Guillermo Keller
Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 54.
He vivido en el extranjero desde 2012 y durante estos años me ha sorprendido la percepción de los extranjeros sobre la Ciudad de México como “una ciudad grande más… una capital más del mundo”. Este ha sido mi mayor empuje para fotografiarla desde las alturas: mostrar lo impresionante y única que es, desde un punto de vista urbano y arquitectónico, y de riqueza natural en sus alrededores.
Hay dos maneras en que trabajo la fotografía aérea para este caso: montado en aviones comerciales y maniobrando desde tierra los vuelos en dron. Antes de subir a una aeronave llevo a cabo una sencilla investigación. El primer paso es conocer la ruta exacta que seguirá el vuelo con base en las trayectorias de los recorridos de la última semana, con el fin de escoger asiento del lado derecho o izquierdo, según lo que me interese captar (por ejemplo, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl). El siguiente paso consiste en averiguar el plano del avión para evitar asientos cercanos al ala. También es importante la hora del vuelo, dependiendo de si quiero fotografiar el amanecer o la montaña a contraluz (todo sujeto a un precio barato del viaje).
Para las fotografías con dron debo confirmar que la zona del recorrido aéreo no esté prohibida para drones, planear la época del año (por ejemplo, cuando florecen buganvilias o nochebuenas), no irrumpir en la privacidad de la gente y tomar en cuenta la hora a fin de que la luz sea ideal. El 2020 ha sido único por el escaso tráfico, dada la pandemia. Los resultados de fotografías sobre Paseo de la Reforma, sin tráfico y con las nochebuenas en todo su esplendor, han sido maravillosos.
Al mostrar imágenes aéreas a personas que no conocen la ciudad, la mayoría de las veces se impresionan por la abundancia de sus espacios verdes. No se trata de “una jungla de concreto”, dicen, sino de una ciudad con importante cantidad de parques, monumentos y lugares arquitectónicos y urbanos únicos. Les sorprende tantas flores y monumentos en Paseo de la Reforma, y un barrio como San Ángel, con tanta personalidad mexicana.
Por esas reacciones me doy cuenta de que a los chilangos se nos olvidan las características amables del lugar en el que residimos. Me gustaría que estas fotografías aéreas contribuyeran a reflexionar acerca de las bondades de nuestra ciudad.