Sergio Hebert Caffarel Pérez Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 35.
Muertes inútiles en el campo de batalla, que se podrían haber evitado con una mejor educación médica, movieron a Francisco Montes de Oca a convencer a militares y políticos de que la medicina en el ejército requería después de la guerra contra el imperio francés de un salto abrupto de calidad. El cambio vendría a partir de la fundación de la Escuela Práctico Médico Militar (EPMM).
Corría el día 5 de mayo de 1862 en algún edificio de la ciudad de Puebla. Los cañones republicanos y franceses intercambiaban fuego y su rugir se escuchaba a varios kilómetros a la distancia; los estruendos que se acompañaban con gritos y una infinidad de sonidos de detonaciones, como si fueran cuetes en la fiesta del pueblo, rompían el silencio. Los franceses combatían con ferocidad en el frente y devolvían el fuego para contener a los exaltados republicanos que al grito de “¡Viva Juárez!”, avanzaban continuamente sobre el campo. En ambos bandos se presentan numerosas bajas mortales y heridos.
En ese viejo edificio, que se estremecía de vez en cuando, el médico-cirujano Francisco Montes de Oca, de extracción civil pero perteneciente al ejército mexicano desde 1861, intentaba realizar la amputación del brazo a un joven soldado mexicano, de no más de 20 años, quien había sido alcanzado por un cañonazo francés. La intervención la había practicado cientos de veces en tiempos anteriores, pero en la mayoría de los casos sus pacientes morían desangrados en sus precarios hospitales militares. Mientras intentaba extraerles balas y cercenar las masas sangrientas de músculos, que antes formaban un brazo o una pierna, él tenía que ver a sus compañeros de armas morir frente a él.
Ese día no fue la excepción. Montes de Oca observó que el corazón del joven se detuvo y dejó caer la sierra con la que trabajaba en el suelo manchado de sangre. Pasó su mano desnuda sobre el rostro de su compañero y le cerró los ojos. Se quedó viendo fijamente el cadáver y por su mente transcurrieron miles de ideas, maldiciones, arrepentimientos, pero sobre todo sintió que la impotencia se apoderaba de él. Odiaba observar como morían sus compatriotas en sus manos, el oírlos gritar, el verse las manos llenas de sangre de gente que no pudo salvar, el tener que salir de la tienda para informarle al oficial a cargo que su soldado había muerto en la tienda y observar cómo se demudaban los rostros de quienes esperaban mejores noticias. Odiaba tener que volver a entrar a la tienda y repetir todo el procedimiento con los mismos resultados. Detestaba a los franceses, pero sobre todo saber que podía hacerse más para evitar las muertes producidas por heridas de guerra, que éstas podían haberse evitado con mejores condiciones sanitarias y si en la Escuela Nacional de Medicina se hubieran enfocado en cuestiones más prácticas y menos teóricas.
Sin embargo, esta vez tuvo una idea que no lo abandonaría: una vez que la República se restaurara, él seguiría en el ejército federal y trataría de convencer a los altos mandos de crear espacios para el estudio, la práctica y la modernización de las técnicas quirúrgicas militares. Solo de esa manera prevendría que más compañeros de armas murieran otra vez en sus manos. Este objetivo lo cumpliría al fundar la Escuela Práctico Médico Militar (EPMM) en 1881, institución que cambiaría la forma de enseñar la medicina. Pero para llegar a eso tuvo que recorrer un largo camino en el cual forjó su reputación y en donde las circunstancias le permitirían lograr sus objetivos.
La carrera médica
Francisco Montes de Oca y Saucedo nació el 29 de enero de 1837 en la ciudad de México. Su padre era militar, pero murió en la batalla de la Angostura durante la guerra entre Estados Unidos y México, cuando Francisco tenía solamente diez años. Con grandes esfuerzos por parte de su madre, Guadalupe Saucedo, y ayuda externa para superar la pobreza, pudo estudiar en San Juan de Letrán donde mostró ciertas inclinaciones literarias, pero terminó decidiéndose por estudiar en la Escuela Nacional de Medicina en 1853.
Hacia 1855 las materias que se impartían en la carrera de Medicina eran religión, inglés, francés, física médica, química médica, historia natural médica, farmacia, anatomía descriptiva, fisiología e higiene, patología externa, operaciones, patología interna, obstetricia, terapéutica, medicina legal, clínica interna y clínica externa. Todas, a excepción de las últimas dos, eran de carácter teórico y estaban diseñadas desde un enfoque más enciclopédico y erudito que práctico. Esto causó que sus egresados, en el mejor de los casos, poseyeran una gran cantidad de conocimientos teóricos, pero carecieran de conocimientos prácticos.
