Luciano Ramírez Hurtado.
Universidad Autónoma de Aguascalientes
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 38.
Antes de que la posrevolución diera relumbre a ilustres artistas de la pintura mexicana, en tiempos del Porfiriato hubo también autores destacados como este chiapaneco que después de una breve formación inicial en su estado desarrollaría su carrera entre la ciudad de México y Aguascalientes. Gran retratista y excelso copista, manejaba como pocas la técnica al óleo. Premiado en varias oportunidades, llegó a exponer en Estados Unidos, pero también se le recuerda por haber formado colegas durante varias generaciones.
José Inés Tovilla Flores nacía en pleno segundo imperio, durante la intervención francesa, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, el 20 de mayo de 1864, donde pasó su infancia, tomó clases particulares de dibujo y de escultura y estuvo inscrito en el Instituto Científico y Literario, hasta la edad de 12 años.
De allí se trasladó a la capital del país, se matriculó en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA). Entre 1886 y 1890 tomó cursos con distinguidos profesores, recibiendo clases de dibujo de estampa, ornato, yeso, paisaje y perspectiva, desnudo y pintura. Cabe señalar que todos los maestros de Tovilla contaban con sólida base clásica, fueron con él rigurosos y exigentes, lo estimulaban y hacían progresar constantemente, lo que le significó una formación de calidad. Fue un destacado alumno, aplicado y de “conducta intachable”; calificado de “brillante” en varios exámenes, le valió obtener una pensión y ganar varios premios. La vida en la capital debía haberlo fascinado, pues era entonces (y sigue siendo) fuente de poder político, que irradia ideas, impone estilos, difunde modas; conforme pasaban los años, fue alterando sus costumbres, hábitos, diversiones, formas de vestir, en una gran urbe que no dejaba de crecer. Vivió, se formó y desenvolvió profesionalmente en el Porfiriato, tanto en la ciudad de México como en Aguascalientes.
Posiblemente invitado por el escultor aguascalentense Jesús F. Contreras (triunfador en la Exposición Universal de París en 1889), José Inés Tovilla tuvo una participación exitosa en La Exposición de Bellas Artes en Aguascalientes, correspondiente al XXIX Certamen celebrado por el estado, en el contexto de la Feria de San Marcos, en abril de 1891. El evento de ese año, de carácter nacional, fue particularmente importante pues estuvo al frente de la Junta de Organización, como presidente honorario, el general Porfirio Díaz.
Los organizadores destinaron un espacio para los artistas de la ENBA, donde Contreras se desempeñaba ya como profesor interino de dibujo de figura tomado de la estampa y de la Escuela Nacional de Artes y Oficios de la Ciudad de México, donde era el director del taller de fundición. Contreras había sido el mediador e invitó a profesores y alumnos de ambas instituciones, entre ellos José María Velasco, Alfredo Ramos Martínez, Leandro Izaguirre, José María Jara, Joaquín Ramírez y, desde luego, Tovilla, quien concursó en tres secciones y obtuvo premios en todas: la primera en estudios del natural con las obras “Cabeza de mujer” y “Cabeza de viejo”, ganó medalla de oro; la segunda en pintura de figura al óleo con los trabajos “Cabeza que ríe”, “San Gerónimo” y “La Asunción de la Virgen”, obtuvo medalla de plata, primera clase con mención honorífica; finalmente en originales de género (pintura en concha), presentó un “Divino Rostro”, con el que obtuvo otra medalla de plata, primera clase.
Aguascalientes
La calidad de sus trabajos pudo ser motivo suficiente para que las autoridades de Aguascalientes lo invitasen a dirigir la Academia Municipal de Dibujo. Fue nombrado por el gobernador del estado, Alejandro Vázquez del Mercado, desde el 1 de julio de 1891, y estuvo hasta enero de 1910. Prácticamente cubrió las dos últimas décadas del Porfiriato.
Sin duda, fue un artista con virtudes, talento, aptitudes, habilidades y “singulares méritos artísticos”. Sobre todo, un gran retratista y excelso copista; manejaba la técnica al óleo como pocos. El método con que aprendió a dibujar y pintar fue el Julien, ejercitándose y copiando obras de buenos artistas tanto nacionales como europeos, hasta lograr la perfección.
Tovilla dio clases como profesor de dibujo y pintura no sólo en la Academia Municipal de Dibujo, sino también en el Liceo de Niñas y el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes, de modo que atendía las tres instituciones más importantes de la ciudad.
