Edwin Alberto Álvarez Sánchez
Museo Casa de Carranza
Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 47.
El artículo 4° del llamado Plan de Guadalupe, proclamado por Venustiano Carranza el 26 de marzo de 1913 para restaurar el orden constitucional, consigna el nacimiento de nuestro ejército y fuerza aérea. Allí está el origen de nuestras fuerzas armadas.
Cada 19 de febrero se celebra el día del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Esto se debe a que, en esa fecha, el año de 1913, el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, obtuvo autorización de la legislatura local para levantarse en armas contra el general Victoriano Huerta, a fin de defender el orden constitucional, violentado por la aprehensión del presidente Francisco I. Madero y su gabinete. La autorización quedó consignada en el decreto 1421.
Sin embargo, ese decreto por sí solo no estableció ninguna fuerza armada. Simplemente dio a Carranza un respaldo legal para sublevarse. Días más tarde, el expresidente Madero, que coaccionado por Huerta había presentado su renuncia ante el Congreso de la Unión, fue asesinado. Al tanto de este hecho, Carranza abandonó la ciudad de Saltillo con una pequeña comitiva, decidido a encabezar un movimiento armado.
Huerta no tardó en responder y envió contra el gobernador rebelde a los generales Fernando Trucy Aubert, Arnoldo Casso López y Manuel Blázquez. Este último, padre del jefe de la Guardia Presidencial del extinto Madero, ocupó la capital coahuilense y asumió el gobierno de la entidad. Durante las primeras semanas del movimiento, Carranza se dedicó a merodear en las cercanías de Saltillo, para después librar un malogrado combate en Anhelo. La llegada al estado del coronel Guillermo Rubio Navarrete y del mayor Joaquín Mass Águila lo obligó a operar con más prudencia. Estableció su cuartel general más al norte, en Monclova, donde planeó un ataque a Saltillo, que resultó en un nuevo revés.
Dos derrotas consecutivas llevaron a los jefes y oficiales rebeldes a cuestionar el liderazgo militar de don Venustiano, quien no se aferró al mando operativo de sus fuerzas. Pablo González, Jesús Carranza –su hermano menor– y Francisco Coss se desprendieron del contingente principal, a fin de operar por su cuenta, aunque sin dejar de reconocer su autoridad política. Sin embargo, consciente de la necesidad de consolidar el movimiento ante la opinión pública nacional y extranjera, el también conocido como Varón de Cuatro Ciénegas acordó con su secretario Alfredo Breceda la elaboración de un programa de acción mientras hacían la marcha de regreso hacia Monclova. Este fue redactado en la hacienda de Guadalupe, propiedad de un amigo de Carranza llamado Marcelino Garza.
El llamado Plan de Guadalupe fue dictado por don Venustiano a Breceda y contenía siete puntos o artículos, el primero de los cuales desconocía a Huerta como presidente de la república. El segundo desconocía a los poderes legislativo y judicial por haber sancionado la usurpación admitiendo la renuncia de Madero. En el tercer artículo se desconocía a los gobernadores que 30 días después de publicado el Plan siguieran aceptando la administración huertista, lo que evidentemente buscaba la adhesión del movimiento de algunos de los que hubieran optado por plegarse al cuartelazo. El artículo 4° establecía, ahora sí, la existencia de un ejército constitucionalista, a cuya cabeza estaría el propio Carranza en calidad de Primer Jefe. El artículo 5° informaba que, tras el triunfo del movimiento, el Primer Jefe ocuparía la presidencia interina de la república, en tanto que los artículos 6° y 7° versaban sobre las elecciones a celebrarse a nivel federal y estatal con objeto de sustituir a las autoridades espurias. Cabe añadir que la razón de que el ejército revolucionario adoptara el título de constitucionalista se debió a que su misión original fue restablecer el orden constitucional violentado por el cuartelazo huertista.
El texto fue presentado por Carranza y Breceda a los jefes y oficiales rebeldes, a fin de que lo aprobasen y asentaran sus firmas. No obstante, la mayoría de ellos opinó que el texto era muy escueto y que necesitaba más explicaciones. Ciertamente, el Plan de Guadalupe en su versión original cabía en una sola cuartilla, mientras que el farragoso Plan de San Luis de Madero había cubierto alrededor de once fojas completas. Don Venustiano defendió su plan, no sólo por indicar un sencillo programa político a seguir sino por no hacer promesas incumplibles. Los jóvenes oficiales insistieron y obtuvieron la anuencia del Primer Jefe para asentar una introducción o “considerandos”, que explicaban las causas del movimiento revolucionario. Terminada la redacción definitiva, los 66 jefes y oficiales del naciente ejército constitucionalista que estaban presentes escribieron sus rúbricas. Entre ellos cabe destacar a los futuros generales Jacinto B. Treviño, Lucio Blanco, Cesáreo Castro, Gustavo Elizondo, Guadalupe Sánchez, Francisco J. Mújica, Agustín Millán, Manuel W. González y el ya citado Breceda.
Carranza no firmó su propio Plan, pues el tono del artículo 4° indicaba que el documento fue acordado por los firmantes, quienes habían decidido nombrarlo como su jefe. Habría sido de mal gusto e impolítico que don Venustiano se hubiera autonombrado líder del movimiento. De cualquier manera, con esto se seguía el procedimiento usual de los pronunciamientos del siglo XIX, cuyos textos daban a entender que el verdadero redactor del Plan no estaba enterado del mismo y que había sido nombrado por otras personas –los supuestos redactores– como cabecilla de la revuelta.
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Para leer la entrevista completa, consulte la revista BiCentenario.
PARA SABER MÁS
- Barrón, Luis, Carranza: el último reformista porfiriano, México, TusQuets, 2009.
- Carranza, Venustiano, Plan de Guadalupe. Decretos y acuerdos 1913-1917, México, SEDENA-INHERM-SEP, 2013.
- Garcíadiego, Javier, 1913-1914 de Guadalupe a Teoloyucan, México, Clío/Gobierno de Coahuila, 2013.
- Salmerón, Pedro, Los carrancistas. La historia nunca contada del victorioso Ejército del Noreste, México, Planeta, 2009.