Manuel de Mier y Terán y la expedición a Texas

Manuel de Mier y Terán y la expedición a Texas

Fátima Estefanía Olivares Cortés
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 58.

Tras la independencia, poco se conocía de los territorios que se estaban colonizando al norte de Coahuila. Hasta allí fue enviada una misión encabezada por el militar e ingeniero. Los hallazgos no fueron los más optimistas.

Como cualquier día, Manuel de Mier y Terán se encontraba en la dirección de la Escuela Nacional de Artillería. Hacía un par de años que había dejado en pausa su carrera militar y ahora se acomodaba a la vida burocrática que mereció como recompensa tras pelear por años en la división de Morelos y como protector de Tehuacán. Se asombró cuando se le notificó que Guadalupe Victoria quería hablar con él; no eran amigos cercanos, al contrario, estaba casi seguro del recelo que sentía hacia su persona por un incidente de sus años en las filas de Morelos, aun así, decidió atender su solicitud, quizá como un acto caritativo o por simple curiosidad.

Victoria, ahora como presidente de México (1824-1828), parecía consternado. Era consciente de que el centro y sus alrededores tenían nociones sobre la consumación del movimiento de independencia y también pretendía conocer algunas de las problemáticas que rodeaban a estos estados, pero, el norte del país permanecía como un enigma. Alejado de todo centro revolucionario, el septentrión mexicano no podía mantenerse al “margen de la situación”; era cierto, Hidalgo en compañía de Allende y sus tropas habían tenido campañas en lo que hoy se conoce como Nuevo León y Coahuila, pero mucho más allá se encontraba un territorio que prácticamente había permanecido en la penumbra y del que no había mucho registro de tránsito por parte de los insurgentes: Texas.

Hacía unos años el gobierno virreinal había permitido el establecimiento de colonos estadunidenses. Con el cambio administrativo y la promulgación de la Constitución de 1824, se establecieron normas que promovían la colonización de este territorio provocando un alza en la migración de extranjeros. El principal problema de esta resolución fue que no se encontraba estrictamente regulada, los terrenos baldíos podían ser de quien quisiera y en realidad no había una especie de apoyo para los mexicanos, quienes quedaban sometidos al despojo, el abandono y la miseria.

La situación comenzó a ir de mal en peor hacia 1827. Texas pasó a formar parte de la administración de Coahuila y con ello llegaron reformas que limitaban algunas costumbres de los colonos. ¡Pobres ciudadanos estadunidenses! “¡Independencia, libertad y justicia!” expresaron y al patriótico son de estas palabras se alzaron en protesta, declarando el nacimiento de la rebelión –y república– de Fredonia de la mano del empresario Hayden Edwards. El intento de sublevación fue efímero; en menos de un mes, el gobierno mexicano había logrado abatirlo; de modo vacilante, consiguió poner un freno temporal al expansionismo estadunidense; sin embargo, esto sólo despertó un estado de alerta pues la nación comenzó a cuestionarse sobre la presencia de los colonos mientras se percataba de la carencia de conocimientos sobre la región.

Mier y Terán era el hombre indicado para emprender una travesía por las colonias. Tenía experiencia al respecto y durante sus años mozos se había formado en el Real Seminario de Minería como ingeniero y matemático, llevando una serie de cursos que lo preparaban para la aventura. La tarea era sencilla, pero a la vez implicaba un sinfín de especificaciones, retos y también alguno que otro mal rato. Por eso, Victoria también lo elegía para llevarla a cabo; era consciente de su determinación y temple.

La expedición tendría dos ejes principales. Por un lado, se debía dar cuenta de la región, es decir, hacer una descripción a profundidad de lo natural, la población e incluso el tipo de actividades económicas que se realizaban. Mier y Terán se sorprendió por la propuesta; era la primera vez que se embarcaba en una aventura científica, puesto que sus experiencias anteriores habían sido para explorar las zonas en las que estaba militarmente activo. Por otro lado, le encomendaron vigilar de cerca a los estadunidenses, seguir cada paso, hacer una lista de sus colonias y, sobre todo, establecer una red diplomática y de confianza entre ellos y el gobierno mexicano.

Era una tarea complicadísima para un solo hombre, por lo que se le permitió integrar un grupo que pudiera auxiliarle en su andar. Así, fue creada la Comisión de Límites, un equipo que se encontraba formado por personalidades como José Batres y Constantino Tarnava, José María Sánchez, Luis Berlandier y Rafael Chovel, a quienes se les encargaron áreas diversas, que partían desde estrategias militares, hasta el dibujo de mapas y especies botánicas. Integrado este singular y multifacético equipo, se ensillaron los caballos, el equipaje y las provisiones se subieron a las carretas, se alistaron las plumas y con la bendición de la presidencia y del ministro de Relaciones Exteriores, Lucas Alamán, marcharon hacia Texas, guiados por la curiosidad, la esperanza y el deber.

