Guadalupe Villa
Instituto Mora
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 29-30
Tres hombres fueron clave en la derrota de las tropas villistas en Celaya, al restringir su fuerza militar. Los negocios personales de Lázaro de la Garza, Félix Sommerfeld y George Carothers limitaron o nulificaron el abastecimiento de armas que tanto necesitaba la división del norte para enfrentar a los carrancistas.
Las derrotas sufridas por la División del Norte entre abril y junio de 1915 en el centro del país han dado pie a infinidad de discusiones sobre lo que le ocurrió a Villa y su gente. En lo que coinciden es en la importancia que revistió para ellos la falta de municiones; sin estas era imposible ganar ninguna batalla, por más genialidad táctica y estratégica que tuvieran. El problema fue que Pancho Villa decidió combatir sin ellas pensando que podría surtirse del propio enemigo. Se han considerado, además, errores estratégicos cometidos, entre ellos: desoír el consejo del general Felipe Ángeles de atacar Veracruz y cortar las comunicaciones carrancistas en vista de la ineficiencia de los zapatistas que, no obstante haberse comprometido, nunca pudieron o quisieron cortar la línea de abastecimiento de Álvaro Obregón; haber dividido sus fuerzas y combatir en diversos frentes en lugar de presentar batalla con todos sus hombres y, en consecuencia, no haber previsto soldados de reserva.
No obstante los desaciertos, es necesario subrayar que la traición fue el ingrediente principal en la derrota de la División del Norte en Celaya. Sin duda entre las preocupaciones que inquietaron a Villa, luego de la escisión revolucionaria, fue allegarse un flujo constante de materiales bélicos. Hasta antes del estallido de la primera guerra mundial, la compra de armas y municiones era fácil, pudiéndose adquirir a precios accesibles sin que el general tuviera que enfrentar problemas de aprovisionamiento, pero en 1915 la historia fue distinta.
Villa, como otros jefes revolucionarios, se valió de agentes confidenciales y representantes que desempeñaron diversas comisiones en Estados Unidos, entre ellos Lázaro de la Garza, Félix Sommerfeld y George C. Carothers. Estos intermediarios, empleados por él, no procedían de las filas revolucionarias y aunque al principio resultaron eficientes y mostraron una aparente lealtad, fue cuestión de tiempo para que evidenciaran sus verdaderas intenciones: el robo y la traición en los momentos más críticos del enfrentamiento entre convencionistas y constitucionalistas.
¿Quiénes fueron estos hombres y qué papel desempeñaron??
Lázaro de la Garza
Originario de Laredo, Texas, De la Garza había sido colaborador del general Bernardo Reyes durante su gubernatura al frente del estado de Nuevo León. Posteriormente se avecindó en Torreón, Coahuila, y en 1913 entró en contacto con Villa, quien lo nombró su agente comercial y financiero. Un testigo presencial narró así el encuentro entre ambos: En la entrada triunfal de los soldados de la División del Norte, ese día 1° de octubre de 1913 […] el general Villa penetró a la plaza montando [su caballo] Sangre Linda. Frente al fastuoso Hotel Salvador salió a su encuentro un hombre corpulento y alto, elegantemente vestido, que se descubrió respetuoso para saludarlo y con su ademán de aristócrata, nos deslumbró el espejo de su clava. Aquel individuo dijo llamarse Lázaro de la Garza, declaró que iba a ponerse en manos del comandante en jefe de la División del Norte, y ofreció una larga lista de todos los hacendados y ricos de La Laguna, algodoneros y próceres con datos sobre sus posibilidades de aportar fuertes sumas a la Revolución, en calidad de préstamos forzosos. Lázaro no tenía miedo de sufrir errores en sus apreciaciones […] apelando a sus conocimientos adquiridos como alto empleado del banco de la plaza capturada.