En el último, todos los alumnos recibían obligatoriamente clases de dibujo. Él fue sinodal de numerosos exámenes, durante varios años, al menos entre septiembre de 1894 y septiembre de 1909 en materias como dibujo natural, dibujo topográfico, dibujo lineal, dibujo de ornato, dibujo de estampa, dibujo de paisaje, dibujo a mano libre y dibujo del yeso. Pasaron por esas aulas, hacia 1893-1895, los hermanos Arturo y Alberto J. Pani, Gerardo Murillo, y un poco más adelante José F. Elizondo; y al inicio del siglo xx Saturnino Herrán, Francisco Díaz de León, Ramón López Velarde, Pedro de Alba, entre otros. Herrán, por ejemplo, fue examinado en la clase de dibujo de ornato y dibujo lineal; se conocen dos dibujos de aquellos años, David, pedestal y ánfora (en realidad Ganimedes), fechado en febrero de 1902. y Adonis en enero de 1903.
Se conservan (bajo resguardo de la Dirección de Museos y Galerías del Instituto Cultural de Aguascalientes) varios ejercicios realizados por alumnos de la Academia. De la clase de dibujo de ornato, un ejercicio de León Díaz, de 1891, trata de una especie de moldura con motivos vegetales de buena manufactura, un zarcillo con flores, hojas y racimo de uvas en un orden simétrico; y otro, de la misma materia, de la autoría de Francisco Santa Cruz, fechado en 1892, es una especie de friso a base de elementos ovalados y elípticos. Seguramente este tipo de ejercicios eran de suma utilidad para ebanistas, carpinteros, herreros y otros oficios artesanales u obreros industriales de las empresas manufactureras establecidas en la ciudad, entre ellas los talleres del ferrocarril y la Gran Fundición Central de los Guggenheim.
El dibujo Figura del Partenón, con la técnica de lápiz sobre papel, de la autoría del alumno José A. Caudillo, fechado en 1892, es un excelso ejercicio realizado en la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes. Reproduce la figura mutilada de un atlético y musculoso cuerpo humano de sexo masculino recostado sobre su lado izquierdo, semidesnudo y al que le falta la cabeza y buena parte del brazo derecho además de ambos pies. Es una escena clásica, inspirada en una métopa de uno de los frisos de las ruinas del templo de la Acrópolis de Atenas construido por Fidias en el siglo V a.C.
Otro interesante dibujo del yeso, en lápiz sobre papel, es el ejercicio que hizo Alejandro Aranda en 1894. Aunque carece de título, podría tratarse de una parte del perfil de la cabeza del Apolo de Belvedere; además del rostro con sus cabellos rizados, el aventajado alumno sombreó la proyectada silueta, valiéndose seguramente de un foco de luz artificial que podemos adivinar provino del lado superior derecho de la imagen. De este mismo autor es un dibujo firmado cuatro años más tarde, de una figura masculina completa, con una especie de túnica que cubre parcialmente su cuerpo; se trata de un dibujo en el que claramente Aranda se está ejercitando en las distintas posturas del cuerpo de un hombre adulto en movimiento, que con pies descalzos camina con sus gruesas y fuertes piernas hacia la derecha, mueve los brazos y mira al lado contrario del espectador dándole casi la espalda; la mano izquierda es un escorzo bien logrado y adecuado el manejo del claro oscuro. La figura denota fuerza, tensión pues en la mano derecha trae empuñada una piedra o proyectil que quizás está a punto de lanzar: ¿es una especie de David sin Goliat?
Expositor
A fines del siglo xix comenzó en México un acelerado proceso de centralización y uniformización de la enseñanza. Se creó la Inspección General de Instrucción Primaria, a la que tenían que reportar los preceptores y directores de manera pormenorizada los avances y rezagos, así como los problemas y estado general de cada establecimiento. Se hablaba de “regeneración escolar”, de “implementar una reforma radical en la enseñanza” con “métodos modernos”, de “cambiar los modos rutinarios”, encaminados a “mejorar la organización de las escuelas”. En ese sentido el licenciado Martín Rivera Calatayud, primer inspector, se deshizo en elogios para el director de la Academia Municipal de Dibujo; el 15 de julio de 1897 informaba en un primer diagnóstico a la Junta de Instrucción y al gobernador Rafael Arellano Ruiz Esparza:
La Academia de Dibujo merece toda nuestra aprobación por sus excelentes y artísticos trabajos a la estampa, copias de yeso y dibujo de ornato. Demasiado conoce ya la sociedad al Sr. Profesor José Inés Tovilla y le vivo agradecido por el constante empeño con que procura impartir a la juventud esa habilidad, destreza e inspiración con que sólo él sabe manejar el lápiz; así es que todo elogio a premiar los trabajos de sus discípulos es inútil, ya que todos estamos convencidos de que guiado por tan competente maestro habrán de progresar rápidamente.
