En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 3.
En el siglo XIX
El atuendo de la mujer ha variado radicalmente en los útimos dos siglos, influido por los cambios en la estética y la sensualidad femeninas. El gusto por la moda francesa, que dominaba en el mundo hispano desde la época de los Borbones se extendió hasta principios del siglo XX. Sin embargo, hubo modificaciones. Así, en el Calendario de las señoritas megicanas para el año de 1838 dispuesto por Mariano Galvá (también los de los años 1839, 1840, y 1843) se aprecian ya variaciones. Se ha dejado la rigidez del estilo barroco, con sus bordados en hilos de oro y plata, los encajes, las alhajas profusas y las pelucas empolvadas, de modo que ver en las calles una mujer así arreglada debía parecer anticuado. Se juzgaba muy elegante ataviarse según la moda neoclásica, con vestidos más sencillos de muselina, seda y tafetán, sin olvidar el terciopelo, y con ornamentos más sencillos: joyas discretas, el cabello recogido sobre la cabeza y la nuca, los sombreros de paja italiana o de arroz, de gasa lisa o crespón, bajos, con ala pequeña y velo.
En el siglo XX
Para la década de 1920, el giro en la moda femenina era ya muy marcado, acorde con los cambios que se daban en la vida de la mujer occidental. Su incorporación a la economía como obreras, secretarias y profesionistas, y la obtención del voto en algunos países fueron sólo algunos de ellos. El transporte rápido y el diferente sentido del tiempo en las ciudades exigieron que su ropa se simplificara. La revista Elegancias(1923-1925) muestra como se adoptaron entonces túnicas rectilíneas de talles largos y sueltas hasta la cadera, faldas arriba del tobillo o a media pierna y mangas cortas, al tiempo que el corsé entró en desuso. Se redujo la cantidad de tela empleada en los sombreros y éstos se convirtieron en cascos que ceñían la cabeza. Se cortaron las cabelleras largas y eso, junto con la moda, provocó el escándalo de los sectores tradicionales de la sociedad.
Los diseños de Hollywood sustituyeron a los de París a través del cine y la moda se hizo masiva al facilitarse su confección y abaratarse el costo. El ideal femenino era la mujer joven, deportista, que bailaba y disfrutaba de una vida más secular.