Hacia 1857 Montes de Oca era practicante en el Hospital de San Pablo y en el de San Andrés; en ese año una de las reconfiguraciones políticas más importantes en la historia del país se llevaba a cabo con la promulgación de una constitución de corte liberal. Esto produjo que el sector conservador se viera gravemente afectado y planeara una vuelta al poder para derogarla, lo que se llevaría a cabo al siguiente año dando inicio a la llamada guerra de Reforma. Los conservadores establecieron su gobierno en la capital e iniciaron una persecución de los liberales, por lo que el 18 de julio de 1858 el secretario de Justicia de Félix Zuloaga, Francisco J. Miranda, ordenó la expulsión de los alumnos que habían jurado la Constitución, entre otros Montes de Oca, quien era un liberal convencido. Sus compañeros de la carrera presionaron de tal manera que lograron convencer al director de que este evaluara a Montes de Oca como si fuera un estudiante regular, aunque oficialmente estuviera expulsado, para que no perdiera el año y reingresó a la Escuela de Medicina el 2 de febrero de 1859.
Cuando se dio la batalla de Tacubaya el 11 abril de ese año, en donde el general conservador Leonardo Márquez derrotó al general liberal Santos Degollado, Montes de Oca atendió a los heridos de ambos bandos; sin embargo, había escuchado los rumores de que al día siguiente aquel fusilaría a la gente que hubiera participado en el bando opuesto y decidió escapar. Gracias a esto, el joven practicante se recibió como médico cirujano en 1860 y al año siguiente, el 13 de marzo, solicitaría la plaza de profesor y jefe de trabajos anatómicos en la misma escuela, ganando el concurso de oposición; también logró obtener la titularidad de la Clínica Externa. Es de especial mención que Montes de Oca no dejó esta plaza más que en contadas ocasiones y que por ella recibiría a lo largo de su vida, de manera puntual un sueldo anual de 1 400 pesos. En ese periodo que impartió la clase, Montes de Oca no usaba ningún tipo de texto como guía de su clase ya que ésta consistía siempre en dar lecciones orales a la cabecera del enfermo.
El 11 de febrero de 1861 ingresó en el ejército como comandante de Plana Mayor Facultativa. Durante los años de la intervención Francesa (1862-1867) tuvo participaciones en batallas importantes como la ya mencionada del 5 de mayo de 1862 y al incorporarse al ejército de Felipe Berriozábal llegó hasta Coahuila. Sin embargo, allí enfermó de tifoidea y regresó a la capital para dedicarse al ejercicio privado de la profesión. Pasaron los años y cuando el Segundo Imperio se caía a pedazos y el ejército de Porfirio Díaz se instaló en la Villa de Guadalupe para sitiar la ciudad de México, Montes de Oca se sumó a sus fuerzas. Restaurada la república fue nombrado director del Hospital de mujeres dementes el 25 de junio de 1867 (cargo que tendría por lo menos hasta 1875) y como subdirector del Cuerpo Médico Militar el 27 de octubre del mismo año, cargo de suma importancia para él ya que asumió la subinspección de un cuerpo que se encontraba en pésimo estado y consiguió mejorarlo en todos sus aspectos; se notaron grandes mejorías en el tratamiento de los heridos y mejores condiciones en las instalaciones.
Un año después, en 1868, Montes de Oca fue nombrado director del Hospital Militar de México –también conocido como San Lucas-. Ingresó entonces como miembro a la Academia Nacional de Medicina, en donde publicó algunos artículos acerca del tratamiento que aplicaba en determinados casos de medicina militar. Además, en 1874 fundó la Asociación Médico Quirúrgica Larrey, organización exclusiva para médicos militares, pero que duró solamente unos pocos años. El nombre de ésta provenía del máximo ídolo de Francisco, el médico Dominique Jean Larrey, quien había participado en las campañas napoleónicas y había dejado escritos de importancia como su Clinique chirurgicale: exercee particulierement dans les camps et les hopiteaux militaries. (Cirugía clínica: ejercido particularmente en los campos y hospitales militares).
Durante la década de 1870 alcanzó varios logros profesionales: fue el primer médico mexicano en usar el vendaje hemostático de Esmarch, un tipo de vendaje utilizado para evitar hemorragias en miembros amputados, en una desarticulación de metacarpo; y en desarrollar técnicas operatorias propias como una modificación al procedimiento Chassaignac para extirpar el testículo y lograr ligar con éxito la arteria axilar tras ser herida con un instrumento punzo cortante.
Para finales de esa década, el país se encontraba ya bajo un nuevo régimen al mando del general y presidente Porfirio Díaz. Desde los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada había constantes levantamientos armados, así como un bandolerismo generalizado. Esto no era propicio para que se pudiera desarrollar económicamente. Atacar estos problemas con un ejército capaz fue una prioridad tanto para estos presidentes como para Díaz. A pesar de que no puede hablarse de una pacificación total, sí podemos decir que se mantenía una estabilidad política y militar en la mayor parte del territorio y, hasta cierto grado, esto era muestra del “éxito” del modelo de gobierno: el aparato militar era una institución que le permitía imponer de manera eficaz el orden en toda la república, lo cual conllevaba a extender y consolidar el poder político y económico del gobierno.
Díaz decidió en 1880 apoyar la candidatura presidencial del general Manuel González ya que consideraba que, a diferencia de su principal competidor, Justo Benítez, continuaría la reforma fiscal y la modernización y reforma militar que él había comenzado. En efecto, el gobierno gonzalista decretó el 12 de noviembre de 1880 una serie de disposiciones para reorganizar la administración de la secretaría de Guerra y Marina, la cual quedó dividida en los departamentos de Infantería, de Caballería, Del Cuerpo Especial de Estado Mayor; el cual comprendía las secciones de Litografía, Fotografía, Imprenta, Telégrafos y Correos; de Artillería, de Ingenieros, de Marina y finalmente del Cuerpo Médico.
Médicos militares
Hacia 1880 había ocho hospitales militares permanentes, ubicados en ciudad de México, Veracruz, Puebla, Guadalajara, San Luis Potosí, Matamoros, Tepic y Mazatlán, además de los hospitales divisionarios con una condición móvil durante los tiempos de campaña. Con este marco político y militar Montes de Oca decidió dar un paso para mejorar las condiciones médicas: crear la primera escuela médico militar del país, la Escuela Práctico Médico Militar (EPMM), cuya peculiaridad era que seguiría el modelo del francés Val de Grace: tendría un hospital anexado a la escuela para que los alumnos pudieran hacer sus prácticas. En el caso mexicano sería el Hospital Militar de Instrucción, de uso exclusivo del ejército y que tenía varios años funcionando como un centro de estudios para médicos que aspiraban incorporarse al Cuerpo Médico Militar.
La inauguración de la EPMM se llevó a cabo el 15 de enero de 1881, y en la ceremonia estuvieron presentes el presidente Manuel González, el director Francisco Montes de Oca y cinco profesores fundadores: Alberto Escobar (de Higiene militar), Fernando López y Sánchez Román (Terapéutica aplicada y Cirugía de guerra), Ramón Macías y Regino González (Reconocimiento de instrumentos y aparatos quirúrgicos), Andrés Almaraz (Farmacia y Química médica) y Manuel Flores (Medicina legal).
La escuela solamente recibió estudiantes de la Escuela Nacional de Medicina que se encontraran cursando el tercer año de estudios; una vez que presentaban los papeles y completaban el trámite se les consideraba como soldados alumnos y recibían el sueldo de soldados. El quinto año de la carrera se les ascendía a tenientes aspirantes de medicina y el sueldo subía al de tenientes. Cuando completaban sus estudios eran ascendidos al grado de mayor médico cirujano y adquirían automáticamente la obligación de servir en las fuerzas armadas por cinco años. Paralelamente, los estudiantes seguían inscritos en la Escuela Nacional de Medicina.
El programa de estudios de la EPMM comprendía, en principio, Clínica médica, Clínica quirúrgica, Cirugía de urgencia, Medicinal legal militar, Higiene militar, Ordenanza militar y Química médica aplicada. Posteriormente éstas se reformularon y se agregaron otras: Clínica mixta, Clínica de urgencia, Medios de transporte para heridos y manera de usarlos, Terapéutica de campaña, Códigos y medicina legal militares, Terapéutica y aplicación del formulario de los hospitales y botiquines de campaña, así como Análisis químico con especialidad en productos orgánicos.
La EPMM no poseía una gran cantidad de estudiantes ya que para 1882 se registraron doce aspirantes en el Cuerpo Médico Militar, mientras que en 1883 la cifra subió a 17.
Montes de Oca fue ascendido al grado de General de Brigada el 5 de julio de 1882. Mantuvo su vida profesional activa hasta el 14 de marzo de 1885, cuando falleció en Apan, Hidalgo.
Uno de los aspectos más importantes a remarcar es que la EPMM no era una facultad de medicina que pudiera diferenciarse de la ENM; la escuela militar debe ser considerada solamente como un centro de estudios avanzados y especializados integrado al ejército mexicano, pero al mismo tiempo unido estrechamente a la escuela civil. A pesar de la relación entre ambas, puede notarse que la formación de la primera estaba centrada en el pragmatismo mientras que la segunda tenía tintes enciclopédicos.
Sin duda, uno de los logros más importantes de la EPMM fue la de haber incidido en la elaboración de nuevos planes de estudio en la propia ENM. Por ejemplo, es posible advertir que hacia 1886 el nuevo plan de estudios de esta daba mayor peso a las clínicas ya que en vez de tener tres cursos de este tipo como en 1874, ahora había cuatro de clínicas y uno de Operaciones, mismo que se repetiría en el plan de 1895. La EPMM había modificado la regla y sostuvo que, para enseñar medicina, la inclusión de las clínicas y clases dedicadas a las operaciones quirúrgicas debían de ser indispensables.
PARA SABER MÁS
- Cárdenas De La Peña, Enrique, Introducción a la historia de la medicina en la ciudad de México, México, Méndez editores, 2008.
- Guarner, Vicente, “Francisco Montes de Oca y Saucedo, destacado cirujano en el México del siglo XIX” en Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM, 2010
- Moreno-Guzmán, Antonio, “La Escuela Práctica Médico Militar” en Revista Sanidad Militar, 2011, en https://goo.gl/U4dh85
- Rodríguez, Martha Eugenia, La Escuela Nacional de Medicina 1833-1910, México, Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, 220 p.