El papel clave de la diplomacia en la olimpiada cultural.

El papel clave de la diplomacia en la olimpiada cultural.

Diego Flores Olmedo
Instituto Mora

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm.  42.

El público mexicano de 1968 pudo acercarse a piezas artísticas y culturales originales de África, Asia, Oceanía y América como no había ocurrido antes. El trabajo de dos hombres que recorrieron el mundo para lograr que se exhibieran durante las Olimpiadas fue determinante: el antropólogo Daniel Rubín de la Borbolla y el arqueólogo Luis Aveleyra Arroyo de Anda.

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La Olimpiada Cultural México 68 significó una formulación sin precedentes para la historia de los Juegos Olímpicos modernos. Fue un proyecto ideado por Pedro Ramírez Vázquez, segundo presidente del Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada de México 68 (COO México 68), que se anunció en noviembre de 1966 a los medios nacionales y tiempo después tuvo eco internacional. Por medio de veinte eventos, buscó acercar a los pueblos del mundo a través del arte, la ciencia y la cultura, creando un ambiente distinto al de las meras competencias entre atletas; uno equilibrado, de hermandad y paz que, paradójicamente, tuvo lugar en un mundo políticamente bipolar y de una profunda desigualdad económico-política entre los Estados del orbe.

En este texto daré cuenta, de manera general, de la labor del antropólogo Daniel Rubín de la Borbolla y del arqueólogo Luis Aveleyra Arroyo de Anda para lo que fuera la Dirección de Actividades Artísticas y Culturales (DAAC) del COO México 68. El trabajo de ambos funcionarios se destacó por una política diplomática que llevó a la creación de redes efectivas de cooperación cultural y artística, así como también por las propuestas de selección de obras de arte, artesanías, danza y fotografías de diversos países; algunos, incluso, con los que México no tenía relaciones diplomáticas en aquel momento.

Daniel Rubín de la Borbolla

Daniel Rubín de la Borbolla ha sido reconocido como uno de los más importantes antropólogos y humanistas del país. Su labor en el impulso del arte popular mexicano y de las culturas autóctonas fue altamente destacada y lo llevó a fundar dos importantes museos cuyos ejes principales fueron el arte popular y el moderno: el Museo de Artes e Industrias Populares (1951) y el Museo de Ciencias y Artes (1959) en la UNAM.

El doctor Daniel Rubín de la Borbolla, como la gente se refería comúnmente a él, comenzó a colaborar con el COO México 68 desde 1966, cuando el presidente del comité era Adolfo López Mateos. Después de que este último anunció su retiro, la presidencia del COO fue asignada a Ramírez Vázquez, quien conocía a Rubín de la Borbolla y sabía de su importante labor para la antropología y la cultura mexicana. Así fue como resolvió invitarlo a participar en las olimpiadas mexicanas como Asesor y Coordinador General Cultural de la DAAC.

Tomó bajo su responsabilidad una tarea trascendental: asesorar y coordinar los trabajos de la DAAC para dar bases a la Olimpiada Cultural de México 68. Sobre todo, para tres de los veinte eventos previstos: la Exposición Obras Selectas de Arte Mundial, la Exposición Internacional de Artes Populares y el Festival Mundial del Folklore. Esto implicó asegurar el éxito del proyecto por medios diplomáticos y con base en la participación de todos o de la mayoría de los países miembros del Comité Olímpico Internacional (COI). Por este motivo, emprendió largos viajes a diversos y lejanos países con el fin de hacer la invitación personal al programa cultural de COO México 68, además de crear la red internacional necesaria que sostendría las negociaciones, préstamos, adquisiciones y otras gestiones.

Comenzó su labor de viajero y diplomático cultural en Estados Unidos y Canadá. De febrero a marzo de 1967, visitó las ciudades de Washington, Nueva York, Chicago, Ottawa y Montreal. Su objetivo fue presentar el Programa Cultural de México 68 en esos países, en museos, instituciones y oficinas competentes para tales objetivos, así como en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En esta última acudió a almuerzos y otros eventos para entrevistarse con embajadores de países del continente americano y de otras naciones como Benín, Chad y Sierra Leona, con las que México no tenía relaciones aún.

