleite de las familias, ahí el sentido de escucha era el principal. Hacia el último tercio del siglo, después de varias décadas de convivir estrechamente con la televisión, el desarrollo de las opciones de distracción con pantallas sería espectacular: hoy interactuamos con una gran diversidad que se amplió de la televisión a las computadoras y del Nintendo a internet con todas sus posibilidades. Por eso nuestro entorno es considerado hoy hipervisual.

Este desarrollo mediático tiene su lado lamentable, como veremos. Lo que en su momento tuvo fines de interés social y altruistas, con medios diseñados para llenar espacios y tiempos de esparcimiento de la población, fue visto también como un gran negocio por parte de mentes emprendedoras, poco o nada preocupadas por los problemas que aquejan a la sociedad y que lograron hacer verdaderos emporios de algunos de estos medios.

Esta es la triste historia de los medios en México, donde a la fecha imperan los de carácter comercial, con honrosas pero escasísimas excepciones. La televisión que ve la gran mayoría de la población está en manos de dos grandes empresas, que juntas forman un duopolio con amplio poder económico y político en el país: Televisa y TvAzteca. Asimismo, muchas de las publicaciones periódicas que circulan a nivel nacional son de su propiedad. Las ventas resultantes de toda la publicidad intercalada entre sus mensajes constituyen un suculento negocio, con multimillonarias ganancias anuales. Estas dos grandes empresas reúnen la mayor cobertura televisiva nacional, llegan a casi todos los hogares, escuelas y circulan por la propia calle, a través de grandes anuncios espectaculares, revistas impresas y boletines electrónicos. De manera que el poder de penetración de sus mensajes se ha fortalecido en gran medida, particularmente en las últimas décadas, en que las reiteradas crisis han orillado a las familias a disponer cada vez de menos opciones, para informarse y conocer tanto como para entretenerse y divertirse.

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