Por otro lado, Tovilla gustaba de participar en exposiciones. En Aguascalientes fue vocal de la “Junta especial para el arreglo de la Exposición Universal Internacional de París en 1900”, al lado del doctor Jesús Díaz de León (presidente), Felipe Ruiz de Chávez (vicepresidente), José Herrán (tesorero) y Tomás Medina Ugarte (secretario).
En febrero de 1901, junto con otros profesores, funcionarios públicos, intelectuales, empresarios e industriales de la localidad, formó parte de la comitiva o “Junta Especial de la Capital del Estado de Aguascalientes”, asistiendo en calidad de vocal a la Exposición Pan-Americana de Búfalo, Estados Unidos, en el Departamento de Bellas Artes.
No perdió nexos con sus maestros y compañeros de la ENBA; así, en el año 1903 volvió a participar –representando a Aguascalientes– con varias pinturas al óleo (entre ellas un San Jerónimo, copia), ahora en la Exposición de Chicago; su nombre está en la lista de los expositores mexicanos del folleto impreso Official Catalogue of exhibits of the Republic of Mexico. World’s Columbian Exposition, Chicago Ill, usa, 1903. Otros expositores fueron sus maestros: José Salomé Pina, Félix Parra y José María Velasco; así cómo antiguos compañeros: Leandro Izaguirre, José María Jara y Joaquín Ramírez. También figuró en escultura el aguascalentense Jesús F. Contreras y su discípulo Gabriel Guerra.
Retratista
José Inés Tovilla hizo retratos de personajes de Aguascalientes, como de su esposa, la profesora Cira de la Vega; Antonia López viuda de Chávez, primera directora del Liceo de Niñas, actualmente en la biblioteca de la Escuela Normal de Señoritas; Susano Robles, director de la Academia de Música, contemporáneo suyo; Ignacio N. Marín, muchos años director del Instituto Científico y literario, luego llamado Escuela Preparatoria; del primer obispo de la nueva diócesis de Aguascalientes, José María de Jesús Portugal y Serrato (1899-1912); del filarmónico Juan Castañeda, entre otros, todos de finales del siglo XIX y principios del XX. De la mayoría ignoramos si todavía existen y dónde se localizan.
El retrato al óleo de doña Antonia López de Chávez, es de formato vertical, el dibujo es preciso, su imagen, que representa a la directora del Liceo, hasta la rodilla, muestra una mujer robusta, de edad madura y tez blanca, que rebasa el medio siglo pues luce abundantes canas en el cabello recogido en chongo así como algunas arrugas faciales, la mirada es clara pero penetrante; viste toda de negro –sobre fondo oscuro también–, blusa de amplio cuello blanco, larga pañoleta anudada al cuello color plata y gris sobre el pecho en un detalle que luce con la sobriedad y discreta elegancia que también tienen las arracadas que penden de sus orejas. Apoya su mano izquierda firmemente sobre una mesa, en un símbolo de autoridad, mientras en la derecha lleva pequeños anteojos que sujeta entre sus dedos. El artista manejó atinadamente la expresión de su personaje, con una composición sencilla y equilibrada en el color. El retrato está bien caracterizado, tanto en su apariencia física como en su actitud anímica, pues quedó plasmada la personalidad austera y severa de quien debía inspirar respeto, trabajo riguroso y disciplina entre las alumnas de la institución. En esa época terminaba la etapa romántica y empezaba el Modernismo, pues los artistas tendían a realizar retratos con mayor intensidad y profundidad psicológica, acompañándolos con objetos alusivos a la vida y actividad del personaje. Todos los elementos se fusionan, formando parte del mensaje que se desea transmitir sobre el individuo.