De vuelta en nuestro país, dio los primeros pasos, junto con Luis Aveleyra Arroyo de Anda, para la creación de una red diplomática cultural internacional a través de las embajadas y consulados mexicanos en otros países y sus correlativos extranjeros en México. Para dar mayor operatividad a este proceso, el COO México 68 creó la figura del Consejero Técnico Ad Honorem, nombramiento atribuido al embajador, cónsul o encargado de la representación nacional, que ayudaría al COO a realizar eventos culturales y asegurar la participación de los países en el programa. Serían ellos los que proveerían de nombres de importantes personalidades artísticas y culturales de los países en los que se establecía la representación mexicana. Una vez creada la plataforma operativa, Rubín de la Borbolla y Aveleyra realizaron dos extensos viajes alrededor del mundo.

Rubín de la Borbolla, emprendió el viaje de 1967 el 25 de junio y culminó el 26 de octubre. Cubrió Norteamérica, Europa y África, visitando 22 países en total. El primer punto fue Estados Unidos. En Washington D.C. obtuvo las visas necesarias para visitar los países africanos. Viajó luego a Montreal, Canadá, donde México contaba con un espacio en la Exposición Universal de aquel año. Ahí aprovechó para hacer promoción del programa cultural de México 68.

El siguiente destino fue París, donde se encuentra la UNESCO, foro internacional donde también fue necesario dar a conocer la Olimpiada Cultural. Estuvo ahí del 6 al 18 de julio. Después comenzó su gira por África. Sierra Leona, Costa de Marfil, Níger, Ghana, Togo, Dahomey (hoy Benín), Nigeria, República Centroafricana y Chad constituyeron el itinerario cultural de Rubín de la Borbolla en el África occidental. El doctor se vio sumamente interesado por la colección de bronces de Nigeria, país en el que estuvo en tres ciudades: Lagos, Ife y Benín. Fue también un país donde se vio enfrentado a la realidad política que compartían varias naciones africanas, ya que en mayo estalló la guerra civil nigeriana, derivada de la proclamación de independencia de Biafra, región del sureste ante la cual el gobierno respondió con una de las guerras más cruentas de la historia moderna. Más tarde visitó Ghana, donde México contaba con una embajada a cargo de Ernesto Madero Vázquez. Fue ésta el punto neurálgico de las negociaciones y recepción de piezas de los países del África occidental y subsahariana.

Los siguientes puntos del itinerario fueron los dos Congos: Brazzaville (hoy República del Congo) y Kinshasa (hoy República Democrática del Congo), representantes del África subsahariana. Continuó su misión hacia el nororiente del continente, visitando Kenia, Etiopía y la entonces República Árabe Unida, nombre que Egipto tomó entre 1958 y 1971. En estas dos últimas naciones, México también tenía embajadas, las representaciones más importantes en África.

Rubín de la Borbolla llegó a Grecia el 22 de septiembre, donde no emprendió negociación ni adquisición alguna por instrucciones de Ramírez Vázquez. Las razones de este hecho no se consignan en los documentos que consulté, pero, al parecer, otra oficina del COO México 68 llevaría a cabo las negociaciones con Grecia. El doctor reanudó su labor en la entonces Yugoslavia. Siguió con Austria, Polonia y Suecia. Del país nórdico regresó a París y de allí volvió a Nueva York para después llegar a México el 26 de octubre. Como podrá entenderse, el viaje resultó extenuante. Para entonces, el doctor contaba con sesenta años. Su salud se vio afectada desde Dubrovnik, en la hoy Croacia, por lo que a su regreso requirió hospitalización, asunto que Luis Aveleyra consignó en un memorándum confidencial a Ramírez Vázquez. Afortunadamente se repuso y volvió a sus actividades al año siguiente. En 1968, su tarea lo llevó por gran parte de Latinoamérica, región imprescindible para el Programa Cultural de México 68.

El viaje comenzó en Costa Rica, en la reunión de Ministros de Educación de Centroamérica que se celebró del 7 al 11 de febrero en San José. Aseguró la participación costarricense y se entrevistó con ministros centroamericanos de educación. Un evento similar se llevó a cabo después en Maracay, Venezuela. En esa ciudad se celebró la Quinta Reunión Anual del Consejo Interamericano de Cultura del 15 al 22 de febrero de 1968. Ahí, Rubín de la Borbolla se entrevistó con varios ministros de educación y jefes de misión americanos.

