Maricela González Cruz Manjarrez
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 36.
La iconografía de distintos momentos de la represión del estado contra las luchas sociales en México tiene en este fotógrafo capitalino a uno de sus baluartes fundamentales. Retrató a los halcones en el jueves de corpus de 1970 y las protestas de petroleros, maestros, médicos y estudiantes. La fotografía, decía, “es una forma de no dar la espalda a los hechos y permitir que otros escriban la historia a su antojo”.
Enrique Bordes Mangel y Cervantes fue considerado en 1958 por diversos medios como el autor de “la foto más oportuna” del año, publicada en más de trece diarios. La tomé durante la represión al movimiento petrolero, cuando tenía 36 años de edad y la titulé, con su particular sentido del humor, “Mi pelotón de fusilamiento”. La fotografía destaca por su valor testimonial, en ella, como en tantas otras ocasiones, anticipó la escena, incluso le dio tiempo de componerla, ya que registró el momento justo en que un judicial colocado al centro de la imagen le apuntó con su pistola. Una de las características de su trabajo radica en esta capacidad de visualización, de rapidez y, como él me comentaba, “de tener olfato y buenas piernas para correr”. En 2009, le decía a Octavio Nava que “el secreto de la fotografía de prensa es ir adelante, no atrás”
Bordes Mangel y Cervantes no quiso ser sólo un cronista de acontecimientos sino que se asumía como parte de ellos -siempre estaba “al filo”, decía-, manteniendo coherencia entre sus convicciones, su vida y su trabajo. Fue respetado por estar vinculado a las luchas democráticas y reconocido como un hombre intrépido que mostró las diversas facetas de la represión del Estado e incluso sufrió tal persecución, especialmente después de su reportaje del 10 de junio de 1971, cuando ante el desgaste de tener que ocultarse constantemente y el temor a ser detenido, se vio obligado a exiliarse en Montreal, Canadá, de 1973 a 1983.
También fue definido en alguna nota periodística como el fotógrafo “de halcones y otras aves salvajes”, por su reportaje sobre la represión y matanza de estudiantes el 10 de junio de 1971, conocido como jueves de corpus. De la serie que tomó (y que se salvó porque guardó el rollo en un calcetín) destaca la famosa foto del halcón corriendo enardecido sobre una avenida, gritando y sosteniendo un palo “kendo” o de bambú, empleado en las artes marciales, que en esta ocasión sirvió para golpear brutalmente a los estudiantes. Como sucede con la obra de muchos fotógrafos, esta imagen se difunde incluso hasta ahora sin que se le otorgue a Bordes Mangel el crédito correspondiente.
Siempre solidario y generoso al contar anécdotas o dar consejos, fue reconocido como el “decano” del fotoperiodismo mexicano por jóvenes periodistas y fotógrafos, quienes lo llamaban cariñosamente “Don Enrique” o, de manera fraternal, “Bordes”.
El fotógrafo capitalino nació en la Ciudad de México el 19 de abril de 1922 y murió el 21 de octubre de 2008-, muy consciente del valor de la imagen, legó fotografías emblemáticas sobre diversas expresiones sociales, como “El sádico”, “El beisbolista”, “El vuelo” y “La tercera caída”. Con su trabajo reconoció las luchas de trabajadores y sindicatos como el de los petroleros en 1958, apoyó las manifestaciones y mítines de maestros en 1960, la multitudinaria protesta de médicos y enfermeras de 1965, las de estudiantes en 1968 y 1971, así como, se solidarizó igualmente, con demostraciones de apoyo a Cuba o Vietnam.
A su regreso de Canadá registró a una Ciudad de México devastada por los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, captó diversas expresiones de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994 y las protestas por la masacre de indígenas en Acteal, Chiapas, en diciembre de 1997, entre otras muchas fotografías que documentaron acontecimientos y demandas sociales.
Bordes Mangel aprendió su oficio con fotógrafos como Manuel y Lola Álvarez Bravo, y con el venezolano Ricardo Razetti, trabajando de laboratorista en el taller que los tres compartían en 1941 en la calle Ayuntamiento, en el centro Histórico de la Ciudad de México, aunque siempre reconoció a Razetti como su maestro y mentor.
Prefería el blanco y negro, pero fue de los primeros fotógrafos en procesar color en México, ya que de 1944 a 1946 se especializó en fotografía a color y en fotografía comercial e industrial en Nueva York.