Graziella Altamirano Cozzi
Instituto Mora
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 25.
Un colega del Colegio Militar lo salvó de un pelotón de fusilamiento y a partir de allí cambió radicalmente la vida de este tabasqueño. Sólo por sobrevivir llegó a las puertas de un periódico y aprovechó la primera oportunidad que le dieron para comenzar el recorrido que lo haría leyenda. Fundó diarios y revistas que hicieron historia. Villa, Calles y Cárdenas contestaron a sus preguntas. Sabía dónde estaba parado: la libertad de prensa no existe si se le teme a los presidentes, decía.
El periodismo del siglo XX en México tuvo en Regino Hernández Llergo (1894-1976) a uno de sus principales exponentes, como fundador y director de publicaciones de contenido político y social, y como partícipe en el impulso innovador que se dio al fotoperiodismo en nuestro país.
Sus primeros pasos periodísticos los dio en el diario El Universal y luego en La Opinión de Los Ángeles, California, del cual fue fundador y que llegó a ser considerado como un baluarte del periodismo mexicano en los Estados Unidos.
Junto con su primo José Pagés Llergo recorrió una larga ruta profesional desde la década de los treinta trabajando en La Opinión y después, ya en México, al fundar la revista Hoy, que tuvo como principal objetivo cubrir la demanda social de información que hacía falta en el medio editorial mexicano. Regino ocupó la dirección y José la jefatura de redacción.
Los primos Llergo, como se los conocía, empezaron a cambiar la política editorial que hasta entonces existía en México al invitar como redactores a los mejores periodistas y articulistas de la época, de distintas tendencias políticas, no sólo con la intención de crear polémica sino de lograr equilibrio informativo y evitar caer en alguna tendencia ideológica. Una de las principales innovaciones de la revista Hoy fue dar una mayor importancia a las imágenes, con la integración de caricaturas políticas y numerosas fotografías que la hicieron más atractiva, llegando a ocupar un lugar importante entre las revistas de circulación nacional. En la lista de sus principales colaboradores destacaban Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Rosario Sansores, José Barros Sierra y Nemesio García Naranjo, entre otros, así como José Vasconcelos, Narciso Bassols y Félix F. Palavicini, entre articulistas y ensayistas.
Regino Hernández Llergo fundó otras publicaciones de tinte político como Mañana e Impacto que tuvieron larga vida, y algunas de orientación popular y populista como Alarma, un periódico sensacionalista y de nota roja que le valió el mote de amarillista.
Lo que dio fama a Hernández Llergo desde sus primeros pasos en el periodismo fue la entrevista que le hizo a Pancho Villa en la hacienda de Canutillo y que publicó por entregas en El Universal, entre el 12 y el 18 de junio de 1922, la cual fue considerada como el impacto periodístico del momento.
El texto que a continuación presentamos contiene la edición de dos entrevistas que se le hicieron en momentos distintos de su vida y que forman parte del Archivo de la Palabra del Instituto Mora: la entrevista realizada por Jaime Alexis Arroyo en noviembre de 1960 (PHO/1/10) y la realizada por Alicia Olivera de Bonfil y Eugenia Meyer el 4 de octubre de 1972 (PHO/4/7).
EL ENTREVISTADOR
Nací en Cunduacán, Tabasco, y estudié mi educación primaria en Balancán, donde mi padre fue maestro. De ahí me mandaron a Villahermosa para continuar mis estudios y a los quince años mi padre me llevó al Colegio Militar de Chapultepec cuando era presidente Victoriano Huerta. Ahí lo conocí porque él vivía allí mismo en el castillo, y me acuerdo que en esos tiempos hubo una invasión de soldados gringos en Veracruz y decidimos casi todos los alumnos ir a hablar con él para decirle que nosotros teníamos muchas ganas de irnos a Veracruz a pelear contra los gringos. Huerta nos dijo: No muchachos, ustedes son muy jóvenes todavía, tienen la obligación de estar aquí en México en el colegio, por si acaso ocurriera algo, que no lo creo, toda esa labor que ustedes están diciendo es para nosotros los que ya sabemos cómo pelear con ellos, quizá en el mismo Veracruz se acaba todo. Como en efecto así fue.