Miguel Ángel Berumen Campos
Museo Nacional de la Revolución
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 26.
A Francisco Villa y Emiliano Zapata les urgía ir a comer aquel día en que se encontraron en Palacio Nacional. La sesión fotográfica fue muy rápida y eso ha generado polémica sobre cuántas placas se hicieron. Un análisis de esos instantes procura despejar las dudas.
Si lo que se llevó a cabo el 6 de diciembre de 1914 fue la entrada de los ejércitos de Francisco Villa y Emiliano Zapata a la ciudad de México, no se entiende por qué Zapata era el único miembro de las huestes sureñas que iba en la primera línea y tampoco por qué Otilio Montaño, con una jerarquía similar a la de Tomás Urbina, iba en la segunda. Esta desigualdad pareció enmendarse, por lo menos, frente a la cámara y para la posteridad, durante la sesión fotográfica realizada en Palacio Nacional, la tarde de ese mismo día, donde Villa y Zapata posan sentados al lado de sendos generales.
instante más publicado de la revolución, no hay muchas versiones de él, sólo he visto cinco fotografías, tomadas por tres fotógrafos: Agustín Casasola, Antonio Garduño y Manuel Ramos. La cantidad resulta ridícula si tomamos en cuenta que numerosos trabajadores de la lente se hallaban desplegados a lo largo del desfile y dentro de Palacio Nacional.
Mi percepción parece contrastar con la versión de la mayoría de los autores que han escrito sobre las representaciones fotográficas de este momento histórico, ya que aseguran haber visto sólo dos o a lo sumo tres imágenes sobre el suceso. Y digo parece porque es muy probable que en realidad todos hayamos visto las cinco o incluso algunos hasta más, simplemente la mayoría no lo sabe. Eso se debe a que las fotografías son casi idénticas y a primera vista parecen ser las mismas. Las cinco fotografías a las que me referí anteriormente, registran dos instantes del mismo evento histórico pero con una diferencia de minutos e incluso de segundos. Es muy probable que dicha diferencia sea la misma al tiempo que tardaron en poner una segunda placa en sus cámaras. Lo curioso en los dos casos es que los fotógrafos dispararon sus cámaras al mismo tiempo, pero desde diferentes ángulos, tal y como se deduce de la comparativa de las fotografías (ver láminas 1 y 2).
Los círculos en rojo nos muestran claramente que las fotografías fueron tomadas desde una posición distinta, por eso hay una diferencia mínima en el ángulo y por lo tanto, en estricto sentido, también una disparidad mínima en lo que vemos en cada una de ellas. En pocas palabras, gracias a esas pequeñas diferencias sabemos que ahí se tomaron varias fotografías. Esto se deduce fácilmente si observamos que todos los personajes están exactamente en la misma postura en cada uno de los dos instantes fotográficos. El círculo en blanco en la cara de uno de los niños nos muestra ese hecho de manera contundente: en las tres aparece con los ojos cerrados.
En este punto del análisis es fácil suponer que todos dispararon “a la de tres”, como se dice vulgarmente, debido a que la fuente de iluminación fue la misma para todos. Esto corrobora el dicho de Gustavo Casasola Salamanca, nieto de Agustín Víctor Casasola, quien contara al autor de este artículo en una entrevista el 26 de junio de 2009, que Villa advirtió a los fotógrafos que él y el general Zapata ya estaban muy cansados, y que si insistían en tomar más fotografías, “iba a haber una helada de fotógrafos”, es decir que iba a haber algunos muertos, así que es muy probable que sólo les hayan dado oportunidad de realizar dos disparos. Lo que por otro lado podría explicar la razón por la cual, no todos los fotógrafos re- accionaron con la rapidez requerida. A los generales, así lo cuenta el propio Casasola, lo que más les urgía en ese momento era comer.
a muchos en el desfile o de plano les pasa inadvertido, se enmendó en esta fotografía memorable de la silla presidencial, seguramente por Zapata quien equilibró el peso de las dos fuerzas poniendo a su izquierda a Otilo Montaño mientras que Villa, haciendo lo propio, colocó a su derecha a Tomás Urbina.