Volcán Paricutín, a 71 años de su nacimiento

Volcán Paricutín, a 71 años de su nacimiento

Eulalia Ribera Carbó
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 23.

En 24 horas alcanzó los seis metros de altura, y en nueve años de erupciones, fumarolas y vapores de agua llegó a los 410 metros. Aquella experiencia excepcional de la vulcanología moderna recorrió el mundo. Fueron los propios campesinos purépechas de la zona quienes lo bautizaron y redactaron su inédita acta de nacimiento.

R. Dr. Atl Erupción del Paricutín, 1943.Óleo y atlcolor, col. Munal-INBA (799x800)
Gerardo Murillo (Dr. Atl), Erupción del Paricutín, óleo, 1943. D.R. Museo Nacional de Arte, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2014.

La tarde del 20 de febrero de 1943, Dionisio Pulido, habitante del pueblo de San Salvador Paricutín, perteneciente al municipio de San Juan Parangaricutiro, al noroeste de Uruapan, estaba trabajando en sus maizales. Era un día de labores como cualquier otro y el campesino no podía sospechar lo que estaba a punto de presenciar. Un estrecho agujero en el suelo se abrió repentinamente formando una grieta por la que se produjo una pequeña explosión. La siguió una emisión de vapor de agua y gases sulfurosos, y después salió una columna eruptiva de polvo fino y pequeñas rocas incandescentes. Intentó poner a salvo la yunta de bueyes, montó a toda prisa su yegua y partió al galope rumbo a Paricutín, donde su esposa, hijos y amigos lo esperaban, tan asustados como él. Enseguida, Pulido y el jefe de la Tenencia se fueron a la cabecera municipal para dar cuenta de lo que estaba pasando a las autoridades, las cuales enseguida mandaron una comisión a verificar los hechos. Durante la noche, la gente apenas pudo dormir. Observaban con terror las erupciones incandescentes que se iban tornando violentas y rugientes.

Por fin se hizo de día y, por citatorio urgente, los  regidores  del cabildo se reunieron en el salón de actos del Ayuntamiento del pueblo. Después de las alarmadas deliberaciones del caso, se concluyó que aquel extraordinario fenómeno era volcánico y al final de la sesión, se levantó el acta, que en uno de sus párrafos dice así: a propuesta de algunos vecinos de este lugar y de Paricutín, se discutió el nombre correcto que deberá llevar el mencionado volcán, y después de amplias deliberaciones y deseos de los pobladores de la región, por unanimidad se le denominó volcán Paricutín.

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Gerardo Murillo (Dr. Atl), El Paricutín, papel y carboncillo, 1943. D.R. Museo Nacional de Arte, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2014.

Es el acta de nacimiento de un volcán, seguramente la única que existe en la historia. Unos campesinos purépechas, sin conocimientos geológicos científicos, habían sabido ver en aquellas explosiones, inéditas y asombrosas para cualquiera, un fenómeno volcánico. Y a menos de 24 horas de iniciado ya habían tomado cartas en el asunto, indicando la necesidad de estudiar los problemas que derivarían de todo aquello, y la conveniencia de poner de inmediato en conocimiento a autoridades superiores.

Desde el municipio de San Juan Parangaricutiro salió el aviso rumbo a la ciudad de México y la noticia cimbró al país y al mundo entero. A la medianoche del primer día, el edificio volcánico medía aproximadamente seis metros de alto. Las erupciones intermitentes que se sucedieron hasta 1952 lo hicieron llegar a los 410 metros sobre el campo de cultivo original. Desde el inicio de las erupciones investigadores de las ciencias de la tierra se presentaron en el sitio. Tomaron fotografías, recogieron testimonios de la gente del lugar y pusieron manos a la obra haciendo observaciones sistemáticas, escribiendo apuntes, midiendo, analizando, monitoreando. Diego Rivera lo pintó. Gerardo Murillo, el Dr. Atl, se instaló con su caballete durante meses en el lugar, para trabajar en cientos de cuadros, dibujos y en la edición del famoso y profusamente ilustrado volumen Cómo nace y crece un volcán.

Las emisiones de lava cesaron repentinamente el 25 de febrero de 1952. Después, únicamente explosiones débiles siguieron hasta su cese definitivo el 4 de marzo. A partir de entonces sólo el paisaje hostil, quemado, rocoso, ceniciento, y unas tranquilas emisiones de vapor de agua y fumarolas ácidas quedaban de la furia que había durado nueve años y once días de historia eruptiva. Pero el Paricutín había ofrecido por primera vez en la historia de la vulcanología moderna, la oportunidad para estudiar el desarrollo de un volcán monogenético. A los 71 años de su nacimiento, celebremos el aniversario de aquella notable efeméride geológica de un planeta que sigue en construcción.

R. Gerardo Murillo, El ParicutAi??n el 26 de febrero de 1943-MUNAL

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