El Emmaús de Sagredo ¿masón?

El Emmaús de Sagredo ¿masón?

Sergio Estrada Reynoso
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 14.

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Un reducido grupo de criollos ilustrados, adheridos a la logia masónica escocesa y de filiación política conservadora, plantearon en 1843 las propuestas monetarias y culturales para poder rescatar de su inactividad a la Academia de San Carlos de México. Esta reforma estuvo sellada por una marcada inclinación religiosa; para los maestros traídos de Europa era requisito ser católico para ser contratados, pues los integrantes de la Junta de Gobierno de la Academia fueron notables políticos del partido conservador.

Otro efecto importante de la reestructuración del plantel fue que atrajo a un importante número de alumnos. Entre ellos llegó Ramón Sagredo, en el ramo de pintura, quien rápidamente se distinguió por sus buenas aptitudes en el dibujo y como una gran promesa para las artes.

Actualmente Sagredo no forma parte de las celebridades artísticas en nuestro país. Su virtual anonimato se debe a su reducida producción y a que la escuela plástica a la que perteneció fue ásperamente criticada por su marcada temática religiosa. Creemos que quizá la única manera de revalorar la producción plástica de mediados del siglo XIX sea reconocer a los artistas olvidados, desempolvar sus obras e intentar comprender su significado sin prejuicios. Es ésta la razón para analizar enseguida un interesante A?leo de Sagredo, titulado La ida a Emmaús, expuesto en el Museo Nacional de Arte.

El autor

Suele decirse que Ramón Sagredo nació en 1834 en Real del Monte, pero quizás esto no sea cierto, pues en el libro de fe bautismal que se conserva en este poblado no lo registra. Sus padres Gregorio Sagredo (empleado minero) y María del Carmen Carreño formaban un modesto matrimonio trashumante que se asentó en ese lugar y al menos engendró doce vástagos (siete mujeres y cinco varones), nacidos en diferentes poblados mineros. Creemos que Ramón vio la luz primera entre 1834 y 1837, en alguno de los muchos lugares en que sus progenitores vivieron.

La Academia de San Carlos
La Academia de San Carlos

Desde niño, Ramón manifestó gusto por la pintura. Se cuenta que antes de ingresar a la Academia de San Carlos, se instruyó en el estudio artístico que el pintor Justo Montiel montó en la ciudad de Orizaba. En Real del Monte fue amigo del famoso caricaturista masón del diario liberal La Orquesta, Constantino Escalante. Para 1852 se hallaba ya estudiando en la Academia, donde elaboró el lienzo La ida al castillo de Emmaús cinco años después, cuando tenía entre 20 y 23 años de edad. El año en que nace esta obra a la que se considera su obra maestra, fue crítico en la política mexicana; las tensiones entre liberales y conservadores eran tales que estallarían en tres años de encarnizada guerra civil, debido a la nueva Constitución política, cuya proclamación cayó como auténtico botafuego en el ánimo de ambos partidos.

Sagredo permaneció en la Academia de San Carlos durante diez años, lo que le significó un periodo de esfuerzo y estudio constantes, pues como pensionado del plantel debía cumplir con las obligaciones que le imponía su maestro Pelegrín Clavé. A él y sus compañeros les inculcó la escuela pictórica europea de los nazarenos, encabezada por el pintor alemán Johann Friederich Overbeck (1789-1869), quien junto con otros pintores aspiraban a un “renacimiento de la religión del arte”, detestaban la sensualidad en él y buscaban recrear sobre todo escenas bíblicas. Los nazarenos llevaron a tal punto sus preceptos que algunos vivieron como monjes-pintores en el convento de San Isidro de Roma. Clavé pretendía que sus alumnos fueran “sostenedores de lo moral y bello en las artes” y, en la práctica, los tenía trabajando en diversos estudios mañanas, tardes y noches. Los alumnos propiamente hacían su vida en el taller.

El ideal estético de la época era el romanticismo clasicista, el cual mezclado con los ideales nazarenos introducidos por Clavé, de origen catalán, resultaron en la escuela artística que en ese tiempo se denominó Escuela Moderna Mexicana. Ésta, que hoy en día podríamos llamar Escuela Clavelianatuvo gran aceptación por ir acorde con el pensamiento de gran parte de la sociedad de mediados del siglo XIX. Sus características formales fueron básicamente los colores crudos y brillantes, la corrección en el dibujo, el amaneramiento al estilo del pintor Dominique Ingres, las temáticas bíblicas y el sentimiento mostrado con una dulce afectación romántica que agradaba mucho a los espectadores.

Detalle de "La ida a EmmaA?s" de RamA?n Sagredo
Detalle de “La ida a Emmaús” de Ramón Sagredo

Ramón Sagredo fue esmerado en sus estudios, pero también muy inquieto. Sabemos que era cercano a los ideales liberales de la época, de familia católica, pero convertido al protestantismo, tal vez influido por los ingleses metodistas que se asentaron en Real del Monte, y que posiblemente fue masón. Tampoco permaneció ajeno a los hechos políticos de su tiempo. Por un tiempo, hubo incluso quejas asegurando que tan sólo asistía al plantel a trastornar el orden de las clases y distraer a los demás alumnos con sus pláticas. Dato curioso es que en 1857 entregara a la dirección de San Carlos un certificado médico, el cual le prescribía no asistir a clases nocturnas, pues debía reposar para que una herida en la garganta, infringida por el disparo de un fusil, le cicatrizara correctamente.

Al terminar sus estudios, no encontró fortuna como pintor, por lo que asumió el oficio de fotógrafo como medio de subsistencia. En una ocasión concursó para que le fuera otorgada la plaza de profesor de dibujo de ornato en la Academia, la cual, según él, no le fue dada debido a que tenía una forma de pensar diferente a quienes dirigían San Carlos y porque el concurso de oposición estuvo amañado por directivos y profesores, quienes eran de “ideas atrasadas”. ¿Se le habrá negado acaso por su postura religiosa protestante?

Tiempo después, su espíritu soñador y bohemio le hizo prendarse de una hermosa tapatía llamada Maura Ogazón, hermana del gobernador de Jalisco, de quien se cuenta enloqueció a más de un romántico de la época. Ambos se hallaban casados cada uno por su parte. Al taller fotográfico que Sagredo había montado en el núm. 2 de la calle de Santo Domingo, Maura acudía a diario haciéndose retratar en todas las actitudes posibles, él le ofrecía champaña y pastelillos y continuamente le amenazaba con suicidarse a sus pies, razón por la cual ella condescendía con frecuencia.

Sin embargo, el fotógrafo-pintor acabó por quitarse la vida, tras varios intentos, el 2 de junio de 1870, después de ingerir una dosis mortal de cianuro. Se dijo entonces que el motivo fue una “infausta pasión amorosa”; a decir de su íntimo amigo Manuel Ocaranza, se debió a la inagotable acumulación de infortunios, privaciones y decepciones que desbordaron el vaso lleno de los sufrimientos que eran su vida.

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2 comentarios

La Mtra Marijose me corrigió respecto al convento de San Isidro de Roma donde vivían los Nazarenos, era San Francisco o San Isidro. Duda????

Muy interesante el artículo. Se agradece el estudio pues hay realmente poca información sobre Ramón Sagredo.

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