La solidaridad en 1985. Memoria de los efectos del terremoto en la colonia Condesa

La solidaridad en 1985. Memoria de los efectos del terremoto en la colonia Condesa

Juan Andrés Esteva Salazar
Universidad Iberoamericana

En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 38.

La gestión solidaria colectiva sacó adelante a los habitantes de la ciudad de México en la tragedia de hace 32 años. En una de las colonias emblemáticas de la delegación Benito Juárez, el silencio y el pesar se extendieron por meses. Impactado por el temor, la necesidad de sobrevivir, la búsqueda de seguridad, muchos de sus vecinos prefirieron rehacer y continuar sus vidas en otros barrios o migrar a ciudades del país que los alejara de aquella experiencia dolorosa.

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A las 7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985 se registró en la Ciudad de México un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter, con una duración de 90 segundos. Al día siguiente, a las 19:20 de la noche, hubo una réplica de menor intensidad. El reporte oficial habló de 6 000 o 7 000 personas fallecidas, sin embargo, la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) registró 26 000, mientras que las organizaciones de damnificados calcularon en 35 000 el número de muertos. La cantidad de heridos ascendía? a más de 40 000, aunados a los 4 100 que fueron rescatados con vida de los escombros. Los edificios destruidos sumaron 400, incluyendo hospitales como el Juárez y el General, el edificio “Nuevo León” del Conjunto Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, el edificio de Televicentro (actualmente Televisa Chapultepec), los Televiteatros (Centro Cultural Telmex), una de las Torres del Conjunto Pino Suárez de más de 20 pisos que albergaba oficinas del gobierno, los lujosos hoteles Regis, DiCarlo y Del Prado, ubicados en la zona de la Alameda Central, así? como varias fábricas de costura en San Antonio Abad (en las cuales murieron muchas trabajadoras) y varios edificios del Centro Médico.

Aquella mañana de septiembre, una parte importante de la capital del país quedó arrasada. Todos los servicios públicos se colapsaron, fundamentalmente en las zonas afectadas: el agua potable, la luz, el transporte público, las principales vialidades de la zona centro. La ciudad quedó incomunicada del resto del país y del mundo por la caída del sistema telefónico.

Los efectos del terremoto en la región centro de la Ciudad de México (el antiguo lecho del lago) fueron devastadores y tuvieron efecto en la colonia Condesa, por su ubicación central y cercanía con la colonia Roma, que se vio muy afectada por el gran número de edificios que resultaron dañados y posteriormente fueron derrumbados como las torres A1, B2 y C3 del Multifamiliar Juárez, el cine Morelia o los que quedaron seriamente dañados como Oaxaca #86 y Chapultepec #318, y que no han sido intervenidos. Diversos entrevistados aportaron testimonios muy vividos de todo el proceso y lo que significó, más allá incluso del día 19, pues el elemento en común de todos ellos fue la solidaridad con los damnificados, lo que a la larga se convertiría para la memoria colectiva en un precedente de su participación en la sociedad civil y en la creación de organizaciones vecinales:

“entonces yo me hinco en la puerta y se
levanta “ y me dice: “¿Por qué rezas por los
demás si nosotros estamos en el mismo riesgo?”,
grita mi hijo el médico, y le digo: “Pero
a nosotros no nos va a pasar nada, este edificio
aguantó el del Ángel y ahora lo vamos
a resistir igual. Yo rezo por los que se están
muriendo” Era muy fuerte, todavía me llegó
una llamada de la delegación Cuauhtémoc,
la señora Fabre del Rivero me llamó, y me
dijo: “Vente a la delegación a como dé lugar,
hay mucho que trabajara”. Hasta ahí?, ya no
volvimos a tener línea telefónica.
“Pues sí que la Roma y la Condesa
parecían ciudades bombardeadas pero
se armó una armonía entre la gente, era
impresionante”

En efecto, uno de los fenómenos simbólicos después del terremoto fue la rapidez con que la población civil se organizó: improvisó estaciones de auxilio, donó artículos y contribuyó como le fue posible al esfuerzo de recuperación, lo cual incluyó quitar y pasarse piedras mano a mano, regalar linternas, cascos de protección, etc. Los automóviles de varios civiles se tornaron vehículos de auxilio. Líneas de personas movían medicamentos para ser inspeccionados y posteriormente suministrados. Cruces dibujadas con color rojo sobre papel eran suficientes para identificar personal o locales de auxilio.

Uno de los hechos más criticados fue la ausencia de una respuesta inmediata y coordinada por parte del gobierno federal, considerando que el presidente Miguel de la Madrid demoró tres días en dirigirse a la nación y de inicio había rechazado la ayuda internacional. Debido a esto la población civil tomó en sus manos la primera fase de las labores de rescate, mediante la organización de brigadas, reforzadas especialmente por estudiantes de las carreras de Medicina, Ingeniería y Ciencias. La UNAM suspendió clases una semana para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrarse a las brigadas de rescate y ayuda. Diversos países enviaron ayuda humanitaria a México, entre la que se encontraban víveres, ropa, equipos de auxilio, material de primeros auxilios, casas de campaña con capacidad para instalar 50 personas, equipos de supervivencia, potabilizadores de agua y diversos materiales más. Versiones extraoficiales indican que la mayor parte de dicha ayuda fue acaparada por miembros del gobierno y que no fue entregada a los socorristas de la Cruz Roja Mexicana o a la población que la necesitaba:

…o sea en todo el entorno se sufrieron muchos daños, fue muy violenta esa situación, pero eso también nos sirvió para ser solidarios con la gente de acá atrás, con la gente de Ámsterdam 25 que con lonas y con tapas de cartón estuvieron viviendo en el camellón y mientras a ver qué iba a pasar, entonces nosotros solidariamente les dábamos de comer, preparábamos para que desayunaran y comieran, fue ese momento doloroso pero muy importante para manifestarse en la calle solidariamente.

Desolación y miedo

El miedo, la impotencia y la preocupación por el porvenir fueron parte de los estragos dejados por el terremoto, amén de la destrucción y la muerte que, por meses e incluso años rondó las mentes de los supervivientes y de toda una generación de mexicanos que dormía con la ropa puesta, con los papeles más importantes al alcance y el deseo de permanecer con toda su familia unida y que aun hoy, al menor movimiento telúrico llenan las calles y los parques cercanos a sus viviendas o centros de trabajo. La migración de los habitantes de la zona central de la ciudad a zonas con un suelo más estable derivó en el crecimiento de la mancha urbana e incluso en la migración a otras ciudades del país, algunas de las cuales presentaron cambios significativos por su cercanía con la capital, como es el caso de Cuernavaca, Querétaro y Puebla.

La zona de la Condesa sufrió junto con la Roma las consecuencias del terremoto. Muchos vecinos asustados por la magnitud del evento, vendieron sus viviendas para dirigirse a otras zonas. Esto generó entre los entrevistados una sensación de vacío en su entorno, un sentimiento de muerte y soledad recorrían las calles de la colonia y eventualmente esto fue uno de los detonantes en la progresiva transformación de la misma.

[…]después del sismo del 85 mucha gente se fue porque le tuvo miedo y la colonia se volvió muy muerta, de veras estaba muerta totalmente, de que casi no había actividades, casi no había tráfico…

El fenómeno del abandono de tantos edificios acarreó la depreciación en el costo de los departamentos, lo que eventualmente permitió el arribo de nuevos vecinos, pero con características económicas diferentes a las de los anteriores residentes, identificados con la clase media posrevolucionaria.

[…]mucha gente por el temor de otro temblor de mayor magnitud, se fue y los departamentos se abarataron, tenemos una baja como de un, yo calculo de un 30 o 40 por ciento, de lo que se vendían los departamentos o lo que costaron los departamentos en 1984[…] la gente se fue y se vendieron a menor precio de lo que se habían comprado inicialmente, o sea, tuvieron pérdida los inquilinos… digamos que la gente se movió, la gente que era propietaria, algunos vendieron y los que rentaban se fueron. […]a raíz de lo del ´85 como que se ve que sale mucha gente y entra la gente flotante de las oficinas y demás[…]

[…]después de que ocurrió el sismo de 1985, la colonia Condesa sufrió una terrible tragedia y cuento esto porque mucha gente venimos a vivir a partir de eso, se convirtió en un lugar más o menos accesible para gente, gente artistas, escultores, estudiantes, gente parecida que quería vivir aquí.

Como en muchas otras zonas de la ciudad, el terremoto de hace 32 años permanece indeleble en la memoria de quienes lo vivieron en la Condesa. Es interesante que de los relatos que presenté sólo uno haga mención de las sensaciones producidas durante el movimiento telúrico, mientras que el resto es reiterativo en cuanto a la solidaridad que surgió, pero incluso en este caso la línea conductiva de todos los testimonios es la ayuda al “otro”, rezar por aquellos que estaban muriendo es también una forma de solidarizarse con el dolor ajeno, es el espíritu de comunidad que lleva a sobreponerse a la tragedia y dar la cara al porvenir.

PARA SABER MÁS

  • Documental “Terremoto 1985”, https://youtu.be/H2YobtjPo2M
  • Documental “Terremoto del 19 de septiembre de 1985”, https://youtu.be/_qva8tY1ZfQ
  • Musacchio, Humberto, Ciudad quebrada, México, Para Leer en Libertad, 2010.
  • Monsiváis, Carlos, No sin nosotros. Los días del terremoto 1985-2005, México, Era, 2014.