Un viaje duro

Partieron el 19 de noviembre de 1827 desde la calzada de Peralvillo y de ahí en dirección a Querétaro. Paraban cada noche para que los caballos descansaran, y los hombres que iban a pie pudieran disfrutar de alguna comida y, con suerte, recolectar algunas provisiones. Es incierto el número de recursos que poseía la Comisión de Límites para dicha tarea, pero a Mier y Terán le gustaba estar prevenido, tuvo malas experiencias en sus expediciones anteriores al lado del general Juan Nepomuceno Rosains y eso le había enseñado que el descanso y los víveres nunca resultan suficientes y que tenían que estar constantemente al pendiente.

De Querétaro salieron hacia Guanajuato, de ahí tomaron rumbo hacia San Luis Potosí, Saltillo y Monterrey. Comenzó 1828 sin que hubieran logrado llegar a la tan anhelada Texas, tenían que parar con más frecuencia y ahora se hospedaban en rancherías o haciendas, como la de Mamulique, para poder recuperarse. En ocasiones, la comida parecía escasear y no quedaba más que seguir adelante, tratando de hacer de lado la incertidumbre y rogando que pronto pudieran vislumbrar su objetivo.

Por fin, el 1 de febrero de 1828 consiguieron llegar a la ciudad de Laredo y, con ello, a Texas. El camino aún era largo, las principales concesiones estadunidenses se encontraban en los alrededores de Béjar y Nacogdoches, por lo que la comisión debía aún movilizarse hacia el este. También durante este trayecto conocieron a Stephen Austin, el encargado de la colonia que había establecido su padre, Moses Austin, cerca de Béjar, y servía como uno de los principales representantes de los colonos, siendo, además, un hombre de negocios con amplia visión de expansión. A Mier y Terán, en su carácter de director de la expedición, le complacía entrevistarse con él, no sólo para externarle las preocupaciones que tenía que atender, sino también para conocer las opiniones y necesidades de los pobladores extranjeros. Tal parece que Terán y Austin lograron establecer un buen canal de comunicación, pues, por medio de cartas, lograron discutir, aunque de manera somera, los planes de cada uno. Acordaron que se verían en Colorado, Texas, por concesión de Austin.

Entre tanto, los otros miembros de la expedición, como Berlandier y Chovel, se dedicaron a dar cuenta de los caminos, las dificultades y las ventajas, el clima, la flora y fauna, el tipo de población e incluso las actividades sociales, económicas y políticas que cada grupo –desde los indios hasta los migrantes de otros países– realizaba en el septentrión mexicano. Acompañando esta información y de la mano de Sánchez se realizaron dibujos, esquemas y mapas de las vías utilizadas, siendo uno de estos enviado a Austin como símbolo de diplomacia y afecto. Toda la expedición estaba siendo registrada en un diario de viaje, que serviría como la prueba de los sucesos y como una suerte de acercamiento.

Los expedicionarios llegaron a Colorado el 27 de mayo de 1828. La brisa era cálida y húmeda, digna de un día de primavera. Fue aquí cuando la Comisión pudo darse cuenta de la presencia estadunidense en Texas. Si bien antes se habían topado con unos cuantos pobladores extranjeros en Laredo, antes de pisar este sitio, sólo habían podido encontrarse con unos cuantos mexicanos y alguno que otro grupo nativo, como los cheroquis. El clima del lugar era una de las razones principales que hacían favorable el abastecimiento de colonias, los mismos colonos afirmaban que una de las razones por las que emigraban era la agradable situación atmosférica de la región, que les permitía un pleno desarrollo. Se dedicaban, sobre todo, a la crianza de mulas, cultivo del maíz y, en general, a hacer una red de comercio tanto con Estados Unidos como con ciudades mexicanas cercanas como Saltillo y Nacogdoches.

No se sabe si tuvo lugar la reunión Mier y Terán-Austin. En su Diario, el primero sólo habla sobre algunas características de las tierras y cómo estas le fueron reveladas por el secretario de Austin y no por el mismo empresario. También habla de su posición como representante de los colonos respecto al gobierno mexicano, mismo que no sólo lo había dejado fuera de toda consideración de las poblaciones texanas en general.

Pese a que el mansaje de Stephen Austin pareció esclarecer el panorama de los expedicionarios, aún sentían que debían continuar con su investigación y seguir conociendo el escenario de Texas. De Colorado se dirigieron a Nacogdoches, haciendo una pequeña escala en Matamoros. La temporada de lluvias, los caminos estrechos, los recursos escasos y el recorrido comenzaban a percibirse con pesadez.

