En 2009 se cumplen setenta años de la llegada de la primera oleada de exiliados españoles a nuestro país. Buscaban en México un refugio que suponían temporal. Deseaban volver a su patria y albergaban la ilusión de que las fuerzas que habían derrotado a la República Española no lograrían perpetrarse en el poder. Sin embargo, con el paso del tiempo, dicha esperanza se debilitaba, al tiempo que los exiliados convertían al país que les había abierto sus puertas en su nuevo hogar.
El apoyo que el México presidido por Lázaro Cárdenas prestó a la causa de la República durante la guerra civil española, lo convirtió en una fuerza activa de la lucha contra las ideologías fascistas en expansión mundial durante la década de los treinta. La guerra civil, antecedente inmediato de la segunda guerra mundial, había iniciado en 1936, originada por un estallido militar respaldado por los grupos conservadores de la sociedad española, contrarios al gobierno republicano, democrático y legal.
Los regímenes fascistas, en particular Alemania e Italia, apoyaron decididamente a los sublevados o “falangistas” afines a ellos en términos ideológicos. Por su parte, el frente popular, integrado por todos los sectores sociales opuestos al fascismo y defensores de la República (liberales, monárquicos, socialistas, comunistas, anarquistas), careció del apoyo de las democracias occidentales a(Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos), que buscaron evitar una confrontación con la Alemania nazi mediante una neutralidad que favoreció, en realidad, a la causa de la falange.