Virginia Medina Ávila
FES-Acatlán, UNAM
En revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 43.
Han transcurrido algo más de 160 años desde que se patentara por primera vez un aparato que permitiera la reproducción del sonido. Nacía allí lo que más tarde con la reproducción masiva se conocería como la industria discográfica. Su despegue, sin embargo, surgiría a partir de 1900, con una fuerte competencia de los fabricantes de cilindros y discos en Estados Unidos e Inglaterra. En México se comenzó a potenciar después de 1921.
Hubo un entusiasta que vio al disco rivalizando con el álbum fotográfico
y predijo el feliz día en que las generaciones futuras
estarían en posibilidad de condensar dentro de un lapso de
veinte minutos la imagen tonal de toda una vida:
cinco minutos de cháchara infantil, cinco de los entusiasmos de muchacho,
cinco de las reflexiones del adulto y cinco de las débiles
palabras pronunciadas en el lecho de muerte.Marshall Mc Luhan, La comprensión de los medios como las
extensiones del hombre, 1972.
Con la invención de la grabación y reproducción del sonido se dio paso a una exitosa industria cultural que proveyó a las personas el soundtrack de la vida cotidiana. Música para toda ocasión con los cantantes y grupos musicales más populares de todos los tiempos. Pero, ¿Cómo empezó todo?
El nacimiento del disco tuvo sus orígenes en 1857, cuando el tipógrafo francés León Scott de Martinville patentó un Fonoautógrafo. No obstante, a otro francés, Charles Cros, se le considera el verdadero inventor del fonógrafo: Cros expuso su aparato reproductor de sonido llamado Phaleophone (Paleófono), el 30 de abril de 1877, a la Academia de Ciencias de París. El 1 de mayo de 1878 Charles Cros registró en Francia la patente No. 124213, donde asienta la primera descripción del registro eléctrico de los sonidos y la duplicación de los discos por moldeado del surco en hueco o en relieve de metal.
Por su parte, el 19 de diciembre de 1877, Thomas Alva Edison registró en Estados Unidos una patente acerca de los diversos métodos de registro y reproducción del sonido, la cual contenía lo esencial del sistema de Cros, pero simplificado y con mayor fidelidad de sonido. La novedad era tan asombrosa que este aparato también fue presentado en 1878 en la Academia de Ciencias de París, donde los académicos creyeron que estaban siendo objeto de una burla:
–¡Hay un ventrílocuo en la sala! –exclamó el doctor Baptiste Bouillaud, antiguo médico de Napoleón III.
–¡Que salga! No se pueden burlar así de la Academia.
El experimento debió repetirse hasta que los mismos académicos hicieron los experimentos y comprobaron que las palabras se reproducían simple y claramente. De manera que Edison fue invitado a colaborar en la compañía American Western Union (dedicada a los telégrafos) y en 1876 lo enviaron al laboratorio en Orange, New Jersey, con un presupuesto de 40 000 dólares en oro por mes y más de 200 empleados. Así, profundizó sus estudios y los transformó en realizaciones prácticas e inició la fabricación de fonógrafos para la reproducción de cilindros grabados. Podemos decir que Cros fue el primero en imaginar el fonógrafo, pero Edison el primero en hacerlo realidad.
Al inicio, el uso del aparato de Edison era como máquina de dictado y como registro para la repetición de algunos discursos de oradores y hombres célebres. Sin embargo, a finales del siglo xix, en Francia aparecieron los diarios hablados Le Petite Phonogramme, Phonogramme dèbats, Phonogramme conservateur, mientras los hermanos Charles y Émile Pathè utilizaron el fonógrafo como atracción en los cafés. Fue tal su éxito que crearon una fábrica de cilindros con el sello del famoso Gallo de la marca Pathè y para 1889 ya figuraban en el catálogo 1 500 títulos.
En 1890, la Columbia Company fabricó de 300 a 500 cilindros diarios grabados directamente, es decir, un cantante podía grabar tres a la vez y una orquesta de metales hasta diez simultáneamente.
Tres años más tarde, Emil Berliner crea la United States Gramaphone Co. dedicada a realizar demostraciones sobre las posibilidades del disco, en vez del cilindro, con fonógrafos accionados a mano con una velocidad de rotación de tornamesa de 70 vueltas por minuto (tracks o revoluciones). Esta velocidad se incrementó en 1925 a 78.26 por minuto con el motor eléctrico o síncrono. El gramófono de discos se vendía en esa época a 12 dólares, precio mucho menor del cilindro de Edison, el cual, sin embargo, había alcanzado gran difusión y el público estadounidense lo prefería.
En 1894 inició la guerra comercial de empresas de fabricación y venta de fonógrafos, cilindros y discos con los Pathè, Edison, Berlinger y Frank Seaman, principalmente. Para 1898, Seaman National Gramophone Company alcanzó ingresos por ventas de un millón de dólares. Posteriormente, y después de un fallo de la corte de Filadelfia, Seaman debió cambiar el nombre de la empresa por la de Victor Talking Machines y Victor Records.
Otra compañía que competiría en el mercado sería la Gramophone Company, fundada en Inglaterra (1898), bajo la dirección de Williams Barry Owen. Esta empresa estableció en sus etiquetas His masters voice (La voz de su amo), con el perrito Nipper, obra del pintor inglés Francis Barraud.
Para 1900, la competencia comercial hizo que los aparatos fueran más baratos y el uso más extendido. Así, en 1900 y 1901 se extiende la difusión de la música grabada, ya sea en forma de cilindros de Edison, Pathè y Columbia, o en forma de discos, de Victor Records y Gramophone.