Viajó después por varios países de Sudamérica para emprender gestiones parecidas a las que realizó en África, Europa y Norteamérica: entrevistarse con ministros de educación y cultura, bellas artes y deporte, así como con pintores y escultores y repartir propaganda de los XIX Juegos Olímpicos de México 68. Su misión incluyó seleccionar obras de arte y artesanías, además de adquirir fotografías. Se dirigió a Paraguay, después a Argentina, siguió en Uruguay, Chile, Perú, Ecuador y concluyó en Colombia. El itinerario siguió en Centroamérica: volvió a Costa Rica, luego se dirigió a Nicaragua, Honduras, El Salvador y culminó en Guatemala.

Rubín de la Borbolla no dejó de lado las gestiones con los embajadores, claves para la realización de las exposiciones y de la Olimpiada Cultural misma. En su archivo se encuentran varios documentos que muestran las cantidades en dólares asignadas para que embajadores mexicanos compraran seleccionadas piezas de artesanías. En algunos casos, sobre todo en los países americanos, tuvo injerencia directa en la selección; en otros, como el de la India o algunos países africanos, los embajadores debieron dirigirse a personas y expertos del ambiente cultural de cada país para llevar a cabo la adquisición. En este proceso destaca la figura del escritor Octavio Paz, embajador de México en la India, quien colaboró directamente en la selección de obras para las exposiciones de las Olimpiadas Culturales.

Luis Aveleyra Arroyo de Anda

Arqueólogo y pionero en el estudio de la prehistoria de México, Luis Aveleyra Arroyo de Anda se unió al equipo cultural del COO México 68 desde abril de 1966, cuando aún no se había formulado la Olimpiada Cultural como tal, aunque se tuviera previsto un programa con algunas exposiciones. De ese primer programa se desprendería la Olimpiada Cultural, en cuya definición tuvo una participación fundamental. También destacó por su labor burocrática en el área educativa y de gestión cultural, ocupó cargos importantes en la Secretaría de Educación Pública (SEP), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo Nacional de Antropología que dirigió de 1956 a 1960.

Aveleyra se encargó de dirigir, entre otras cosas, la ya mencionada red diplomática y cultural para la Olimpiada Cultural. Igual que Rubín de la Borbolla, realizó viajes entre 1967 y 1968 con el fin, primero, de llevar la invitación oficial a diversos comités olímpicos y empezar las negociaciones para que los países miembros aceptaran participar en la Olimpiada Cultural. Después, los viajes fueron para confirmar esa participación. La región de la que se ocupó especialmente fue la del sur de Asia y la cuenca del Pacífico.

Comenzó su viaje también el 25 de junio de 1967. Las primeras paradas fueron Washington D.C. y Nueva York. Ahí obtuvo las visas para aquellos países asiáticos con los que México no tenía relaciones diplomáticas en aquel momento, como Nepal, además de emprender acuerdos con el embajador mexicano en Estados Unidos, el Lic. Hugo B. Margain, así como con la agregada cultural Concha Romero de James, quien jugó un papel importante en las negociaciones culturales entre nuestro país y el vecino del norte. Grabó, además, una entrevista para la cadena informativa “La Voz de América”, que sería difundida en inglés y español en todo el continente. Partió el 28 de junio y en la misma fecha llegó a París. Aquí obtuvo la visa para Camboya, desde donde se dirigió hacia Nueva Delhi, capital de la India.

El viaje al sur de Asia fue fructífero. Grabó una cinta para Radio India en la que habló sobre la organización general de los Juegos Olímpicos de México 68 y de su programa cultural. La entrevista se transmitió por radio y TV aquel mismo día, 3 de julio, a las 20:00 hrs. para el país huésped y los países vecinos. También entabló conexiones con varias personalidades de la cultura como Kamaladevi Chattopadhyay, quien presidía del Consejo Panindio de las Artesanías Populares, agencia nodal del gobierno indio para el desarrollo, el mercado y la exportación de artesanías.

Las siguientes escalas fueron Nepal, Birmania (hoy Myanmar), Camboya, Taiwán, Hong Kong, Australia, las islas Fiji (aún bajo régimen británico) y Tahití. Regresó a México el 2 de agosto, antes que Rubín de la Borbolla, seguramente por tener a cargo la gestión de varios asuntos, en su calidad de director de la DAAC. En aquel tiempo, el sureste asiático vivía momentos y situaciones terriblemente difíciles, de los cuales la guerra de Vietnam resultaba la más visible. Los conflictos intestinos de la región hacían casi imposible su participación deportiva y cultural. Las negociaciones fueron relevantes, aunque no resultaron del todo las esperadas.

Aveleyra puso especial atención en Nepal y Taiwán. En el primero se interesó por una colección de arte que entonces se exponía en Bélgica y después iría a Londres. Decidió que dicha colección viajara a México tanto para la exposición de artesanías como para la de Obras Selectas… En Taiwán se entrevistó con autoridades del Comité Olímpico de la República China, con sede en este lugar. Le plantearon un problema importante. El COI no permitía que durante los Juegos Olímpicos ese país se presentara con el nombre de República China, sino con el de Taiwán. Si bien los taiwaneses debían tratar el tema directamente con el COI, solicitaron el apoyo de México para desfilar con el nombre deseado por ellos. Si no se hallaba una solución satisfactoria, evaluarían la posibilidad de no participar en las competencias atléticas, y sólo, tal vez, en las culturales. El conflicto se resolvió satisfactoriamente para la República China al año siguiente.

En 1968, Luis Aveleyra emprendió nuevos viajes a Estados Unidos y a la región asiática que ya había visitado. A diferencia de la gira anterior, en ésta debía encontrar soluciones claras respecto de la participación de los países invitados. En este punto se vio apoyado por Rubín de la Borbolla y por Gilberto Bosques, quien entonces se desempeñaba como subdirector de Relaciones y Promociones de la DAAC. Dadas las circunstancias (la incertidumbre de confirmar la participación de países del extremo Oriente), decidió emprender el viaje a San Francisco, California, Estados Unidos. El objetivo fue seleccionar piezas antiguas de arte asiático de la colección de Avery Brundage, presidente del COI, que se exhibían en el Young Memorial Museum de aquella ciudad. Así lo hizo del 19 al 24 de febrero y obtuvo piezas de Turquía, Irán, India, Birmania (Myanmar), Tailandia, Camboya, Vietnam, Indonesia, China, Mongolia, Corea y Japón para la exposición Obras Selectas de Arte Mundial.

De Estados Unidos fue a París, donde aguardó varios días por recomendación del embajador mexicano, el historiador Silvio Zavala. Ambos esperaron la resolución al problema de Sudáfrica en las Olimpiadas de México. La participación de la nación africana se encontraba en entredicho debido a la política racista (apartheid) del gobierno sudafricano. Los países africanos consideraron cancelar su participación en las olimpiadas mexicanas si Sudáfrica también participaba. Finalmente, se canceló la participación sudafricana.

Volvió a la India, Nepal, Tailandia, Camboya, Hong Kong y Taiwán. Obtuvo la resolución positiva de estos países sobre su participación en las olimpiadas. Esta vez, la misión contempló negociaciones en Corea del Sur y Japón cuyos representantes se mostraron entusiasmados y dispuestos a colaborar.

La presencia de la embajada de México en el país del sol naciente fue de suma importancia, ya que desde ahí se envió la mayoría de las obras asiáticas a la Ciudad de México, donde fueron exhibidas en exposiciones y eventos culturales de la Olimpiada Cultural. De Japón, Aveleyra volvió a Estados Unidos para cerrar el convenio con Avery Brundage, desde donde regresó finalmente a sus labores al frente de la DAAC en México.

Dos exposiciones selectas

La exposición Obras Selectas de Arte Mundial estuvo a cargo de Rubín de la Borbolla y se abrió de manera exitosa el 7 de octubre de 1968 en el Museo Nacional de Antropología. Por otra parte, la Exposición Internacional de Artesanías Populares fue abierta al público el 10 de octubre del mismo año en lo que fuera el antiguo Hospital de Maternidad, edificio que hoy ocupa el Museo Franz Mayer, y en la que los organizadores tuvieron la intención de crear una “geografía mundial de las artesanías”, es decir, un corpus de piezas que mostrara el “arte genuino de los pueblos”, una esencia antigua y creadora donde habitaba la armonía del arte.

Tanto Obras Selectas como la Exposición Internacional de Artesanía contaron con una gran variedad de piezas internacionales de gran relevancia. En la primera destacaron piezas antiguas de Nepal, India, Camboya y Turquía (algunas de la colección de Brundage). Del antiguo Egipto se exhibieron esculturas de bulto, sarcófagos, etcétera. También se mostraron mosaicos romanos de Túnez, cabezas de bronce de Nigeria, piezas precolombinas de Venezuela, arte colonial e indígena de toda América, exvotos de Baviera de los siglos XVII al XIX (poco conocidos en México) y, también de Alemania, se trajo el retrato de Alexander von Humboldt. Por su parte, el Museo de Arte Moderno de México exhibió piezas de arte moderno; entre otras, obras de Gauguin, Bacon, Kandinsky y Pollock.

La Exposición Internacional de Artesanías Populares dispuso de máscaras y figuras de bronce de la India, una máscara de la bruja Rangda de Indonesia cuyos cabellos están hechos de cabello humano, además de títeres del teatro de sombras indonesio. Instrumentos musicales y máscaras africanos engalanaron la muestra, incluso se exhibieron muebles nigerianos (una silla y una mesa). Fue expuesto un traje de las Bahamas hecho de papel, así como retablos portátiles del Perú, materas argentinas y artesanías mexicanas fueron exponentes de América. Sobresale el envío de Estados Unidos: un lote de artesanías hechas por poblaciones negras e indígenas, así como la participación de Fred Stevens y su mujer, navajos, quienes realizaron una pintura de arena característica del arte de su pueblo. Destacó también la gran cantidad de cerámica y artesanías de madera enviadas por la República Democrática Alemana, la que, como nación joven, había encontrado su identidad popular en las artes industriales. La museografía de esta exposición, dirigida por Alfonso Soto Soria, dio el acento en la configuración de un espacio de vanguardia para la exhibición.

Ambas exposiciones, así como también algunos de los eventos artísticos de la Olimpiada Cultural (en el Festival Internacional de las Bellas Artes y el Festival Mundial del Folklore) significaron la feliz conclusión de los esfuerzos diplomáticos y culturales del gobierno mexicano, especialmente de Rubín de la Borbolla y de Aveleyra. Esto, sin embargo, no debe entenderse como un asunto de los funcionarios en clave individual, sino como el resultado de un esfuerzo conjunto de muchos actores de la cultura mexicana, de quienes apoyaron al gobierno y de las culturas y pueblos del mundo para traer a México piezas, imágenes, bailes y registros culturales de otros países del globo. El público mexicano de aquel entonces pudo acercarse a piezas originales de África, Asia, Oceanía y América como no había ocurrido antes, lo cual sin duda implicó una apertura en el campo cultural, diplomático y museístico de nuestro país. Ejemplo de ello es que la mayoría de la colección generada por la Exposición Internacional de Artesanías Populares fue donada a la UNAM, que la ha resguardado y llevado a cabo exposiciones temporales con éstas durante cinco décadas. De ellas, El viaje de los objetos (2016) es la más reciente de aquellas exposiciones inauguradas sobre la fundamentación cultural mexicana que formularon Aveleyra y Rubín de la Borbolla para la Olimpiada Cultural México 68.

Por el momento, este texto sólo ha abordado someramente una empresa que aún aguarda a ser estudiada con mayor atención y cuyo testimonio revela uno de los capítulos más dinámicos en la historia de las relaciones diplomáticas y culturales de México. Sin duda alguna, la organización de las Olimpiadas de México 68 y los actores que en ésta participaron nos deparan aún muchos temas para ser estudiados en varios ámbitos del conocimiento.

PARA SABER MÁS

  • Abraham Jalil, Bertha, Daniel F. Rubin de la Borbolla: 1907-1990: testimonios y fuentes, 2 v., México, UNAM-Centro de Investigación y Servicios Museológicos, 1996.
  • Comité organizador de los juegos de la XIX olimpiada, México 68, vol. 4, México, Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada, 1969.
  • Rodríguez Kuri, Ariel, “Hacia México 68. Pedro Ramírez Vázquez y el proyecto olímpico”, Secuencia, Revista de Historia y Ciencias Sociales, 2003. http://secuencia.mora.edu.mx/index.php/Secuencia/article/view/812
  •  “Semblanza: Un gran estudioso de la prehistoria. Luis Aveleyra Arroyo de Anda (1926- 2001)”, en Arqueología Mexicana, núm. 52, noviembre-diciembre, 2001, pp. 64-65.El viaje de los objetos, 2016, https://issuu.com/ccutlatelolco/docs/el_viaje_de_los_objetos_

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