Luis de la Rosa y la revolución de Texas

Luis de la Rosa y la revolución de Texas

Daniel Sotomayor Vela
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 47.

La violencia en la frontera entre México y Estados Unidos ha sido una constante histórica, pero se incrementó durante los años de la revolución mexicana, cuando las tensiones raciales aumentaron y la región fue escenario de un enfrentamiento entre ambos países.

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“Filibusteros” mexicanos capturados en el fuerte Hancock por estadunidenses, 1915. Library of Congress, Estados Unidos.

En la frontera norte de México y el sur de Texas hubo, durante los años de la revolución mexicana, una serie de incursiones que las autoridades de ambos países identificaron como de bandoleros, cuyo propósito era atacar ranchos de propietarios estadounidenses y mexicanos, cortar los cables telegráficos, incendiar y hacer explotar las vías del ferrocarril que recorría el sur de Texas. Los ataques, ocurridos entre julio y octubre de 1915, fueron relacionados por la prensa texana con la emisión del Plan de San Diego, supuestamente proclamado en San Diego, Texas, el 6 de enero de ese año, y en una segunda versión, el 20 de febrero.

El Plan de San Diego era un manifiesto que tenía por objetivo empezar una revolución en Texas, que debía esparcirse a Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Colorado y Utah, para combatir al gobierno de Estados Unidos, a fin de obtener la independencia socioeconómica del proletariado. Tenía la intención de aglutinar a mexicanos, negros, japoneses y apaches, quienes debían formar un Supremo Congreso Revolucionario y el Ejército Libertador de las Razas y los Pueblos que declarasen la guerra a la población de origen anglosajón. Durante las incursiones que tuvieron lugar, los agentes texanos identificaron a los principales cabecillas. Entre los implicados señalaron al texano Luis de la Rosa, quien se había hecho nombrar “jefe de las Operaciones desde el Cuartel General en San Antonio, Texas”.

La vida de Luis de la Rosa antes del inicio de la revolución de Texas de 1915 resulta poco clara. Es probable que naciera en Texas en la década de 1860. Se sabe que la mayor parte de su vida rondó entre los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Texas y se especula que desempeñó algunos trabajos en el sur texano, como comisario y carnicero, también fue pequeño propietario y hasta cierto punto tuvo una vida próspera. Se especula también que fue partidario de Ricardo Flores Magón, que conocía textos de Marx y estaba a favor de la acción directa anarquista. Por otro lado, hay quienes han dicho que se dedicó al contrabando de ganado y de licor en la frontera norte durante el Porfiriato.

No se ha esclarecido tampoco en qué momento decidió tomar parte en la revolución de Texas. No obstante, sí se tiene noticia de que tuvo contacto con otro texano: Aniceto Pizaña, quien a su lado tenía el nombramiento de Segundo en Jefe de Estado Mayor de la Revolución de Texas. Ambos lanzaron el manifiesto “La República de Texas” el 26 de agosto de 1915, en el que hicieron un llamado para que los mexicanos radicados en Texas –que vivían en condiciones precarias, sufrían de discriminación y violencia racial por parte de los Texas Rangers, los ganaderos anglosajones y las autoridades estatales– se unieran a la rebelión.

De la Rosa tuvo contacto en 1915 con el general Emiliano P. Nafarrete, con Ignacio Muñoz y otros soldados constitucionalistas, subalternos directos de Venustiano Carranza, quienes lo reconocieron como líder de la revolución de Texas. Entre julio y octubre de ese año, durante los meses más álgidos de la lucha contra Victoriano Huerta y Pancho Villa, Nafarrete estuvo al mando de la Quinta División del Noreste, como jefe de la Línea Fronteriza y jefe de armas en Matamoros. Muñoz era agente de Bienes Intervenidos en Tamaulipas; también estuvo a cargo de la hacienda La Sauteña, donde junto con Nafarrete reunió armas, municiones y caballos para De la Rosa y Pizaña. Así, en tanto que desde los estratos militares del constitucionalismo se reconocía al primero como el líder de la revolución de Texas, los cónsules y diplomáticos constitucionalistas lo señalaban como bandolero, sedicioso y cabecilla de los alzados texanos. Cabe señalar que Nafarrete negaría por la vía diplomática haber ofrecido armas a las gavillas.

A principios de agosto de 1915 se registraron en el sur de Texas, al mando de De la Rosa, ataques e incursiones contra el rancho Las Norias, cerca de Sarita, y el King Ranch, así como el asesinato de varios propietarios estadounidenses. A los pocos días, se reportaron tiroteos cerca de San Benito y Mercedes. Durante septiembre, otros asaltos y balaceras ocurrieron entre revolucionarios y autoridades locales. El resultado fue que el gobierno federal prestara mayor atención a la actividad revolucionaria, observando que no se trataba de casos aislados y que había una conexión directa con México, así que presionaron a los constitucionalistas para que impidieran el paso de bandas armadas por la frontera hacia el sur de Texas.

El general Frederick Funston y el gobernador de Texas, James E. Ferguson, ordenaron al coronel A. P. Blocksom y al alguacil W. T Vann, entre otros, que persiguieran a los “alzados” texanos. En sus primeras investigaciones concluyeron que las partidas venían del lado mexicano y eran apoyadas por militares constitucionalistas, siendo el principal acusado el general Nafarrete. Se intuía, por lo demás, que Venustiano Carranza los apoyaba discretamente. De ahí que los Texas Rangers comenzaran a perseguir a los revolucionarios a fin de mantener el orden y salvaguardar los intereses de la población anglosajona. Utilizaron métodos violentos y coercitivos para lograr su cometido, aunque intensificarían su persecución a raíz del ataque al ferrocarril en Olmito la noche del 18 de octubre de 1915, cuando un grupo al mando de De la Rosa hizo estallar las vías justo al pasar el tren. El maquinista y otros pasajeros murieron de inmediato. Después, la partida abordó y asaltó a los supervivientes, dando muerte a algunos y al parecer gritando vivas a Carranza y a De la Rosa.

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Para leer la entrevista completa, consulte la revista BiCentenario.

PARA SABER MÁS

  • Aguilar Mora, Jorge, Una muerte sencilla, justa, eterna. Cultura y guerra durante la revolución mexicana, México, Era, 1990, pp. 260-359.
  • Larralde, Carlos M., “Luis de la Rosa”, Handbook of Texas, consultado en https://tshaonline.org/handbook/online/articles/fdead.
  • Montejano, David, Anglos y mexicanos en la formación de Texas 1836-1986, México, Conaculta/Alianza Editorial Mexicana, 1991, pp. 133-159 (Los Noventa).

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