El 11 de marzo de 1902 será la fecha crucial para el tenor italiano Enrico Caruso y para la historia del disco. La Gramophone Company de Londres grabó su voz en una sala del Gran Hotel de Milán, convirtiéndose en un éxito total. En 1904, la fama de Caruso se extendería por el mundo, cuando la Radio Corporation of America (RCA) lo contrató en exclusiva. Así, grabó más de 260 discos y vendió millones en América y Europa convirtiéndose en el célebre y acaudalado cantante napolitano.
Después de la primera guerra mundial hubo gran movimiento discográfico gracias a la llegada del jazz y la aparición de la radio. Estados Unidos tenía, para 1923, 556 estaciones de radio en operación. Tres años más tarde, la RCA adquiere la Victor Talking Machine, e inicia la fabricación de “victrolas” (tocadiscos) integradas a los receptores de radio RCA Victor.
Experiencia mexicana
En México, el fonógrafo, el disco y la radio tuvieron una aceptación inmediata desde su aparición. En 1921, Rogerio Azcárraga Vidaurreta realizó el primer fonograma con la grabación del sistema de cilindros de cera, procesado en la Victor Talking Machiner Co., con la voz del cantante mexicano Juan Arvizu, el “Tenor de la voz de seda”, quien interpretó melodías como “Varita de nardo”, de Joaquín Pardavé y “Serenata mexicana”, de Ignacio Fernández Esperón, conocido como Tata Nacho.
Ese mismo año, Eduardo Baptista fundó en la ciudad de México la Compañía Victoria para la importación y venta de discos. Esta misma compañía fabricaba los muebles y distribuía refacciones para todo tipo de fonógrafos en su tienda ubicada en la calle de Humboldt. Baptista trajo a México los primeros discos grabados por Carlos Gardel en la marca Odeón, y obtuvo la representación de los discos norteamericanos Okeh.
En 1923 llegó el momento en que una familia trazó el camino para el desarrollo de la industria del disco, la radio y televisión en México: los Azcárraga Vidaurreta –los hijos de don Mariano Azcárraga y Emilia Vidaurreta fueron nueve: Berta, Gastón, Rogerio, Ogarita, Emilio, Anita, Raúl, Enriqueta y Luis–. Raúl y Luis fundaron la estación de radio CyL El Universal Ilustrado- La casa del radio. También en 1923, Gastón, Rogerio y Emilio consiguen los derechos de distribución en México de la compañía Víctor Talking Machine & Co., y se asociaron con Mexican Music Company, S. A, concesionaria de Radio Corporation of America (RCA). Allí participaban también su cuñado José Rivero, su mamá doña Emilia y las hermanas Berta, Enriqueta y Anita. La empresa se denominó posteriormente México Musical, S. A. y más tarde Cadena Radiodifusora Mexicana, S. A., que fue el origen de la Xew, “La voz de la América Latina desde México”, estación de radio fundada el 18 de septiembre de 1930.
Para 1925, el empresario Eduardo Baptista empezó a grabar en el país. Su primer disco contenía el vals “El faisán”, interpretado por la orquesta típica dirigida por el músico y compositor Miguel Lerdo de Tejada. De igual manera hizo grabar en Estados Unidos una serie de discos con música mexicana que distribuía en nuestro país con las marcas Olimpia, Nacional, Huici y Artex.
Según afirma el musicólogo Juan S. Garrido, entre estos tuvo mucho éxito el disco Un viejo amor, de Alfonso Esparza Oteo, cantada por el tenor español José Moriche. Ante la demanda del público mexicano de escuchar a cantantes nacionales, Baptista grabó a Juan Arvizu, Pedro Vargas, Tito Guízar, Luis G. Roldán y Alfonso Ortiz Tirado.
En 1931, Baptista patentó la marca de discos Peerless. Cinco años más tarde se asoció con Gustavo Klinwort, nombraron a Guillermo Kornhauser director artístico de esta compañía y grabaron a otros grandes cantantes mexicanos como Pedro Infante, Toña la Negra, Agustín Lara, Antonio Badú, Emilio Tuero, Lola Beltrán, Jorge Negrete y a la cubana Celia Cruz.
Por su parte, la Victor Talking Machine Company, que había grabado discos con artistas mexicanos en Camden, Nueva Jersey, instaló su fábrica en las calles de Villalongín de la ciudad de México, y comenzó a operar el 28 de agosto de 1935. Dos años más tarde se instaló la fábrica de discos Columbia Records Incorporated.
Así fue como se dio paso al binomio música grabada-radio, que persiste en nuestros días. Resulta difícil imaginar a una sin la otra. No cabe duda, el radio primero y hoy la reproducción del sonido digital deben mucho a los padres del registro, grabación y reproducción de los sonidos.
El gusto por la música grabada, antes en el fonógrafo, también a través de la radio y hoy no pocas veces en nuestro reproductor digital, se inició y generalizó en todo el mundo en el siglo xx y alcanzó niveles globales hasta nuestros días.
PARA SABER MÁS
- Albert, Pierre y Andrè-Jean Tudesq, Historia de la radio y la televisión, México, Fondo de Cultura Económica, 2012. (Breviarios, 338).
- Ariès, Philippe y George Duby, Historia de la vida privada. La vida privada en el siglo xx, tomo 9, Madrid, Taurus, 1992.
- González, Juan Pablo, “El canto mediatizado: breve historia de la llegada del cantante a nuestra casa”, Revista musical chilena, 2014, https://goo.gl/iwU3qx
- Medina, Virginia y José Botello, Homo Audiens. Conocer la radio: textos teóricos para aprehenderla, México, UNAM, DGAPA, 2013, https://goo.gl/2ctLdZ