Un fraile olvidado entre los independentistas novohispanos

Un fraile olvidado entre los independentistas novohispanos

Lucía Hernández Flores – Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25.

En los primeros esbozos por la emancipación de Nueva España apareció un documento de fray Melchor de Talamantes, un personaje poco conocido quien llegó de Lima en 1799. Proponía una nueva organización política, disminución de la presión comercial y fiscal de la metrópoli, así como la transformación del virreinato en una nación culta e independiente de cualquier otra. Ideas muy adelantadas para la época..

F.Parra Fray Melchor de Talamantes, 1910 (390x640)
Alegoría de Fray Melchor de Talamantes en Genaro García, Documentos históricos mexicanos, México, Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1910. Biblioteca “Ernesto de la Torre Villar”-Instituto Mora

La crisis política que España y sus reinos sufrieron en 1808, después de la renuncia al trono de Carlos IV y de su hijo Fernando VII, aunada a la invasión de la península hispana en manos de Napoleón Bonaparte, generó diversas reacciones en los habitantes del virreinato de Nueva España. Algunos se mantuvieron fieles al orden establecido, otros demandaron autogobierno y unos más se unieron al proyecto independentista que se materializó, un par de años después, con la rebelión campesina iniciada por el cura de Dolores, Miguel Hidalgo.

En las historias generales, cuando se hace referencia a los primeros intentos de eman- cipación, son escasas las ocasiones en que encontramos el nombre de fray Melchor de Talamantes acompañado de una breve explicación de las ideas y el proyecto político que presentó al Ayuntamiento de la ciudad de México. Su ausencia en los libros de divulgación histórica y aun en los libros de texto de educación básica es más evidente si se compara con las referencias que existen de la participación del síndico Francisco Primo de Verdad y del regidor Juan Francisco Azcárate y Ledezma, con quienes mantenía continua y abierta relación.

En el presente artículo nos enfocaremos en datos biográficos que nos revelan carac- terísticas de la personalidad de fray Melchor de Talamantes y en algunas de sus ideas, plas- madas en el texto Congreso Nacional del reino de Nueva España. Expónense brevemente los graves motivos de su urgente celebración, el modo de convocarlo, individuos que deben componer y asunto de sus deliberaciones, escrito el 28 de julio de 1808.

Catedral de PerA?, principios s. XIX ARZOBISPADO (640x433)
Catedral de Perú, donde se ubicaba el arzobispado a principios del siglo XIX, litografía, ca.
1850 en Manuel Fuentes, Lima. Bosquejos de la capital de Perú, Inglaterra, Trübner & Co., 1866, en www.flickr. com/commons

Enciclopedista Bullicioso

Presentémoslo entonces. Melchor Talamantes Salvador y Baeza vio la luz por primera vez el 10 de enero de 1765 en Lima, capital del virreinato del Perú; creció en el seno de una familia poco favorecida por la fortuna, lo cual se puede confirmar al percatarnos de que no realizó sus primeros estudios en los centros más importantes que había entonces en dicho virreinato. Para el año 1775, cuando contaba con diez años de edad, comenzó a educarse bajo la dirección de fray Manuel de Alcocer quien lo cobijó como su alumno durante cuatro años hasta que en 1779 entró a la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Es preciso señalar que aquella orden religiosa tenía la costumbre de atraer, desde pequeños, a los miembros de familias poco acomodadas, permitiéndoles la subsistencia y el porvenir, siempre y cuando los niños ingresados dieran clara muestra de suma inteligencia.

Gracias a sus constantes esfuerzos, Talamantes obtuvo el grado de doctor teólogo en la Universidad de San Marcos, donde fue opositor a las cátedras de filosofía, teología y sagrada escritura. Desarrolló su carrera como religioso pues sirvió como lector jubilado, examinador sinodal del arzobispado del Perú, regente mayor de estudios y definidor general en la provincia de la Merced. Por sus manos pasaron muchos de los libros prohibidos que el fraile jeronimiano Diego Cisneros introducía de contrabando en Lima. Gracias a este personaje cargado de saberes, nuestro mercedario se fue haciendo poco a poco de una visión enciclopedista e ilustrada del mundo. Su interés por la lectura era mucho mayor que su interés por practicar los preceptos, principios y obligaciones de su orden: no iba a coro, no asistía a las celebraciones que le correspondían ni daba los sermones que le eran solicitados. Esto, más su carácter bullicioso e inquieto, su inteligencia y su calidad de criollo, le causaron serias dificultades dentro de la comunidad mercedaria.

[…]

Para leer el artículo completo, suscríbase a la Revista BiCentenario.