A lo largo de su trayectoria, Tovilla pintó los siguientes cuadros originales: La Magdalena, Santa Teresa, La Virgen de los Dolores, Pilluelo, Ariadna abandonada, La Virgen del Refugio, etc. Esto muestra que gustaba de los temas religiosos (hagiografía) y mitológicos. En enero de 1910 renunció a la dirección de la Academia Municipal de Dibujo, seguramente por diferencias con las autoridades educativas, cada vez más burocratizadas. Volvió a San Cristóbal de las Casas, pero no vio allí un futuro promisorio de modo que se trasladó a la capital del país donde pidió apoyo a su viejo amigo Leandro Izaguirre. En la república mexicana, tras la revolución, se suscitaban una serie de cambios y las instituciones no fueron la excepción. Encontró un empleo como “dibujante supernumerario” en el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, y también se desempeñó como restaurador de pinturas y antigüedades a lo largo de 1912. Por otro lado, trabajó como profesor en su querida Escuela Nacional de Bellas Artes, pues su nombre aparece en la lista del personal que laboró en la institución a partir de enero de 1911 y al menos hasta 1914 en la clase de dibujo de imitación. Debió de sentir emoción al encontrarse con sus antiguos profesores, ex compañeros y ex discípulos, dado que ahí continuaba Félix Parra en flora ornamental, Germán Gedovius en colorido y composición, Leandro Izaguirre en dibujo al natural y Saturnino Herrán, su ex alumno de Aguascalientes, también en dibujo de imitación.
Más tarde, en julio de 1913, le ofrecieron, en el mismo establecimiento, una plaza con carácter de interino de “conservador de los museos de pintura, escultura y grabado y moldeador de las clases de Escultura”. Por cierto que al artista chiapaneco le tocó participar en las reuniones donde se discutieron las reformas propuestas al nuevo plan de estudios a partir de agosto de 1913, en pleno régimen huertista; presentó una serie de anotaciones al director de la Academia, Alfredo Ramos Martínez, haciéndole sugerencias en relación con cursos propedéuticos y complementarios, el orden y prioridad de algunas materias, los tiempos, horarios y omisiones relevantes, todo en aras de coadyuvar a la mejor formación artística posible de los educandos. El escrito fue glosado por el doctor Eduardo Báez, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México:
[El profesor Tovilla] Inicia elogiando el plan y luego continúa con sus observaciones: que les dieran unos años de preparación artística o que los alumnos antes de escribirse en primer año, hubieran cursado materias como gramática, historia general e historia de México. Comenta que el dibujo alternado de yeso y de figuras vivas tenía el inconveniente de provocar que los alumnos desdeñaran la clase de Yeso y se fueran a las figuras vivas, y que el Desnudo por ser el más complejo de los estudios debía hacerse diariamente. También que no se debía hacer al principiante aprender la pintura al pastel y la acuarela, sino instarlo a que dedicara esos primeros años al dibujo al carbón o al lápiz. Propone que esas mismas clases no fueran por la mañana, sino por la tarde cuando la mayoría podía asistir y que tampoco el óleo se debía enseñar en estos estudios preparatorios. En cuanto a la enseñanza artística, insiste en que las clases de Perspectiva y Anatomía Artística fueran diarias, que no se suprimiera el Dibujo del Yeso, que le extrañaba la omisión de las clases de Indumentaria e Historia General.
Tovilla estuvo activo hasta 1917, cuando concluía el periodo armado de la revolución. Falleció el 21 de junio de 1921 en Tacubaya, ciudad de México, a los 57 años de edad, víctima de cirrosis atrófica; fue sepultado en el Panteón de Dolores. A partir de entonces el país empezaría su reconstrucción y se encauzaría por nuevos derroteros culturales y artísticos; estaba por surgir la escuela mexicana de pintura.
PARA SABER MÁS
- Báez Macías, Eduardo, Guía del Archivo de la Antigua Academia de San Carlos, 1910-1914, México, UNAM-IIE, 2014 (Estudios y Fuentes del Arte en México).
- García, María Alejandra et al. (coord.), Las raíces de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1876-1906, Aguascalientes, Talleres Gráficos de la UAA, 2013 (Libro 1 de Actas de Examen del Instituto Científico y Literario).
- Visitar el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, para ver las copias de retratos realizados por José Inés Tovilla: Andrés Quintana Roo, del original de Pelegrín Clavé; Miguel Hidalgo y Costilla, del original de Joaquín Ramírez, padre.
- Visitar la biblioteca de la Escuela Normal de Aguascalientes, Paseo de la Cruz y Héroe de Nacozari, para ver el retrato al óleo de doña Antonia López de Chávez, primera directora del Liceo de Niñas, realizado por Tovilla.