Alcanzaron Nacogdoches a mediados de mayo y fue quizá el golpe de realidad más duro que recibió el equipo. El lugar era una zona maderera y una de las colonias perteneciente a Lorenzo de Zavala, que a diferencia de la de Austin, presentaba un claro dominio por parte de los estadunidenses. Los pocos mexicanos de la región vivían en condiciones de pobreza e incluso habían perdido sus tierras de cultivo en manos de los colonos. La Comisión pareció sorprenderse por el cambio pues, a diferencia de Colorado, los mexicanos tenían presencia, pero como personajes del fondo y había que hacer algo para remediarlo. Los expedicionarios siguieron recorriendo poblaciones cercanas; conforme caminaban, no sólo podían notar las malas condiciones de los mexicanos, sino también la incomodidad que manifestaban los colonos hacia ellos. Se escribieron cartas a Coahuila y a la ciudad de México que enunciaban la situación como tensa y se correspondió enviando un refuerzo militar.

En los meses siguientes, Mier y Terán buscó tener una reunión con Austin para tratar otros asuntos que afectaban a ambas partes, pero, nuevamente pareció que el estadunidense prefería mantenerse al margen y no se sabe si el encuentro llegó a suscitarse más allá del papel. Lo cierto es que la cita pudo haberse complicado, pues la Comisión tuvo que suspender temporalmente sus actividades en 1829, ya que Mier y Terán fue requerido para pelear contra el intento de reconquista dirigido por Isidro Barradas en Tampico.

Resultados

El viaje de regreso a la capital fue menos complicado físicamente, pero ciertamente dejaba una sensación de amargura para la Comisión. Sabían que el norte del país ‒y sobre todo Texas‒ estaba en pleno abandono y con el peligro de que tarde o temprano sucumbiera el expansionismo del país vecino, pero, haberlo visto de primera mano, había despertado una sensación de incertidumbre y también de desesperanza.

Primero presentaron los resultados a Lucas Alamán –quien era aún ministro de Relaciones Exteriores–, quien escuchó con atención el informe que prepararon. Había muchas problemáticas que resolver, sobre todo si quería llegarse a un fin mediado y evitar el crecimiento de las tensiones entre grupos. Alamán fue consciente de que debía construirse un plan de acción que comenzara a dar solución a la brevedad. Consiguió así promulgar un decreto en abril de 1830, el cual tenía como puntos principales la creación de colonias mexicanas en Texas, la regulación de los migrantes estadunidenses (quienes ahora debían mostrar un pasaporte para ingresar), así como un freno a la esclavitud. Sabía que eran medidas temporales y debían continuar trabajando para llegar a acuerdos formales. No obstante, no tuvieron la misma suerte con la presidencia. Vicente Guerrero ahora ostentaba el cargo (1828-1831), y aunque había sido informado de la expedición con anterioridad, parecía tener otros intereses y prioridades que iban más allá de atender de inmediato la problemática en Texas, por lo que agradeció a Mier y Terán y al grupo por su labor y aprobó lo hecho, pero después las actividades de la Comisión se detuvieron.

Un par de años más tarde, Manuel de Mier y Terán continuó por su cuenta en el norte del país. Esa proximidad, así como el contacto con Austin y su secretario, le hacían constar de la situación en Texas. El escenario se tornaba más en favor de los estadunidenses, parecía que ninguna ley podía detenerlos por completo y tuvo miedo de lo que podría pasar en los próximos años. Unos días antes de su muerte escribió a Alamán con profunda tristeza y preocupación que le inundaban el pecho, “¿En qué parará Texas? En lo que Dios quiera”.

PARA SABER MÁS

  • Berlandier, Luis y Rafael Chovel, Diario de viaje de la comisión de límites que puso el Gobierno de la República, bajo la dirección del Exmo. Sr. General de División D. Manuel de Mier y Terán, México, Tipografía de Juan R. Navarro, 1850, en https://cutt.ly/uXKoWwf
  • Mier y Terán, Manuel de y Jack Jackson, Texas by Terán; The diary kept by general Manuel de Mier y Terán on his 1828 inspection of Texas, trad. John Wheat, Texas, University of Texas Press, 2000, 300 pp.
  • Morton, Ohland, “Life of general don Manuel de Mier y Teran: As it affected Texas-Mexican relations (concluded)”, The Soutwestern Historical Quarterly, 1945, en https://cutt.ly/FXKocUL

2 comentarios

Quiero preguntar ¿Existen en México, los informes de Mier y Terán de sus apreciaciones sobre Texas y la frontera con Estados Unidos?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *