La fotografía y el inicio de la Revolución Mexicana: de tradiciones e innovaciones

La fotografía y el inicio de la Revolución Mexicana: de tradiciones e innovaciones

Rebeca Monroy Nasr / DEH-INAH

BiCentenario # 7

Más allá de sus consecuencias sociales, políticas y económicas, la revolución mexicana también tuvo un impacto significativo en la vida cultural y artística del país y por ende en la fotografía documental y de prensa. Los fotógrafos de este periodo histórico provenían de diferentes medios editoriales, tenían necesidades sociales e ideológicas que respondían a posturas conservadoras o liberales, pero coincidían en una misma intención: abrazar con imágenes testimoniales la revuelta armada.

Captura de pantalla 2013-09-20 a las 19.23.08Ante los acontecimientos, tanto los fotógrafos con experiencia como los jóvenes fotógrafos de estudio se incorporaron a las filas de los documentadores gráficos y con sus cámaras testimoniaron los cambios, transiciones y nuevas formas de ser y estar de quienes llevaban como equipaje sus cananas en el pecho o las canastas bajo el brazo. De esa manera, los trabajadores de la lente captaron oportunamente las contiendas, hechos y personajes más inesperados.

Conforme avanzaba el movimiento armado hubo cambios importantes en la manera de tomar las imágenes, ya que también los fotógrafos se transformaron en el camino de la lucha armada y con ellos, su manera de ver y registrar la realidad tangible. Aquellos que habían colaborado en los diarios y revistas del porfiriato, como los hermanos Agustín Víctor y Miguel Casasola, Antonio Carrillo, Ezequiel Carrasco, Manuel Ramos y Luis Santamaría, entre otros, poseían una práctica cotidiana que les permitiría documentar mejor los sucesos en curso. Hubo otros que salieron de la comodidad de sus estudios fotográficos a enfrentar los eventos del día a día, de los encontronazos, los balazos, los fusilamientos, los constantes cambios de líderes y retrataron los personajes que estaban construyendo esa revolución. Entre ellos destacan Antonio G. Garduño y Eduardo Melhado.

Captura de pantalla 2013-09-20 a las 19.24.05Es importante destacar que la diferencia entre la fotografía de prensa y la documental es el uso social inmediato que tienen, es decir, cuando la imagen es publicada y fue realizada por encargo o con la idea de su aparición en algún diario o revista, es una fotografía de prensa. En cambio, la fotografía documental es aquella que el fotógrafo capta sin estar seguro de que pueda ser publicada, pero tiene una intención de dejar testimonio o huella visual de un evento importante que bien puede permanecer por años en su acervo sin llegar a ver la luz pública en su momento. Ahora, bien, en esos años los fotógrafos captaron con intenciones documentales sus imágenes, pero no siempre lograron colocarlas en las páginas de las publicaciones de la época.

Las condiciones laborales en el mundo de los reporteros gráficos en 1911 eran representativas de la crisis que atravesaba el país en su conjunto. Los medios impresos vivían momentos de una fuerte inestabilidad económica, además del cambio de timón político y económico que conmovían todas las estructuras en aquellos años de transformaciones radicales.

Captura de pantalla 2013-09-20 a las 19.25.06Recordemos que las revistas ilustradas y los periódicos que durante el prolongado porfiriato eran fuente de ingreso y de trabajo para los reporters —como se les llamaba entonces–, cerraron sus puertas conforme se acentuó la contienda armada. Entre los diarios del antiguo régimen estaban El Imparcial, El Tiempo Ilustrado y El País. Por su parte, las revistas hicieron el juego visual con una calidad más esmerada como Frígoli, Arte y Letras, El Tiempo Ilustrado; uno de ellos fue ejemplar en su manera de trabajar la fotografía: El Mundo Ilustrado de Reyes Espíndola [1], pues además de un rico abanico de imágenes, publicó la primera imagen de nota roja en la prensa: el atentado contra Porfirio Díaz en 1897. Según avanzó el movimiento armado, surgieron nuevos medios periodísticos de filiación maderista, pero sin recursos económicos para tener una planta de fotógrafos al servicio de la revolución, tales eran los casos de Nueva Era, El Ahuizote, Revista de Revistas y Amigo del Hogar.

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PARA SABER MÁS:

  • Rosa Casanova, Alberto del Castillo, Rebeca Monroy y Alfonso Morales, Imaginarios y fotografía en México:1839-1970, Madrid-México, Lunwerg /CNCA /INAH, 2005.
  • Marion Gautreau, Les photographies de la Révolution Mexicaine dans la presse illustrée de México (1910-1940): de la chronique a la iconisation, tesis para obtener el grado de doctora en études Romanes-Espagnol, París, La Sorbonne IV, noviembre 2007.
  • Rebeca Monroy Nasr, “Del olor a pólvora a la luz del rascacielos”, en Esther Acevedo (coord.), Hacia otra historia del arte en México. La fabricación del arte nacional a debate (1920-1950), México, Conaculta/Curare, 2002, tomo III.
  • Miguel Ángel Morales, “La célebre fotografía de Jerónimo Hernández”, en Alquimia. Sistema Nacional de Fototecas, no. 27, mayo agosto 2006. Horacio Muñoz, MR Manuel Ramos (1874-1945). Pionero del fotoperiodismo en México, México, Conaculta / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Casa de los árboles Espacio Cultural, 2004, CD-ROM.
  • Antonio Saborit et al, La ciudadela de fuego. A ochenta años de la Decena Trágica, México, Archivo General de la Nación/Biblioteca México/INAH/ Instituto Mora / INEHRM, 1993.