Rogelio Jiménez Marce
Universidad Iberoamericana-Puebla
Revista BiCentenario #16
Durante el Porfiriato, la figura de Benito Juárez alcanzó gran relevancia en el panteón patrio. No sólo el 18 de julio se incorporó como festividad cívica, sino que el mismo presidente Díaz lo consideraba su antecesor, pese a que habían sido enemigos políticos. Es más, como en 1906 se iban a celebrar 100 años de su natalicio, el mandatario ordenó que se formara la Comisión Nacional del Centenario del Natalicio de Benito Juárez, con la tarea de organizar los eventos alusivos en la capital del país, así como de coordinar las actividades de las delegaciones que se establecerían en cada uno de los estados.
La nueva comisión se constituyó en agosto de 1905 y estaba integrada por Félix Romero (presidente), Pablo Macedo (vicepresidente), José Casarín, Adalberto A. Esteva, Victoriano Salado Álvarez y Ramón Prida (secretarios), Carlos Rivas (tesorero), Gabriel Mancera, José de Landero y Cos, Rosendo Pineda, Emilio Velasco, Jesús Alonso Flores y José B. Cueto (vocales). Una de sus primeras determinaciones fue erigir un monumento en honor a Juárez en la ciudad de México, para lo cual se invitó a los gobernadores a cooperar económicamente. Con tal de que la iniciativa se llevara a cabo, Aurelio G. Venegas, en representación de la Junta Patriótica de Toluca y de un comité de estudiantes de la misma ciudad, propuso que la Comisión Nacional no se disolviera sino hasta que se hubiera concluido con la edificación del monumento. Otra iniciativa de la comisión fue que el 21 de marzo se realizara, en todas las escuelas públicas de la nación, una conferencia sobre el Benemérito de las Américas –título que fue otorgado a Juárez en 1867 por el Congreso de Colombia–, cuyo objetivo sería hacer a los niños partícipes de la celebración.
Los dos proyectos fueron recibidos con beneplácito, pero la construcción del monumento implicó dificultades, ya que no todos los gobernadores contribuyeron con la parte que les correspondía. Así, el 24 de septiembre de 1905 la Comisión Nacional informó que los mandatarios de los estados de México, Tlaxcala, Aguascalientes, Durango, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Sonora y Michoacán no habían entregado su respectiva colaboración pecuniaria.
Respecto a las conferencias, la comisión indicó que no sólo despertaron un “gran entusiasmo” en las escuelas públicas, sino también en las privadas. Ejemplo de ello era un colegio particular de Pachuca que les había informado acerca del nombramiento de una mesa directiva y varias comisiones con la tarea de organizar la festividad del 21 de marzo. En este “patriótico empeño” eran ayudados por el profesor Teodomiro Manzano.
Para alentar la participación de los infantes, la Comisión Nacional indicaba que, en los primeros días de marzo de 1906, publicaría un libro donde se haría una crónica de los festejos e incluiría una sección con las composiciones literarias en honor de Juárez, tanto de niños como de “escritores notables”.
Se recibieron diversas notas de personas que buscaban colaborar, de una u otra forma, en los festejos. Jesús A. Flores sugirió que se efectuara un concurso pictórico, un señor apellidado Salas López propuso que el día de la celebración en todas las poblaciones del país se pusiera el nombre de Juárez a una calle o plaza y el profesor Ildefonso Estrada y Zenea informó que él mismo costearía la impresión de 600 ejemplares de un monólogo titulado Juárez, que se repartiría de manera gratuita en las escuelas de la capital.
Es de advertirse que las propuestas anteriores no fueron incluidas en el programa general de la celebración del Centenario del Natalicio de Juárez, pues lo estipulado era que el 21 de marzo sería día de asueto para los empleados y obreros de toda la república y realizarían concursos literarios y arquitectónicos en honor al Benemérito. Se colocaría, además, la primera piedra de su monumento; se efectuaría una gran manifestación popular a la que concurrirían los delegados de los ayuntamientos, los representantes de las delegaciones, los comités de la Comisión Nacional y las asociaciones invitadas; se realizaría una velada en la que se entregarían los premios de los concursos; se organizarían conferencias en las escuelas públicas y privadas; se fijarían 21 lápidas conmemorativas en los edificios en los que Juárez ejerció como presidente de la República de manera transitoria o permanente y las distintas representaciones estatales incluirían una manifestación popular en su programa.
Como hubo problemas para determinar los lugares donde se colocarían las lápidas, la Comi- sión Nacional acordó el 13 de enero de 1906 que sólo se pusieran en los estados de Puebla, México, Veracruz, Querétaro, Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Coahuila, Durango, Nuevo León y Chihuahua, motivo por el que se solicitó a los gobernadores de esas entidades que formaran comisiones para investigar los lugares de residencia de Juárez.
En el caso de Veracruz, el gobernador Teodoro Dehesa solicitó, en octubre de 1905, el envío de 1,000 ejemplares de una biografía de Juárez, a fin de repartirlas en las escuelas cantonales, así como el programa general de la Comisión Nacional. El 9 de diciembre de 1905 ordenó que cada ayuntamiento nombrara uno o dos delegados para que acudieran a la manifestación popular que se llevaría a cabo en la ciudad de México. Ellos recibirían un “subsidio de viaje”, el cual saldría de las arcas municipales. El mandatario acordó también que se formara un comité encargado de los festejos en cada cantón.
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